Río Santa Lucía - Ene/2005 (Paso Roldan - Bolívar)



Bitácora:


Curso: Río Santa Lucía
Recorrido: Paso Roldan (R 107) – Bolívar (R7)
Distancia: 42 km
Estado del Cauce: Bajo
Clima: Caluroso a lluvioso
Días: 2
Lugares / acampar: Bueno
Año: 2005
Fecha: 29/01/2005 al 30/01/2005
Departamento: Lavalleja - Canelones - Florida
Recorrido en Google Earth rslprb05.kmz
Fotos:  


TRAVESÍA “RÍO SANTA LUCÍA de Paso Roldán hasta Bolívar”


Foto de portada del relato

29 y 30 de Enero de 2005
Después de unos meses (desde Noviembre del 2004 que navegamos el Arroyo San Carlos) y varios intentos para concretar una de esas travesías de las que estamos acostumbrados, pudimos ponernos de acuerdo y convocar un grupo bastante interesante (16 integrantes) para navegar por el Río Santa Lucía, desde Paso Roldán (cruce del río con la ruta 108) hasta el pueblo de Bolívar, siendo la distancia a recorrer aproximadamente de unos 37 Km.

El sábado 29 de Enero nos juntamos en el Club a las 5.30 hs AM, con las intenciones de poder “arrancar” a las 6 de la mañana, cosa que no pudimos hacer por el retraso de dos integrantes del grupo, al llegar éstos media hora más tarde partíamos hacia paso Roldán.
Esta travesía, aparte de ser la primera del año 2005 contaba también con un condimento especial, todos queríamos saber cómo se iba a comportar navegando “EL BESUGO” (una embarcación que nace gracias a la inventiva de nuestro queridísimo José Matos), dicha embarcación está armada sobre una vieja tabla de Windsurf (de las largas) a la que le agregó una quilla chica sobre popa y una serie de cuerdas que sirven para poder colocar la carga personal como también darle una ubicación segura al asiento del tripulante.
En el entorno de las 9 hs. llegamos al punto de partida y mientras la mayoría de los integrantes se dispuso a bajar las tarrinas y canoas, yo por mi lado junto con otros dos fuimos hasta la base del puente con el fin de constatar la altura que presentaba el río, es así que pudimos ver que el nivel del agua estaba 10 cm. por debajo del “cero”; este nivel nos hizo suponer que en más de un lugar tendríamos que caminar por no tener agua suficiente.

Luego de terminar de acomodar la carga en las canoas pudimos constatar que “EL BESUGO” lograba hacerse al agua sin contratiempos (soportó flotando la carga y al tripulante), solamente quedaba por verificar qué tan buena navegabilidad podía tener (personalmente y después de una pequeña demostración, tenía total certeza que este “invento” iba a ser todo un éxito).
Nuestra mayor preocupación se centró entonces en el bajo nivel del río y dada nuestra modesta experiencia en este trayecto (con la presente es la tercera vez que lo hago), teníamos serias dudas de poder cumplir con nuestra meta de hacer más de la mitad del recorrido en esta primera jornada.

A los pocos kilómetros nos encontramos con un río cuya vegetación se empezaba a cerrar creando un trayecto en galerías, notamos claramente que nuestra sospecha inicial cada vez más tomaba cuerpo y no mucho más adelante encontraríamos las primeras dificultades, troncos caídos y ramas trancadas que nos obligó a echarnos al agua para pasar las canoas por arriba de los troncos y realizar limpieza con machete para lograr avanzar.
Podemos decir que este primer día de travesía en sus ¾ partes fue realizado principalmente con muchos contratiempos debido a lo que el río nos presentaba, bajo nivel de agua y río trabado por troncos y ramas que la poca corriente existente no se encargaba de “limpiar”.
Entre tanto contratiempo pudimos verificar con suma alegría lo que anteriormente habíamos sospechado, “EL BESUGO” era todo un éxito, porque no solamente logró una navegabilidad envidiable sino que también su peso, notoriamente menor al de una canoa, hizo posible que con menos esfuerzo se pudiera “pasar” por encima de los obstáculos, cosa para nada desaprovéchable en situaciones como las que describí anteriormente.

