Río Uruguay- Nov/2005



Bitácora:


Curso: Río Uruguay
Recorrido: Paso de la Balsa (Arroyo Negro) - Nuevo Berlín
Distancia: 75 km
Estado del Cauce: -
Clima: -
Días: 5
Lugares / acampar: -
Año: 2005
Fecha: 28/10/2005 al 2/11/2005
Departamento: Paysandú -Río Negro
Recorrido en Google Earth RioUruguay.kmz
Fotos:  


Río Uruguay

28 Octubre al 2 de noviembre de 2005


Foto de portada del relato

Viernes 28 de octubre, quedamos de encontrarnos para comer unos choricitos antes de salir a eso de las 12 (engañados por el Chino porque el camión venía a la 1:00).

Acomodamos las cacharpas y salimos un poco retrasados por un pequeño inconveniente de nuestro esorganizador…… en fin un descuido.


A las 2 y pocos minutos salimos rumbo a nuestro Río, del camino y la ruta sé lo que dicen porque me dormí todo en el camión, repito versiones: Ruta 3 , viaje tranquilo, muy muy frío, se rompió algo del camión por ahí ( escuché la broma del Chino: no tenés un motor en la tarrina??!!) solo sé que amaneció abrí un ojo y seguí durmiendo hasta que paramos en una ANCAP y ahí sí, al baño, mate etc., nos despabilamos todos.

Cruzamos desde Río Negro a Paysandú y debíamos dejar la ruta 3 para tomar el camino que nos conduciría al inicio de nuestra travesía - de navegación, porque la travesía terrestre ya había comenzado. Y es lindo también, aunque a veces se padezca un poco, parte de la travesía es sin lugar a dudas el viaje en el camión.


Luego nos dimos un lindo baño de agua caliente y partimos en una camioneta alquilada a recorrer el pueblo guiados por un Ruso muy polémico a la postre, Don Pablo.

Dimos una vueltas por ahí, fuimos al cementerio donde estaba la tumba de Roslik y por casualidad (supongo) estaba su hermano que nos hizo un popurrí de relatos referentes a su familia por demás interesantes. Acto seguido nos aprovisionamos ( o avituallamos como dice Leo) de arroz, vino fruta y alguna otra cosa, para volver luego al camping donde Carlos el pescador del grupo nos esperaba con una carpa y una boga que supimos saborear frita en la cena junto con unos fideos al pesto de chuparse los dedos.

Justo cuando terminamos de cenar picó algo raro, Carlos llamó pidiendo ayuda a Sandra y fuimos todos claro, era una manta raya, la pobre hacía unos ruidos y por unanimidad dijimos de tirarla al río, teniendo en cuenta que ya habíamos comido y se iba a echar a perder para el día siguiente.

La noche estaba clarita, fría pero iluminada por tantas estrellas que incluso Venus se reflejaba en el río como si fuera la Luna.


El amanecer espectacular, despejado y tranquilo, el río estaba playo playo, daba ganas de salir de la carpa para sentarse al fogón y tomarse unos matecitos que los madrugadores de siempre tienen pronto para dar los buenos días a los que van saliendo.

Otro desayuno largo tuvimos, nuevas consultas a los mapas, esta vez en conjunto con Mauricio, el camionero, que se había venido de Paysandú a San Javier para seguirnos de cerca.

Arrancamos, con una breve parada de una delegación a comprar pan y otras provisiones que habíamos olvidado. El río estaba espléndido, parecía un espejo, una suave corriente a favor y cero viento nos ayudaban, tuvimos una navegación buenísima. Ahí empezaron las islas a nuestra derecha, o sea que dejamos de ver la costa Argentina, nos pasó la chata que transporta los barcos por el canal, hubo contacto con varios personajes que pasaban pescando o poniendo trampas de abejas, gente interesante se cruza por estos lados.

Y justamente en varias ocasiones durante estos días comentamos lo lindo de hacer estas travesías, más “descansadas” digamos, donde nos tomamos tiempo de bajar de las canoas y pisar tierra firme, es charlar con la gente del lugar, escuchar sus cuentos y anécdotas, que reales o adornadas, son muy valiosas. Las personas se brindan con una calidez que nos dejan felices.

