Cascadas del Norte - Ago/2022



Bitácora:


Lugar: Cañón de las Bandurrias
Recorrido: Día 1: Cerros de Vera y su cascada
Día 2: Cascadas 2 hermanas y de las Bandurrias
Día 3: Salto del Cerrito y Cañón de las Bandurrias
Día 4: Cerro Cementerio y Salto de la Yibuza
Distancia: 38 km
Estado del Cauce: Había sequía, pero llovió esa noche y crecieron como nunca las cañadas
Clima: Frío, Húmedo, Lluvioso, Seco, Caluroso (todos los climas vivimos)
Días: 4
Lugares / acampar: Excelente monte serrano
Año: 2022
Fecha: 25/08/2022 al 28/08/2022
Departamento: Salto - Tacuarembó
Recorrido en Google Earth cdn22.kmz
Fotos: www.photos.app.goo.gl


CASCADAS DEL NORTE


Foto de portada del relato

Cascada del Norte 06/09/2022

El Relato

Eran 15 o 20 personas, entre hombres y mujeres de diferentes edades, rondaban entre los 35 y los 85 años, reunidos en torno a una larga mesa, hablaban, comentaban y recordaban experiencias ya vividas en sus travesías. Ubicado en uno de los laterales de la mesa, yo los observaba y escuchaba con mucha atención, no conocía a nadie, llegué allí por medio de un amigo que me llevó como invitado, él también estaba en el grupo.

Desde mi lugar pude ver una bandera pintada sobre una de las paredes, en ella se distinguía una canoa que llevaba en su costado de estribor las letras de la palabra ACAL, suponemos que debe significar "canoa", en dialecto náhualt de algunas tribus mexicanas. Sobre esta embarcación descansa la cabeza de un indio, lleva la mirada alta en dirección de proa, como si se perdiera en el horizonte, muestra un aspecto de rango importante. Lo corona una pluma roja como destacando su status guerrero, quizás sea de los del norte, Hurones tal vez, que eran hábiles canoeros y expertos en su construcción. Un remo con la pala hacia arriba se ubica a forma de Palo Mayor. Todo el diseño fue realizado respetando una forma circular, en su parte superior muestra su identificación, ACAL NAÚTICO CLUB, y por debajo, MONTEVIDEO - URUGUAY.

Se dice que conforman un grupo de canoeros que suelen recorrer ríos y arroyos de nuestro país, y en otros lugares de Sudamérica. También lo integran remeros kayakistas, surfistas, etc. y de otras profesiones como ingenieros, arquitectos, médicos, odontólogos, etc., etc.

Desde la parte organizadora de las travesías nos piden que hagamos un relato de lo vivido en dichas experiencias. No tenemos claro del todo, qué tipo de relato, cómo sería, qué debe incluir, sería algo así como una bitácora de viaje?, la que registra día tras día, hora tras hora, todo lo acontecido en determinado evento. En realidad no estaríamos tan seguros de poder hacerlo bien, quizás algún otro compañero o alguna de las chicas que nos ayuden con esto que saben hacerlo de manera excelente. Pero si, nos gustaría puntualizar y compartir con el resto del grupo lo que pudimos observar en el transcurso de la travesía a las cascadas del norte. Algún detalle enfocado desde un ángulo más cultural y social.

Es muy interesante poder apreciar, cuando se habla vulgarmente del choque de dos culturas, culturas diferentes, que se juntan en algún lugar de nuestra evolución, se van integrando y fusionando, transformándose a medida que van adquiriendo influencias una de la otra y viceversa, cambios culturales que se producen en un período de tiempo que a veces pasan ajenos a nosotros, no los percibimos, solamente cuando hacemos un alto y lo analizamos en profundidad. Es en este caso puntual donde el Club ACAL actúa como el medio para que se produzca esta integración cultural. Y diríamos que es la oportunidad perfecta para apreciar estos cambios con total nitidez, que se nos dan de frente, y que hasta los vivimos en carne propia.


El percance.
Una vez en el lugar de destino, Estancia Bichadero, Departamento de Tacuarembó, al bajar del ómnibus, un coche para 25 pasajeros, nos avisa el chofer, un muchacho que no pasaba de los 50 y con larga experiencia en el manejo, de que había un neumático pinchado. Con una mirada ligera vi que era la rueda trasera, izquierda, exterior. Aunque no lo demostraba, pude advertir la preocupación que había en aquel muchacho, pues, sobre ellos recae toda la responsabilidad de salir y llegar con todo el pasaje en perfectas condiciones. Así que me arrimé a él disimulando para no ponerlo más nervioso y le dije, - No pasa nada, mañana temprano vengo y la cambiamos entre los dos. Sabía que estaba complicado, y él también lo sabía, el coche había quedado fuera del camino firme, estaba sobre el campo, sobre el pasto que con todo lo que había llovido, se había vuelto un fangal de barro y agua.

