Arroyo del Aiguá - Mar/2017



Bitácora:


Curso: Arroyo del Aiguá
Recorrido: Paso de los Avestruces - Paso Averías
Distancia: 56 km
Estado del Cauce: Óptimo - apenas crecido
Clima: Caluroso
Días: 2
Lugares / acampar: Buenos: Hay por todos lados y buena leña
Año: 2017
Fecha: 18/03/2017 al 19/03/2017
Departamento: Lavalleja - Rocha
Recorrido en Google Earth AdelAigua17.kmz
Fotos: -


¡ARROYO AIGUA 2017! - LA REVANCHA…!!!!!


Foto de portada del relato

No es mi primera vez que estoy yendo a este arroyo y estoy casi segura de que muchos de los que estábamos yendo tampoco. Más bien estamos por una revancha de la misma travesía que no fue concretada por obstáculos y por falta de una canoa que se quedó abajo del agua y no pudieron rescatar, digo no pudieron y no, no pudimos porque justo en este percance estábamos separados.

No estábamos todos los que fuimos la primera vez, por supuesto..! Sólo volvieron los que realmente gustan de los desafíos, las aventuras y los que se quedaron con ganas de terminar la travesía, pero estoy segura de que los que realmente pasaron mal la anterior no querían ni escuchar hablar de este arroyo y mucho menos de ir por la revancha jajaja.
Ir a: Arroyo Aiguá - Oct/2015

Bueno, acá comienza.


SÁBADO

Durante todo el trayecto en el camión, desde el club al punto de largada sólo hablábamos del recorrido del año pasado, cada uno contaba sus experiencias, anécdotas convertidas en chistes y todos reían. También se hablaba de lo preparados que estábamos para la revancha, yo principalmente no solamente reforcé todo mi equipo sino que incorporé unos inventos, por ejemplo, colocar mi ropa, el sobre de dormir, el colchón y otras cosas que no quería que se mojaran por nada, dentro de una bolsa estanca y éstas dentro de la tarrinas. También nos aseguramos de poner una tranca en las tarrinas y más sabiendo que a algunos compañeros el año pasado se les abrieron las tarrinas en el agua al engancharse en ramas; inventé un bolso fosforescente y flotante para las sillas de aluminio, así quedaban juntas, fáciles de llevar, prolijas y lo mejor de todo que si se iban al agua flotarían. También llevamos achicadores más grandes y un par de esponjas grandes que ayudan no solamente para sacar el agua sino también para dejar limpia la canoa; sólo mejoras de cosas que habíamos aprendido de nuestro querido Ariel. Además estaba en el grupo Homero, un gran inventor que de vez en cuando me contaba sus inventos y secretos y también el Príncipe con quien me peleaba porque el copiaba mis inventos de pura envidia y todavía decía sin vergüenza que era yo quien lo copiaba a él. Esto ocurrió con un bolso “achicador”. El Príncipe me mostró una vez un bolso que usaba al final de la travesía para llevar la ropa mojada, guantes, achicadores, esponjas, cuerdas, etc. Me gustó la idea, pero yo hice uno 1000 veces mejor que el de él, porque cuando no se usa se puede achicar como una pelota de tenis y guardar sin problema en la tarrina cuando no se usa y el del él no, la mía tiene el doble de capacidad que la de él y sirve para llevar todo lo que va en la canoa, desde los chalecos salvavidas, los trajes de neopreno, las botitas, achicadores, esponjas, sogas, etc. y no se olviden que es todo doble porque nosotros somos un equipo de dos con Javier; está buenísimo porque va todo junto y prolijo y no queda nada tirado después de ser utilizado.

La preparación previa para la revancha incluía el machete bien afilado, un pequeño serrucho de mano y para el caso que pasara como el año anterior que quedamos atrapados, también teníamos barritas de cereal, manta de sobrevivencia, encendedor, navaja y un sinfín de otras cosas en los bolsillos de los chalecos salvavidas; el recuerdo de varias veces en las que estuvimos a punto de ir al agua la vez anterior y la ignorancia de lo que nos esperaba nos hicieron extremar las medidas de seguridad. En el camión no se hablaba de otra cosa, todos habían tomado medidas y estaban el doble de preparados que la vez anterior.

Los valientes canoeros esta vez éramos solamente 9: Homero, el Príncipe, Pucho, Fernando, Horacio, Javier y yo, más Gustavo y Federico (padre e hijo), a quienes yo no conocía de antes. Se imaginan como estaban y que estarían pensado los dos novatos escuchando los relatos de la fallida travesía anterior y todos los preparativos que habíamos hecho para esta. Yo los miraba y trataba de imaginar que estarían pensando, si estaban yendo a una travesía o a una guerra, jajaja, principalmente yo me sentía así, a ellos era la primera vez que los veía… no sólo no había hecho ninguna travesía con ellos sino que nunca los había visto en ninguna actividad del club, se veían buenas personas, se integraron muy rápido al grupo.

Finalmente llegamos al punto de largada, paso de los Avestruces. Allí nos enteramos que Homero finalmente no iba a remar con nosotros. Cómo éramos número impar él se había ofrecido para ir solo en un kayak inflable, pero ante el comentario de los demás que podía tener problema con el kayak finalmente desistió de hacer la travesía y se fue en el camión con Mauricio hasta el punto de llegada, en Averías donde nos esperó remontando el Cebollatí con su kayak. Homero luego me contó que con ese mismo kayak había hecho muchas travesías sin problema pero no quiso discutir y prefirió irse por su cuenta como ya conté.

Llegamos al punto de salida muy temprano como lo teníamos previsto para que el tramo complicado no nos sorprendiera a la tarde y con poca luz. El río estaba tranquilo y los pilares del puente se unían con su propio reflejo en el agua y daba la sensación que eran mucho más altos.

La bajada de las canoas y las tarrinas por el terraplén del puente con sogas hasta llegar al río fue un buen ejercicio de precalentamiento. Todos preparándose para ir al agua, con las canoas en su lugar, acomodando las tarrinas, cambiándose de ropas y asegurando firmemente los chalecos antes de empezar a remar.

Acordamos algunas reglas antes de salir: cada una hora el que iba adelante pararía para reagruparnos y ver que todos estuviéramos bien; el código del silbato: un pitido si había problema; dos pitidos para continuar. También nos pusimos de acuerdo para no ir demasiado juntos pero tampoco perder contacto visual con el que iba adelante y el que iba atrás de cada canoa.

Yo me sentía yendo a algo más que una travesía, bien equipada y sintiéndome bien firme y decidida con el machete y la sierra que habíamos incorporado a nuestro equipo bien asegurados en la canoa, pero una vez en el agua remando por un instante se me fue toda preocupación; estaba muy lindo el río, aquel silencio de la mañana, mirando el cielo azul, a los lados esa vegetación maravillosa, respirando este aires puro y respirando fue que me vino otra vez a la mente la travesía anterior, nada menos que la vaca muerta que estaba justo donde estábamos trancados, cómo olvidar aquel momento donde apenas podía respirar y para peor sin salida, con una montonera de ramas y árboles como si fuera una represa hecha por mapaches impidiéndonos seguir.

Volviendo al presente, el río se notaba que estaba con menos agua y justo pensando en eso Javier me hizo el mismo comentario, no es por querer hablar, pero nosotros tenemos una conexión sorprendente, jaja Cada vuelta que daba el río pensaba que en la próxima curva iba a pasar algo pero nada! todo muy lindo con unas correderas hermosas para disfrutar, nada fuera de lo normal, pero muy confuso todo, no sabía si disfrutar o estar preparada para cualquier sorpresa.

El tema de conversación del camión se cambió, ahora se hablaba que el río estaba más bajo comparándolo con la travesía anterior, esa era la charla así continuamos. Luego de un rato se nos acerca el Príncipe y pregunta:
-Javier, la próxima parada ya es la del almuerzo, no?
- Si, si, el próximo lugar lindo paramos para almorzar;
- y qué decís, ya no falta mucho para llegar al lugar donde quedamos trancados el año pasado, no? porque estaba comentando con Pucho que ya no falta mucho porque esta vez arrancamos más temprano comparado con la vez anterior.
-no estoy muy seguro, pero puede ser si! Además, esa era la idea, no? llegar a ese punto complicado temprano.
-sí, sí, lo más temprano posible, por eso me vino esta sensación que ya estamos cerca!
-por la hora y quilómetros remados debemos estar cerca si!

La primer travesía que hicimos con Javier fue en el 2014 en el arroyo Pichinango y para mi sorpresa yo era la única mujer… él me había comentado que había dos mujeres agendadas en el grupo que una se había bajado y la otra no había aparecido; todo esto mirando al río, le pregunto:
- no era que venía una mujer?
- Si, yo pensé que era esta, pero se fue (por Maria la mujer de Acua que fue a dejarlo al punto de largada).
- Yo también!
- Se ve que desistió..!
-También con este frio y este río cualquiera!

Por tanto, en el Pichinango, sin experiencia previa, sin más mujeres, igualmente fue súper agradable, me encantaron todos, no sentí diferencia entre hombre o mujer, todos éramos iguales, eso fue lo que más me gustó del grupo, todos siempre atentos con nosotros, nos aconsejaban en todo; a pesar que nos habían dicho que íbamos a separados cada uno en una canoa distinta con alguien de mayor experiencia y luego se olvidaron y nos pusieron juntos. Tengo que reconocer que nuestro destino era aprender desde la primera travesía, siempre juntos, jajaja.. ahí fue la primera vez que escuché hablar de Carlos González, el Príncipe… en el fogón de la noche… que rico cordero nos comimos esta noche, hummm, jamás me voy a olvidar y como lo hicieron con una chapa, nunca había visto hacer un cordero de esa manera… solo de pensar se me hace agua la boca. Cuando pregunté por qué le decían Príncipe me comentaron un montón de cosas entre risas… una de ellas era que cuando hizo su primera salida él estaba muy lejos de todos como un Príncipe, las tareas comunitarias las delegaba como lo hace la realeza, armaba su carpa lo más lejos posible de los plebeyos… (no conocía esa palabra), y todos se reían, no sabían nada de él, sólo aparecía a la hora de la cena, hacía algún comentario y se iba a su tienda real de vuelta… entre risas me dijeron que ya iba a conocer al Príncipe del Acal. Cuando lo conocí ya no era tan así como decían, estaba más integrado al grupo, pero no voy a negar que hasta hoy tiene un aire de Príncipe, por lo menos en la pinta, lleva un sombrero amarillo como una corona dorada, en cualquier foto o video lo van a reconocer enseguida, nos llevamos muy bien con él, pero luego me di cuenta que no sólo habían bautizado a un Príncipe, habían muchos más personajes, hasta un falso chino, una radio AM y ya me bautizaron a mí también como FM, no sé por qué! me imagino que por llevarme bien con AM.

Entre todos esos pensamientos del pasado, escuchamos un pito para no avanzar. Como éramos los últimos (veníamos cerrando), ya habíamos visto que había unas canoas paradas más adelante. Javier se agarró de una rama para frenar y paramos pero no se veía para adelante, no sabíamos si había una curva o no, estaba bien tupido de ramas y árboles, no sabíamos si había un árbol atravesado que a veces hay en río trancando todo o esas montañas de ramas y troncos secos que la corriente va arrastrando y acumulando todo en un solo lugar trancando el paso. Me volvió a la mente la gigantesca represa que encontramos en la travesía anterior que no dejaba ver para adelante, justo donde estaba la vaca muerta, parecía que los palos se habían colocado allí a propósito… no sólo ramas sino troncos grandes y para completar la vaca muerta, entrando agua por su trasero y para peor la corriente nos llevaba hacia ella y yo como siempre timoneando la tenía allí de frente. A pesar de la vista horrible peor era el olor mortal que en un segundo me quedé azul, no podía respirar, me estaba sofocando, era como un gas carbónico, grité desesperada:
-Javier, tenemos que salir de acá, no puedo respirar con ese olor.
-Cómo? estamos atrapados.
Miro para atrás y veo a Javier mirando para todos lados tratando de buscar una solución y al mismo tiempo metiendo los remos como desesperados para adelante y para atrás para tratar de mantenernos estables porque la corriente estaba muy fuerte. Entre todo eso nos movimos a una punta donde quedamos trancados sin poder ir para adelante ni para atrás, ahí quedamos… parecía que de ahí no íbamos a salir nunca… pero por lo menos no tenía a la vaca en mi frente aunque el olor me seguía matando igual. Mirando para adelante buscando una solución, viendo que no había nada, desesperada saco una navaja que llevaba en el chaleco salvavidas, saqué una sierra y empecé a aserrar una rama que me parecía que estaba trancando a las otras. Javier me mira y me dice
-qué haces?
- no sé, pero acá no me quedo!
Dando duro con la sierra de la navaja de pronto se movieron unas ramas y nos dio una esperanza. La fuerza del agua nos estaba ayudando. Miro un tronco que pensé que si lo podíamos mover podía ayudar a abrir y de repente Javier se levanta de la canoa y pisa el tronco y consigue apartarlo y al mismo tiempo escucho una zambullida y sólo veo su sombrero en el agua y enseguida aparece y me dice que está muy profundo; todavía en el agua y agarrándose de la canoa le da una patada al tronco principal y lo aparta a un lado y así, de a poco fuimos sacando rama tras rama, él abajo los más grandes y yo arriba los más chicos, cada vez estábamos más metidos y trancados, pero a la vez avanzando y liberando. Javier subió a la canoa porque estaba difícil, no se podía hacer mucho más en el agua, además que estaba helada, muy profundo y con mucha fuerza y peligro porque arrastraba hacia los palos, continuamos luchando hasta que finalmente abrimos un paso, conseguimos liberar la mayoría de las ramas y dejarlo abierto para los demás. Nos apartamos unos metros para liberarnos del olor insoportable y agarrados a una rama esperamos a los demás para decirles por dónde debían pasar y yo finalmente respirando aire puro le digo:
-ya no aguantaba más el olor, espero que ahora se limpien los pulmones;
- sí, y eso que donde nos trancamos no estaba tan fuerte el olor
- viste que no estamos lejos y ya no se siente nada, o será que me acostumbré?
- lo que pasa es que el viento está para el otro lado y al pasar la represa el olor va para atrás
Ya hacía un rato que estábamos allí y nada de los demás. Comencé a gritar si había alguien cerca, pitamos el silbato pero nadie nos contestaba. De pronto aparecen Horacio y Eduardo en el agua, agarrados de su canoa, los dos temblando de frío. Les indicamos por donde debían pasar y Javier les preguntó por los demás. Horacio le contestó que estaban más atrás en un lugar donde era difícil pasar porque había una rama grande trancada con la corriente. Su canoa se ladeó y comenzó a entrar agua por lo que optaron por tirarse al agua y así, agarrados de la canoa de alguna manera consiguieron pasar y la corriente los llevó hasta donde estábamos nosotros. En seguida los ayudamos a achicar el agua de la canoa y ver de qué manera ayudarlos a subir a la canoa, lo que no estaba fácil pero finalmente se consiguió. Estaban congelados y agotados, se notaba en sus voces y sus labios no paraban de temblar; Eduardo ni hablaba. Javier me comenta, estos deben estar al borde de una hipotermia, no vamos a dejarlos solos, avancemos un poco y tratemos de encontrar un lugar para hacer un fuego para que se calienten un poco. Unos metros más adelante encontramos un lugar perfecto para quedarnos, pero fue llegando la noche y los demás no aparecieron y tuvimos que pasar la noche separados de los demás.

Volviendo al presenta, sentada bien firme en mi canoa y viendo mi machete, la aventura volvía a empezar… nos fuimos arrimando a la canoa más cercana que era la de Horacio que esta vez estaba con Fernando García. Ya llegando cerca de ellos se escuchaban los machetazos pero no se podía ver bien lo que estaban haciendo o lo que había pasado. Fernando nos comentó que estaban abriendo un paso porque estaba cerrado y no se podía pasar.

Cuando nos avisaron que podíamos avanzar en algunos lugares que todavía no estaba bien abierto o que una rama se cruzaba saqué el machete y empecé a cortar cuando Javier me dice “Qué haces, nos da bien para pasar, guarda ese machete” jajaja, me río y le comento que estaba probando si el machete estaba bien afilado y además como no estábamos en punta y otros venían abriendo no me quería quedar con las ganas de cortar algunas ramas. Al final todos tenían machetes y alguno más de uno.

De pronto salimos a un claro con una hermosa playa donde todos estaban parando… hora del almuerzo. El lugar era perfecto, tenía una playa y una pequeña subida para un campo de pasto muy lindo que parecía recién cortado y con un pequeño monte de árboles, todo muy lindo. Escuché a Javier y Horacio comentarle al Príncipe que en ese mismo lugar pasamos la noche con Horacio y Eduardo la vez anterior… me puse a analizar y, efectivamente, ese era el lugar.

En la otra travesía estaba más subido y la playa no aparecía, el agua llegaba hasta el barranco directamente al césped. Nossa..!! como cambia todo, estábamos haciendo el mismo río, el mismo tramo, en la misma fecha del año y estaba totalmente cambiado hasta parecer otro río. Esa parte cerrada de ramas y árboles que acabábamos de pasar fue donde empezó el caos la vez anterior y nos agarró a la tarde cuando ya estábamos buscando campamento, tuvimos suerte de poder salir antes de oscurecer; el resto de los compañeros no tuvieron la misma suerte y menos con una canoa menos que la corriente del río y la vegetación se tragó y nunca devolvió.

Siempre el primer día de travesía cada uno trae su propio almuerzo, pero en realidad más parece una merienda compartida porque muchos traen por demás para compartir y principalmente Horacio con su tradicional y deliciosa torta de jamón y queso que prepara su señora y ya es famosa. Cuando somos muchos trae siempre un tupper de helado de esos redondos tipo balde lleno y cuando somos menos como ahora tupper también de helado pero de esos alargados de dos litros. Por tanto cuando viene Horacio, los demás traemos siempre menos comida y algún otro vivo directamente ni leva, ya sabe que tiene almuerzo seguro jaja.

En la complicada travesía anterior cuando quedamos separados comimos esa misma torta aunque un poco mojada luego de dar unas vueltas por el río, pero en calentada en la parrilla era un manjar, tuvimos suerte que había sobado del almuerzo porque creo que era lo único que teníamos, jajaja.

Después de almorzar… a coordinar como seguíamos y cuánto más remaríamos antes de buscar campamento porque supuestamente el tramo más complicado ya lo habíamos pasado. Seguimos corriente abajo, el río estaba algo cerrado en algunos lugares, de vez en cuando algún árbol atravesado o rápidos placenteros y divertidos pero siempre con la expectativa de que pudiera ocurrir cualquier cosa inesperada. Seguimos igual que antes con precaución y reagrupando cada una hora. El día estaba lindo con sol y cada parada daba para tomar un baño y relajarse.

Ya cerca de las 16.30 comenzamos a buscar campamento y lo encontramos enseguida, tuvimos suerte. Me encanta cuando se encuentra un campamento temprano, todo se puede hacer con más tranquilidad. Teníamos todo lo necesario, playa, monte para los que no gustan de acampar en la arena, leña en abundancia, la posibilidad de bañarse sin embarrarse los pies, era un campamento espectacular, nadie dudó en quedarse allí. Armamos el fogón en la playa, nosotros también armamos nuestra carpa en la playa pero lejos del fogón en una punta de arena medio cerca del agua. No tienen idea de cómo estaba la noche, yo estaba asombrada, quería sacar una foto para quedármela de recuerdo pero nunca se iba a comparar con lo que estaba viendo.

Con Javier con el tiempo fuimos complementándonos en una dupla que en un punto ya no necesitamos hablarnos lo que cada uno tiene que hacer. Cuando llegamos al punto de campamento nos separamos, él se va a ayudar en las tareas comunitarias (cargar las tarrinas, llevar leña al fogón, colocar el toldo si es necesario, etc.) y yo busco un lugar donde colocar la carpa. De este modo estamos los dos en los dos lados y esta vez no fue diferente.

Luego de armado el fogón y nuestra carpa nos fuimos a la playa a tomar un buen baño donde encontramos varios canoeros que ya la estaban pasando bien allí, estaba tan linda el agua que algunos ni siquiera fueron a merendar el clásico queso con membrillo y galletas de campaña… yo fui una de esas!

Ya todos limpitos y cambiados cuando llegué al fogón ya estaba la carne en el fuego por lo que me fui directo a preparar una rica ensalada para acompañar la carne que se veía deliciosa. Sentada y ocupándome de tal tarea pueden creer que la charla en el fogón era la misma del camión. El Príncipe comentando que el compañero de Homero en la travesía anterior, que esta vez no había venido (un alemán muy correcto, que debutó en el canotaje en la travesía fallida anterior y no quiso repetir la experiencia), había dicho que estábamos todos locos. Claro, a él fue uno de los que le tocó pasar la noche en un lugar pésimo, todos mojados y con todo tipo de incomodidades. Lástima que no vino esta vez, donde todo fue perfecto y hermoso.

Nuestro chef Horacio, no sólo colocó carne y chorizo en la parrilla como un calabacín, papas al plomo, morrón y otras cositas más… sólo sé que cada vez que le toca cocinar lo hace mejor, para mí que se está especializando, debe estar haciendo algún curso de parrilla o mirando Youtube. Aunque pensando bien no sólo la parrilla le queda bien; en las travesías de más de una noche ha hecho unos guisos tremendos, un verdadero manjar; yo creo que está habiendo una competencia silenciosa entre los chefs canoeros porque cada vez la comida es más rica. Modestamente yo tampoco me quedo atrás con mi ensalada para acompañar la carne… la verdad es que todo estaba muy rico y comimos con muchas ganas.

A eso de las 10 más o menos…en las travesías pasa eso, principalmente la primer noche, parece que fuera tardísimo y cuando miramos la hora es súper temprano, bueno, a esa hora, ya todos súper satisfechos y agradecidos con el chef recibimos el tradicional convite chocolate de Pucho que estaba una delicia!!! Era lo único que faltaba para una cena perfecta para mí… un postrecito de chocolate. Acordamos la hora de salida del día siguiente con generosidad porque no había apuro, estábamos muy bien con el recorrido programado, dimos las buenas noches con Javier a los compañeros que seguían de charla, cuentos y risas, muy felices con sus botellas de vinos y otros con grapa miel.

Caminando los dos rumbo a nuestra carpa, parecía que estábamos en otro planeta, yo principalmente me sentía así, de tan maravillada que estaba, no me sentía en este mundo, me olvidé de todo, automáticamente quedamos en silencio; a lo lejos se escuchaba cada vez menos las voces, las risas en el silencio de la noche. La arena que pisábamos parecía más blanca por la luz de la luna, el río que se unía con el cielo y ambos con la misma cantidad de estrellas, también había un brillo plateado a nuestro alrededor y al mismo tiempo dorado y como que no se puede explicar, hay que estar ahí para ver esta maravilla de la naturaleza. Encantados por la maravillosa noche nos sentamos un rato frente al río. Ahí el silencio era total, no se escuchaba nada de nada, ni siquiera un insecto, ni el ruido del agua que solíamos escuchar otras noches. Cuando iba a comentar esto, él me dice:
- Qué silencio
- Viste, no se escucha ni el agua
- De todas las travesías que hicimos vimos cielos estrellados, ríos tranquilos con el reflejo de las estrellas, pero como este jamás pienso y le comento: Otra noche maravillosa fue aquella con los bichos de luz; ahí sí, habría pequeñas luces brillantes por todos lados;
- Verdad, era una invasión de bichos de luz
- Hasta en el piso había algunos, un poco machucados pero todavía brillando. Esa noche también estábamos maravillados y hasta fuimos a dar una vuelta por el monte a la noche mientras yo cantaba, navidad.. navidad... te acordás?
- si

De pronto él dice que está muy lindo todo, pero tengo sueño y me voy a dormir. Cepilló sus dientes rápidamente y se metió en la carpa. Yo pasé una eternidad cepillándome los dientes, no quería perderme esa noche tan maravillosa. Cuando termino doy una última mirada porque sabía que mañana ya no iba a tener más esa maravilla y para un lado se veía la luz del fogón, ya en silencio total, apenas escucho unas carcajadas a lo lejos y me río preguntándome si fue un buen chiste o ya el efecto del vino. Ya para dormir, mirando el techo oscuro de la carpa, imaginándome las estrellas me vino a la mente un canoero veterano que con razón no armaba su carpa, recién ahora lo entiendo, cerraba los ojos mirando este cielo maravilloso estrellado que no se ve en la ciudad, aprovechaba lo máximo que podía, solo inflaba su colchón y con su sobre de dormir ya estaba… eso era en invierno, en verano con una lona le bastaba.


DOMINGO

De mañana como siempre Javier ya no estaba. Hago mi estiramiento para despertarme bien y busco una fruta cualquiera. Así como algunos necesitan un mate primero, yo necesito una fruta. Fui comiendo una manzana, yendo al fogón pensando en las galletas de campaña ya calentitas en la parrilla (siempre que voy Javier se encarga que haya unas preparadas para mí), doy el bom día…!! para todos y mientras me van contestando me doy cuenta de quienes están sin mirar porque mis ojos se van directo a la parrilla mientras Javier se aproxima para avisarme que están mis tostadas…”ya las vi, gracias”. Con nuestra tremenda máquina de hacer cappuccino, esas galletas de campaña con raya marcada de la parrilla con membrillo y queso… tremendo desayuno!!!

Ya estaba todo hablado, cuántos quilómetros nos falta, a qué hora vamos a parar para almorzar, de ahí vamos a tener más margen para saber a qué hora llegaríamos al punto de salida para avisar a Mauricio, que el río iba a ser más abierto con unos buenos rápidos con piedras, todo estaba previsto. Pasamos a levantar el campamento, verificar que el fuego quede bien apagado, todo limpio de residuos, que nadie se haya olvidado alguna pertenencia y ya acomodados todos en sus canoas… seguimos.

Tal cual se hablara en el fogón el río tenía algún rápido con piedras pero ya no teníamos ramas ni árboles en el medio o atravesadas… a disfrutar pensaba yo, chau revancha, igual la verdadera revancha era ayer y no pasó nada!!! Mientras pensaba esto estábamos aproximándonos a una linda corredera… que enseguida vimos que algunos se enganchaban o escuchábamos raspones en las piedras. Como nosotros somos livianos pasamos sin problema, y enseguida fueron pasando los demás, solo que quedamos adelante y esto era una complicación para los demás, en estas circunstancias de piedras porque por donde nosotros pasábamos bien no todos podían pasar; igual íbamos avisando cuando podíamos… por el otro lado está mejor… por acá no… busquen otro lado! y así fuimos … de pronto escuchamos un ruido bien fuerte pero todavía no se veía nada, Javier comenta
-esta debe ser bien grande por el barullo, no llegas a ver nada adelante? … que no nos agarre de sorpresa.
-todavía nada… a no ser pasando esa curva que viene…

De pronto un poco antes de la curva la canoa comenzó a acelerar más fuerte … sorpresa, en plena curva era la corredera y para peor había dos piedras gigantes una en cada lado haciendo que la vuelta sea cerrada… primero intentamos ir por el medio para no darnos contra la más grande pero vimos que por dónde queríamos ir había otras piedras en el agua … ya era tarde … rebotamos en alguna piedra y esquivamos alguna otra haciendo malabarismos y alguna maniobra de emergencia, entró algo de agua en la canoa pero nos mantuvimos firmes y logramos pasar. Después de esta vuelta cerrada con la corredera el río se abría de vuelta. Encontramos una especie de playa, pero sin arena, más bien de piedra y barro y paramos ahí para achicar el agua y ver si podíamos filmar a los demás compañeros a ver cómo salían de esa sin ir al agua, pero las otras canoas ya estaban ahí… el Príncipe y Pucho al final se bajaron y estaban casi enseguida después que nosotros y también pararon para achicar… Horacio con Fernando no tuvieron suerte… se dieron vuelta y se fueron al agua. El Príncipe y Javier fueron a ayudar, Pucho y yo nos quedamos sacando el agua de las canoas y Gustavo y Federico que eran los últimos, viendo la complicación de los demás pasaron por donde habíamos visto con Javier que se podía pasar con menos complicación, pasaron directo, pararon más abajo donde los otros estaban ayudando a ayudando a los náufragos y colaboraron con el rescate.

Ya todos afuera del agua comencé a notar que mi canoa estaba llena de agua de nuevo, le comenté a Javier que me ayudó a vaciarla de vuelta. Esta vez pasé hasta la esponja para dejarla sin nada de agua y un ratito después comenzó a entrar nuevamente. Ahí nos dimos cuenta de que el golpe en la piedra había dejado una pequeña rajadura. Javier se lamenta y comenta que esta canoa nos la había dado Daniel, que era muy buena y se venía comportando muy bien, siempre que estuviera disponible se la pedíamos. Suerte que estaban cerca Fernando y Horacio porque nosotros no teníamos experiencia en reparaciones, así que dejamos obrar a los expertos y miramos atentamente y hasta filmamos para aprender los secretos de las reparaciones. La canoa quedó reparada y ya en marcha no entraba nada de agua.

Un poco más abajo paramos para almorzar, sacamos los chorizos y la carne que ya estaban asados de la noche anterior (siempre se asa por demás para que sobre para el almuerzo del día siguiente), tomates, galleta de campaña, mayonesa, kétchup y un pedazo de zapallo que había quedado de la noche anterior y que en frío estaba delicioso. El almuerzo estaba rico, el lugar estaba lindo, el día espectacular, los comentarios de los rápidos muy divertidos… pero de la travesía anterior no se olvidaban, siempre había alguno que comentaba algo… esta vez fue Fernando: “lo que se perdieron los que no quisieron hacer la revancha…” y allí comenzaron de nuevo todos los comentarios, risas, chistes…

Yo me acordé de Homero y lo que había dicho que iba a remontar el Cebollatí para encontrarnos, pero no lo vimos. De ese punto y ya sabiendo cuanto faltaba se llamó a Mauricio para coordinar la hora de llegada. Nuestro punto de llegada era Paso Averías y hacia allí nos dirigimos. Disfrutamos de unas pequeñas correderas más, siempre buscando sin éxito a Homero y luego de más o menos unas dos horas lo vimos en el punto de llegada esperándonos junto a Mauricio.

Nos ayudó con las canoas y nos comentó:
-Estaba esperándolos en el río pero en un momento pasaron unas cuantas canoas y yo convencido que eran ustedes y salí atrás, pero para cuando los alcancé me di cuenta que eran otros
Nos preguntó cómo nos fue con la revancha y primero le dije cualquier disparate … y me estaba creyendo cuando me apiadé y le dije la verdad, que no pasó nada de nada. Me dijo “en serio?”, todavía medio confuso.

Ya todos en el camión de regreso al club seguíamos con el mismo tema de la revancha porque no solo Homero quería saber sino que todos querían contar que no tenía nada que ver con la pasada.

Lo único que me quedó claro es que cada travesía, por más que vayamos al mismo lugar que ya fuimos nunca va a ser igual y por las dudas siempre hay que ir bien preparados. Me acomodé para dormir y con los ojos cerrados los iba escuchando… ahora sí, la conversación era una ensalada, no solo hablaban de la travesía pasada comparándola con ésta, de todas las preparaciones que al final no pasó nada, de la diferencia del río, del rápido que estuvo bueno… cuando siento alguien sacudiéndome… era Javi, “toma la llave del auto y guarda nuestras cosas que yo voy a ayudar con las canoas”. Todo en su debido lugar, nos despedimos y nos fuimos cada uno a su casa a continuar los cuentos con la familia y lo buena que estuvo la “revancha.”

Fin por fin,
Feito por min ..!!

Relato: Rosiete Torres
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL







Arroyo del Aiguá - Canotaje Travesía - Mar 2017

Si no visualiza este video correctamente, haga clic aquí: www.youtube.com