Sierras del Yerbal- Ago/2023 (Senderismo)



Bitácora:


Lugar: Sierras del Yerbal
Recorrido: 15 Cascadas del Arroyo Yerbal Chico alrededor del Cerro de los Cajoncitos
Distancia: 11 km
Terreno: Muy difícil, cruzar cañadas a nado y descolgarse por acantilados
Clima: Frío y soleado
Días: 1
Lugares / acampar: Establecimiento Posada El Capricho
Año: 2023
Fecha: 25/08/2023 al 27/08/2023
Departamento: Treinta y Tres
Recorrido en Google Earth 15cascadas.kmz
Fotos: https://photos.app.goo.gl

Día Previo


Aventura en “Cajoncitos”


Foto de portada del relato

Una experiencia para hacer vibrar el alma.

Cuando mi amiga me invitó a “La Quebrada de los cuervos, con la gente de la Acal”, uno de los momentos desafiantes que se planteaba era el trekking a Cajoncitos. Y lo más duro que se advertía, como amedrentador disuasivo, era que tenías un cruce en que el agua helada nos taparía y teníamos que hacerlo cargando nuestras cosas.

En el trekking del día anterior desde Isla Patrulla, nuestro guía (Pablo Costa) había sido cuestionado porque nos llevó a las corridas, por lo que completamos la actividad 3 hs antes de lo previsto y hoy nos jugábamos a su sabiduría para encontrar caminos donde no los hay. Mientras tanto, ponía atención a lo que hacen los que tienen más experiencia en sus preparativos, para pasarla lo menos mal posible y disfrutar de esa dosis de adrenalina que mi espíritu requiere para sentirse feliz.

Así que luego de un fogón en una noche helada muy estrellada, con una parrilla que ni los de Fuego Sagrado pueden presumir y la infinita paciencia del asador frente a los requerimientos y consejos nuestros (a lo que no dudaba en ponernos en nuestro lugar), nos levantamos a preparar nuestras cosas para el desafío. El campo lleno de escarcha intimidaba, pero el día súper soleado prometía buenas cosas.

Juan nos arrimó hasta el punto de partida, y entre risas de “Ave César, los que van a morir te saludan…” nos despedíamos del grueso del grupo 7 hombres y 5 mujeres con el guía que nos esperaba en el lugar.
Creo que no habíamos caminado 10 minutos que apareció el primer cruce de agua…luego un puente colgante bien destartalado, que empezaba a desafiar nuestros miedos y las risas de muchos, pero siempre desde la mirada de “te estoy cuidando”.

Poco a poco la caminata de campo dio paso al monte espeso, los cruces de agua y cascaditas se fueron dando a cada rato. Al principio, muy prolijitos, cada vez nos descalzábamos o poníamos calzado de agua para cruzar y luego nos cambiábamos de nuevo. Así manteníamos en condiciones los pies para lo que se venía.

Los paisajes fueron haciéndose cada vez más hermosos y como contraparte, más dificultoso el camino. El guía muchas veces iba para adelante y para atrás para ver por donde seguir…y si bien eso me preocupaba, sentía que estaba cuidada, porque allí había gente que sabía lo que hacía, que vibran con estas cosas que pueden parecer muy locas, como cruzar cascadas resbaladizas con cuerdas, hacer rapel a pura sangre, sin las más mínimas condiciones, meterse en las aguas más heladas, pero que con una simple cuerda pueden hacer maravillas. Además de los conocimientos que algunos generosamente comparten sobre cómo solucionar mil cosas con lo que la naturaleza te ofrece en lugares en que la asistencia no llega fácil…o simplemente no llega.

Amenizábamos el camino con paraditas en que el guía nos contaba particularidades del lugar, como las construcciones y ceremonias del Camino Guaraní, la versión Sur del Camino Rojo para los pueblos ancestrales del norte; los proyectos quijotescos de Yerba mate autóctona de Alberto Demicheli y el asentamiento en este lugar desde hace unos cuantos años del francés Christophe Auguin, tricampeón de vuelta al mundo en barco a vela en solitario, la Vendée Globe, que se enamoró del lugar y decidió asentarse allí y “vivir como un Gaucho, aunque no sea campeón del mundo del gauchismo”, según sus propias palabras.

Cuando finalmente nos encontramos con el punto que se visualizaba como de mayor dificultad, colocaron la cuerda de un lado al otro. No me preguntes ni como, porque yo necesitaba focalizarme en cada paso que avanzaba para no golpearme o caerme, pero el grupo de avance generaba el milagro, y teníamos un ángel detrás que cerraba el grupo, siempre cuidando de los últimos (que en este caso nunca éramos los primeros) a costa de su propio bienestar.

Pero acá no se terminaba la cosa…siguieron apareciendo rocas gigantes que trepar y saltar, nuevos cruces de arroyos, y poco a poco, fui perdiendo cualquier cuidado, mis championes guardaban un montón de agua donde mis pies vivían como peces cansados, porque por suerte son tan impermeables que el agua no salía! Así que todo empezó a ser más sencillo: cruce de agua, me meto y chau. Además, ya había roto el bastón, que lo único que hacía era molestarme, así que solo mirar en el agua clara, para tratar de no sucumbir en la próxima piedra.

Finalmente llegamos a la cascada del Brujo, que para mí fue como una visión mágica… aunque quienes ya la conocían comentaban que con más agua lo es más aún. Y allí, unos pocos con suficiente fuerza aún en sus cuerpos, se tiraron en la laguna a disfrutar de la pureza del agua y un masaje de la cascadita.

En el alma me quedó el agradecimiento a todos y cada uno por haberme permitido compartir está hermosa experiencia de vida y hacerme sentir como parte del grupo, además de un sentimiento compartido con Cristina antes de arrancar: “¿Si no es ahora, cuando?”

En el cuerpo, un gran dolor de rodillas, que ni lo siento cuando pienso en la efimeridad de poder participar de estas vivencias.

En la memoria auditiva me quedan un grito y un agradecimiento: el agradecimiento de Susana a sí misma por haber encontrado las ganas para meterse en la laguna del Brujo, luego de tanto camino, desafío, sacarse y ponerse ropas y calzado…algo que sentí como propio porque muchas veces “me agradezco” el hacer cosas que luego me hacen sentir tan bien, aunque antes me den mucha pereza.
Y el grito de Leo, que creo que nos representa a todos y cada uno de los que ese finde dejamos nuestros hogares calentitos y confortables, para juntos sentir:

“La Puta si vale la pena estar vivo!!!”

Relato: Alejandra Risso
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL






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