Al otro día, en compañía de mi amigo, quien también se unió a la causa advirtiendo la complejidad del problema, dimos aviso a nuestro organizador, de que pretendíamos no participar en la caminata de ese día para acudir en auxilio del chofer y ayudarlo a cambiar la rueda del coche; al instante accedió dada la urgencia del caso. Al comenzar a aflojar la rueda constatamos que no tenía llave para sacar las tuercas.


Don Lázaro.
Un amable señor, vecino de la zona, típico hombre de campo, ya entrado en años con unas cuantas canas, muy prolijo, se arrimó en su camioneta especialmente a ver si necesitábamos algo, al ver que no teníamos llave de ruedas, nos dijo, ya les traigo una, pero ahora me tengo que ir y vuelvo en un rato, aquella es mi casa, se alcanzaba a divisar a unas tres cuadras la casa con un par de galpones y unos corrales, cualquier cosa que ustedes necesiten van a buscar allí que no tienen problema, y después que saquen el ómnibus, llévenlo para las casas y lo guardan ahí que está seguro, también se quedan ustedes, hay lugar para todos si lo desean, decía amablemente don Lázaro. En cuanto a esto debemos destacar que esta vocación de servicio es típica y común apreciarlo en los pobladores de nuestra campaña.


Sin el gato.
Sorpresa grande fue cuando vimos que el gato para levantar el coche tampoco funcionaba, el chofer más preocupado y nervioso que antes nos contaba, en la empresa me dieron el coche equipado, pronto para trabajar, pero no te hagas ningún problema le decíamos con mi amigo, acompañando con una risotada, como queriendo quitarle drama a la situación, el ómnibus de aquí, se va a ir! tranquilo!. Así que conseguimos un pico y una pala de abrir pozos en la casa de don Lázaro, si no podíamos levantar el coche, entonces habría que sacar la rueda pinchada por un pozo hecho debajo de ella, y así fue.

A todo esto el coche ya había bajado unos cuatro o cinco cms. debido a lo blando del terreno, lo que nos obligó a realizar otro pozo delante del coche para poder sacar la rueda auxiliar que va debajo de la cabina, una vez liberada la auxiliar, comenzaba a cambiar nuestro ánimo, todo se nos había convertido en un verdadero barrial, los tres estábamos de barro hasta las orejas, asemejaba el lugar a un revolcadero de carpinchos o jabalíes. Finalmente después de arduos intentos haciéndole palancas logramos colocar la rueda en su sitio, ya de noche y a oscuras, colocamos las tuercas restantes para que ya no se moviera, yo mañana temprano vuelvo, las reapreto y queda listo para la vuelta nos decía el chofer. Guardamos las pocas herramientas en las bodegas junto con la rueda pinchada, trancamos el coche y emprendimos el camino de regreso al campamento. Aún restaban caminar a oscuras, noche cerrada, 2 kms. y medio por los campos, cruzar dos cañadas y un trecho de monte nativo.


La caminata perdida.
Ya en el campamento, mientras preparábamos el mate, el chofer nos comentaba, esta noche sí que voy a dormir tranquilo, me tenía nervioso el tema de la rueda. Qué lástima que se perdieron la caminata de hoy dijo nuestro organizador, y hasta cierto gesto de preocupación se podía ver en él. Bueno, pero ni está todo perdido, ni es el fin del mundo, sabemos que estos imprevistos como el del ómnibus pueden presentarse en cualquier momento, así que es como si fuera la caminata, es la caminata misma que nos lleva siempre a seguir adelante, y al finalizar la jornada, nos encontramos con la satisfacción de la tarea cumplida, una anécdota vivida y una experiencia adquirida.

Un fogón en el monte.
Al arribar al sitio donde se establecería el campamento, se eligió el lugar para un único fogón comunitario, luego a los alrededores de este, algo más alejado, cada integrante del grupo armaría su carpa, algunos compartían tiendas. Aquí vemos donde el Club pone especial cuidado en la seguridad y la protección del medioambiente, no se vería del todo seguro 10 o 20 fogones, uno en cada tienda y dispersos por todo el monte.