En el entorno de las 18 hs. nos dispusimos a ubicar un lugar para acampar, encontrando a pocos kilómetros de Barrancas un arenal bastante “potable” sobre la margen izquierda con una altura considerable con respecto al río y precisamente en él decidimos armar campamento por ser bastante amplio y también porque nos “corría” el horario (solamente nos quedaban 2 horas de luz). El grupo se organizó muy bien para hacer un campamento bastante holgado de espacio debido a que el lugar así lo permitía. El río daba una curva hacia la izquierda y luego hacia la derecha por lo que seguidamente de la primera curva se formaba una ensenada permitiendo llegar con las canoas sin tener problemas con la corriente (que por cierto era bastante poca), y precisamente en ese lugar se ubicaron algunas carpas (tres para ser más exactos).

El campamento transcurrió dentro de los parámetros normales, fogón de por medio nos dispusimos a preparar el tradicional asado, y mientras éste se iba cocinando bajo la “batuta” de Pablo, el Chingolo se encargó de calentar unas pizzas con muzzarella que llevó, lo cual fue bienvenido por varios de los integrantes (me incluyo, por supuesto). En otros el cansancio por el trajín de esta primera etapa se hizo sentir haciendo que varios se fueran a hacer carpa sin cenar (no les dio el combustible para esperar el “asado”).

La nota diferente que se dio en este campamento fue el contacto de tercer tipo con un animal desconocido que tuvo Patricia, este “animalejo” se acercó lo suficiente al lugar donde ella había armado la carpa llegando el extremo de “abrazarse a una de sus piernas” (que bicho garronero y también envidiado por varios) según nos contó más tarde en medio del nerviosismo que le dejó esta situación. Hasta ahora no sabemos que pudo haber sido; dentro de nuestras suposiciones creemos que el “animalejo garronero y tocapierna” pudo ser un “mano pelada” o algún “monito” que se encuentra perdido o abandonado en el lugar. De cualquier forma fue una nota “diferente” y una anécdota más para engrosar nuestra bitácora.

Más entrada la noche se levantó un viento bastante fuerte que obligó a tomar precauciones con las carpas con el fin de evitar que éstas se volaran, como lo que les pasó a Camilia y Carola que tuvieron que cambiar de lugar la carpa porque el viento la “voló”, y que por supuesto fueron asistidas por el Pelo y un servidor para realizar el correspondiente traslado.
Luego de la cena se fueron retirando casi todos y solamente el que relata junto con Matías nos quedamos haciendo la “guardia” hasta terminar de hacer el asado para el mediodía siguiente, luego de esto nos fuimos a nuestras respectivas carpas para tener un merecido descanso.

La mañana siguiente se presentó bastante nublada lo que hizo presagiar que probablemente tuviéramos una jornada con lluvias (el meteorólogo Vázquez Melo así lo había anunciado), no obstante nos dispusimos a disfrutar de “esta mañana nublada” mate de por medio alternando con algunas “tostadas de galletas de campaña” hechas sobre la parrilla, sobre el entorno de las 8.30 comenzó a lloviznar, lo que nos obligó a apurar la “levantada” del campamento dejando de lado el mate y tostadas. Media hora más tarde caía una lluvia bastante fuerte con una tormenta eléctrica no muy lejana.

Nos hicimos al agua comenzando a recorrer el último tramo fijado, nuestro destino el pueblo de Bolívar. Este segundo tramo fue bastante más aliviado en cuanto a “trancadas” porque no encontramos tantos obstáculos (ramas o árboles) pero seguimos con un nivel de agua bastante bajo lo que nos obligó a caminar en algunos trechos. En el entorno de las 13.30 hicimos un “parate” para almorzar en una playa muy amplia, cosa que nos vino muy bien para poder recuperar energía, nos imaginamos que estábamos aproximadamente a dos horas de Bolívar. Una hora más tarde reanudábamos el recorrido remando sin parar hasta nuestro destino, Bolívar nos estaba esperando.

Es así que cerca de las 16.30 llegamos al mismo. Como siempre, el grupo se organizó para trasladar tarrinas y canoas y realizar la carga correspondiente en el camión de nuestro amigo Mauricio, que nos estaba esperando puntualmente como es su costumbre. Luego de acomodados en el camión, emprendimos el regreso al club que se hizo bastante ameno refrescando las anécdotas de la travesía.
Llegamos al final de otra “aventura” en nuestros ríos, otros dos días que pasan a enriquecer nuestra experiencia de canoeros, conocimientos y convivencia con un grupo de gente que hace valer oro los diferentes momentos y nos hace seguir adelante para programar nuevos destinos. Saludos a todos, y nos vemos en la próxima.

Relato: Luis E. Vignolo
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL