Río Santa Lucía - Mar/2005 (Parador Tajes - Las Brujas)



Bitácora:


Curso: Río Santa Lucía
Recorrido: Parador Tajes - Isla de Collazo - Las Brujas - Parador Tajes
Distancia: 34 km
Estado del Cauce: Óptimo - algo de corriste debido a la marea
Clima: Cálido
Días: 3
Lugares / acampar: Aceptable
Año: 2005
Fecha: 25/03/2005 al 27/03/2005
Departamento: Canelones - San José
Recorrido en Google Earth rslptlb05.kmz
Fotos:  


¿OTRA VEZ EL SANTA LUCÍA?


Foto de portada del relato

Y si, otra vez. Una semana antes de turismo, Carlitos ya estaba nervioso (¿puede ser posible?). Después de meses de variantes en el aparejo, de innumerables cambios de ubicación de mástil orzas y flotadores y de tozudo combate con el timón tratando de mejorar su rendimiento, quería probar las posibilidades de su canoa a vela en un río. Estaba satisfecho con su comportamiento en aguas del Acal, donde, con vientos suaves desde luego, ceñía satisfactoriamente. Pero una cosa es el mar, donde casi siempre sopla viento, y otra un río, con vientos inconstantes y fuertes corrientes. Descartada mi participación en la travesía del Tacuarembó, me plegué al proyecto.

Enterado Gustavo decidió también participar con su Snipe y luego también Pablo y Juani con un láser. Y así salió esta primera travesía mixta: vela y remo por el Santa Lucía. A la altura del parador Tajes, ya la anchura del río permite navegar a cualquier rumbo, y sus aguas, en general tranquilas, nos aseguraban las mejores condiciones para este primer ensayo. Y el viernes de turismo marchamos hacia el Tajes: tres canoas incluyendo la de Carlitos, el Snipe de Gustavo, el Besugo (tablón de windsurf adaptado a kayak) y ocho tripulantes. Pablo y Juani acordaron unírsenos con su láser en el punto de partida y Julio y Martín nos visitarían el sábado en el campamento. No teníamos prefijado el destino. La propuesta era vagabundear por el río siguiendo los veleros y acampar donde nos encontráramos al anochecer.

La partida fue auspiciosa: Con brisa soplando del norte, el Estela de Gustavo remontaba ciñendo, por lo que decidimos navegar aguas arriba. Pero para cuando Carlitos terminó de aparejar, la calma era casi completa y el río decidió por nosotros: aguas abajo y a esperar el viento. La corriente y algunas ráfagas nos permitieron llegar a mediodía hasta paso del bote donde almorzamos. Para entonces, ni corriente ni viento. Gustavo decidió entonces suspender su frenética gimnasia sobre el Snipe (orientar velas, corregir el ángulo del timón, renegar de su suerte) y resignado prendió el motor (de dos tiempos, nunca falla) que arrancó bien, marcho algunos minutos, tosió con ganas y se paró definitivamente. Carlitos entretanto imperturbable como siempre. Como no había viento, simplemente remaba. El imprevisto contratiempo (¿cómo pudo fallar si hasta hace un rato andaba bien?) obligó a Gustavo y a Armando (su tripulante) a remar como galeotes. Con el agravante de que el río comenzaba a crecer y la corriente estaba en contra. Así las cosas decidimos acampar en la Isla Collazo (canal del medio). Y lentamente, con el Besugo intentando remolcarlo, hasta allí llegó el Snipe. Ya las canoas, adelantándose, habían detectado un acceso en la barranca y sus tripulantes, machete en mano, prepararon un campamento inmejorable: buena altura sobre el río, espacio para armar las carpas, leña seca en abundancia y sombreado por grandes eucaliptos. Y de noche, asado, fogón y cuentos, esperando a Martín y Julio, que remando de noche llegaron a tiempo para la cena.

Dado el insuceso con el motor y las buenas condiciones del lugar, decidimos mantener el campamento fijo y el sábado nos dirigimos a remo hasta Brujas. Recorrimos concienzudamente la isla Don Felipe (Valeta) descubriendo excelentes zonas de camping (todas ocupadas) y vueltos al campamento devoramos parte del asado sobrante y a descansar, preparándonos para la posible remada del día siguiente remolcando el Estela. Esa misma tarde y con retraso considerable llegaron Pablo y Juani en el láser. Por suerte, el domingo de mañana cuando nos preparábamos a volver al Tajes, el patrón de uno de los veleros anclados en el canal del medio nos ofreció remolque para el Snipe, y al salir del abrigo de las islas sopló viento suficiente para los veleros. Por fin, Gustavo, Carlitos, Pablo y Juani se dieron el gusto de navegar a vela por un río.

Por esta vez, la semana de turismo se mostró clemente y desmintiendo su mala fama, el tiempo se presentó soleado y caluroso durante los tres días. Como contrapartida, tábanos de día y mosquitos de noche, turnándose disciplinadamente, nos acribillaron a conciencia y de poco sirvió el contraataque que organizamos en base a repelente y espirales. Como de costumbre, reinó la camaradería y resultó así tan disfrutable el campamento como la remada. Diez puntos para los debutantes (Sandra y Leonardo) que se integraron tan bien al grupo, colaboraron tan eficazmente y demostraron todo el tiempo tan buena onda, que no parecía sino que no habían hecho otra cosa en su vida que salir de canotaje con nosotros. Ah! y otra cosa: aparte de las virtudes ya conocidas, el Besugo se reveló como una excelente mesa de camping. En síntesis: una exitosa aventura vélica (si, está bien escrito: tiene que ver con vela y no con guerra.)

Relato: José Matos
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL







Río Santa Lucía - Canotaje Travesía - Mar 2005

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