Diferencias y coincidencias culturales.
Me preguntaba a mí mismo, cómo estas personas, estos compañeros de grupo, se desempeñarían en un ambiente tan agreste como este, sin energía eléctrica, sin agua corriente, carente de todas las necesidades básicas, eran personas que venían desde el mismo centro de nuestra capital, la mayoría acostumbrados a la vida de apartamentos. Éramos 22 en total, cada uno en su sillita playera rodeando el fuego.
Llamó mi atención el armado de este fuego, con tres o cuatro trafogueros nada despreciables y bastante leña, más bien parecía el fogón de una de esas yerras en las estancias grandes que duran de tres a cuatro días, solo faltaban las marcas y algún tacho con grasa para no quemar los fierros.

Una de las chicas con su mano blanca y cuidada levanta una caldera tropera, algo golpeada sobre un costado, media herrumbrada y tiznada delataba el paso de sus largas fogoneadas, manos que dejaron horas antes una computadora y en un viaje relámpago de cien años atrás en la historia, nos muestran donde se juntan estas dos culturas, urbano rural, fundiéndose una con otra, mientras nos vamos modernizando, evolucionando, y en este viaje guardamos con nosotros viejas costumbres de antiguas patriadas, como el mate, milenarias, como dar el cambio en monedas, igual que lo hicieron antes de Cristo con algunos denarios o dracmas, también costumbres ancestrales, como en un momento quedarnos todos en silencio mirando el fuego. Vamos a hacer un corderito! Una parrilla tan grande como una cama de una plaza, sobre ella un capón entero de casi 30 kgs, comenzaba a chorrear grasa mientras el asador lo acomodaba alumbrándose con la luz de su celular. Y cientos de estos contrastes pudimos observar en el transcurso de la travesía, algunos muy divertidos por cierto. Visto desde una Antropología cultural, que va moldeando y configurando a todos estos grupos sociales.

Y así es como funciona aquí, entre mate y mate, carcajadas, cuentos, risas y anécdotas. Nos parece de buena justicia resaltar el esfuerzo y trabajo que realizan quienes organizan estas travesías o expediciones. Ponen especial cuidado en no alterar el medio ambiente, respetando flora, fauna y todo el entorno en el cual nos encontramos, además del servicio deportivo y turístico que prestan, esa forma de integración entre el medio urbano y el rural integrándose desde el respeto y la convivencia con el otro.


Por donde pasaron los indios.
Fue grato y muy entretenido poder observar las imágenes en el último cerro que subimos, después de una extensa caminata cuesta arriba por la ladera, siempre siguiendo al guía local y a nuestro organizador, él llegaba siempre primero y filmaba después la llegada de todo el grupo dejando registro de lo acontecido. Al final del grupo viene otro de los integrantes como cerrando el camino para que nadie se extravíe. Una vez en la cima, se hizo un alto a manera de descanso, una postal muy bonita de ver, la mayoría se sentaron en el suelo, entre el pasto, otros quedaron de pie como a modo de expertos vigías y rastreadores, todos mirando a la lejanía sobre la cuenca del arroyo Laureles, me quedé un rato mirándolos con atención, se recortaban sobre el azul del cielo, todos observando inmóviles, me dije a mi mismo, pensar que así, en el mismo lugar, y casi hasta en las mismas posiciones, lo hicieron nuestros charrúas, y lo anecdótico, es que a nosotros, y hasta internacionalmente hoy día, nos identifican como los charrúas, y la parte humorística, es que estos indios que descansaban ahora, llevaban remeras flúor, gorritas con visera en lugar de vincha, lentes de sol espejados y tornasolados, llevan teléfonos celulares, cámaras de fotos y filman los acontecimientos que creen importantes, los que quedaron de pie portan bastones de senderismo en lugar de las antiguas lanzas. Un indiscutible ejemplo de todo lo que hemos cambiado.

Bajando del cerro por un sendero de los que hace el ganado, el guía local levanta una piedra que llamó su atención, resultó ser un hacha de piedra de unos diez cms. de diámetro, recordaba a la forma de la almeja de la petrolera Shell; según él pertenecía a pobladores anteriores a los charrúas, entre 8000 y 10000 años atrás, los llamados pueblos catalanenses, así que nos cruzamos ambos grupos en este lugar del camino, con 10000 años de diferencia pero portando juntos la misma herramienta. Y podríamos seguir marcando muchísimas diferencias y coincidencias, pero lo seguro es, que pasarán años y siglos y seguiremos hombres y mujeres, otros grupos, otros pueblos, y seguiremos encontrándonos en estos caminos, trazando y marcando nuevos cambios sociales y culturales. Y así seguiremos, pero quién podría saber hasta cuándo?

Un agradecimiento al Club ACAL y a todos aquellos que forman parte de él, por fomentar esta integración entre las personas, pueblos y naturaleza, y por sobre todas las cosas, por ser portadores de los buenos principios! Muchas gracias!

Relato: Alvaro Navarrete
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL





Segundo Relato (Por zonas)