Paramos a comer en un lugarcito muy cómodo, debajo de unos sauces, si mal no recuerdo, hicimos un lindo picnic con sopa instantánea y todo. Y nuevamente al río, ahora si consultas varias a los mapas y GPS, entramos por el Arroyo Román a nuestra izquierda. Arroyo bordeado de pinares ahora si con un poco de viento, pero con el sol de atrás era un lujo darse vuelta para mirar el paisaje. Este último tramo desde una paradita técnica que habíamos hecho para tomar unos mates y descansar los músculos además del sol que apretaba, hubo un cambio en las tripulaciones de dos canoas, (swingers que le llaman, y bué hay que hacer de todo en esta vida) y rema que te rema llegamos a un recodo del arroyo donde encontramos el famoso saladero donde los dueños de casa nos acogieron para una breve visita. Dos varones y una señora los tres hermanos Montañés, que con toda amabilidad nos mostraron las paredes que quedaban del antiguo saladero y dimos una pequeña vuelta por sus instalaciones y su jardín. Sacamos algunas fotos y nos saludamos cordialmente. Uno de los hermanos nos acompañó hasta un bosque para que acampáramos y resultó ser un lugar por demás apropiado para hacer campamento. Nos instalamos, como ya era costumbre el pescador y el radioaficionado daban un toque particular a nuestros campamentos. Aquí pudimos apreciar un maravilloso atardecer, tomamos mate abundante y sin mucha prisa nos dispusimos a cocinar un rico arroz con arvejas huevo duro carne panceta, riquísimo nos quedó, fue muy cooperativa la cena, comimos bebimos y como siempre con el techo empapelado de estrellas de nuestro hotel, daba pena irse a dormir, tanto así que varios durmieron fuera.


El desayuno de este día fue pintoresco porque degustamos una tararira a las brasas con limoncito y todo que salió del arroyo por invitación de Carlos.

Amaneció otro día hermoso, despejado y templado, pero medio ventoso. Salimos un poco tarde como ya era costumbre del grupo, sin pausa pero sin prisa, el arroyo estaba lindo y enseguida tomamos por un canal sobre la izquierda del río, un paisaje distinto, muchos ceibos y la orilla tapizada de camalotes.

Paramos en un lugar muy pintoresco que tenía un palafito donde supimos sacar unas fotos, almorzamos los restos del arroz carretero y de un tintillo, fruta y agua. Descansamos un poco y arrancamos de nuevo acompañados por un sinfín de islas en nuestra navegación y poco a poco el río se fue ensanchando con algunas olas que lo hacían más emocionante. Y despacito llegamos a Nuevo Berlín donde nos esperaba el destino de nuestra travesía. Buscamos lugar para acampar y finalmente nos quedamos del otro lado de un muelle en un camping con quinchos, baños y todo. Salimos a hacer unas buenas compras para la cena, asadito, chorizos, morcillas y ensalada, pero antes para el mate unas tortas fritas que hizo Gabriel y estaban deliciosas.

Después de salir del deslumbramiento del atardecer de ese martes 1º de noviembre, prendimos el fuego y el asado quedó de rechupete, esta vez lo acompañamos con unas cervezas que compramos en el parador que había en el camping. Lo que deja ver que nuestra travesía tuvo unos destellos de urbanidad no acostumbrados por lo general, que si bien le quitan el encanto del camping en la soledad del monte, le dan un cierto confort que después de 4 días venía bien. Dormimos a la orilla del Río, algunos fuera como siempre, una noche ventosa pero despejada y hermosa.


Amaneció una ventolina de novela, pero el fueguito listo de los madrugadores nos iba recibiendo de a poco con su calor y un mate, que mejor amanecer puede tener un canoero por el Río Uruguay!!!!

Tranquilísimamente desayunamos y conversamos gran variedad de temas hasta que el sol fue calentando y alertándonos de un gran calor que se venía, por lo que nos dispusimos a levantar campamento y salimos rumbo a Montevideo.

Parada técnica en el pueblo de Nuevo Berlín nos condujo a almorzar abundantemente en un boliche de ahí, y después si con la panza llena emprendimos retirada.

El viaje de vuelta estuvo cansador como siempre y muy acalorado, medio largo pero el que quiere celeste que le cueste. Paramos un par de veces, una de las cuales nos valió para quitar la sed del calorón del camión con unas cervecitas bien frías, fue en el pueblo Florencio Sánchez. Después de la cerveza pasaron las horas salieron unos mates con restos de pizza y torta de naranja añejada en la tarrina. Cabe señalar la asombrosa capacidad de nuestra compañera Elena para dormir en el camión sin problema por la hora, el calor o los pozos del camino.

Y llegando a Montevideo ni bien pasamos el puente de Santa Lucía sobrevino la urgencia de ir al baño, la estación de servicio tenía el baño clausurado, el club de enfrente solo tenía baños para caballeros, por lo que Sandra y yo tuvimos que hacer efectiva la toma de la comisaría de Santiago Vázquez, al mejor estilo Introini aunque obviamente inigualable a la toma de la escuela de policía de La Paz.


Y así fuimos recibidos en el ACAL, en una tarde hermosa de feriado para algunos elegidos, por los compañeros del club que siempre vienen a ayudar a bajar las cosas y a preguntar por detalles del río y anécdotas que nunca faltan.

QUE NUNCA FALTEN LAS ANÉCDOTAS Y SUS PROTAGONISTAS!!!!


Relato: Geraldine Sanjurjo
Fotos: Geraldine Sanjurjo







Río Uruguay - Canotaje Travesía - Oct 2005

Si no visualiza este video correctamente, haga clic aquí: www.youtube.com