Río Santa Lucía - Abr/2005 (Parador Tajes)



Bitácora:


Curso: Río Santa Lucía
Recorrido: Parador Tajes
Distancia: 1 km
Estado del Cauce: Muy crecido, fuera de su cauce
Clima: Cálido y soleado
Días: 3
Lugares / acampar: Bueno - Parador Tajes
Año: 2005
Fecha: 16/04/2005 al 18/04/2005
Departamento: Canelones - San José
Recorrido en Google Earth rslpt05.kmz
Fotos:  


¿Una travesía muy conversada?


Foto de portada del relato

Y sí..., es que más y más gente le va tomando el gustito a recorrer ríos en canoa. Cada uno al sumarnos al grupo lo hacemos con nuestros gustos, ideas e ilusiones. Hay quienes gustamos de las emociones fuertes, corrientes rápidas y adrenalina. Otros gustamos del ejercicio, queremos remar mucho y recorrer trayectos largos cada día. También estamos los que disfrutamos de travesías tranquilas, remar poco, lindos paisajes, campamentos largos y pescar.
Es que este tipo de actividad permite darse todos estos gustos.
Podemos ir variando y en diferentes salidas buscar diferentes aventuras.
Al crecer el grupo podemos darnos el lujo de realizar travesías simultáneas cubriendo objetivos diferentes.

Así ocurrió en este mes de abril del 2005. Muchos se sorprendieron, al llegar a las reuniones preparatorias, se encontraron con que se podía elegir entre una travesía de dos días (sábado y domingo) desde Paso Pache a Aguas Corrientes y otra travesía tranquila de tres días por el San José, pocos kilómetros y pesca.
“Yo trabajo el lunes, sólo dispongo de sábado y domingo” decían algunos. “En este fin de semana largo quiero aprovechar los tres días” decían otros y no faltó quién no podía ir ya que su hija cumplía años (... por segunda vez en este año...).

¡Vengan señoras y señores que hay para todos los gustos!

Aún no hay costumbre de tener la libertad de elegir y a algunos nos pareció que se trataba de una división del grupo y que “no puede ser que salgamos divididos”. Luego de intentar realizar una mediación para unificar criterios, llegamos a que los que haríamos la travesía tranquila (muy tranquila) con pesca, cambiamos el recorrido original de modo de salir con el mismo camión (bajando costos de ambos grupos). Como siempre la disposición de Mauricio y su camión fue un ingrediente de lujo para lograr tan complicada planificación.

El miércoles previo a la salida, en un mismo lugar, el querido Club Acal, y en mesas diferentes, cada grupo ajustaba los detalles necesarios, qué cosas se llevarían y quién llevaba qué.

Por fin llegó el gran día y partimos hacia Paso Pache para que el primer grupo pudiera sentir los placeres del agua; del Santa Lucía. Al llegar comprobamos que (lógicamente) luego de tanta lluvia el río estaba crecido y corría (¡cómo corría!). Si será lindo esto de tener libertad que, un integrante del segundo grupo, al ver correr de esa manera al río, cambió de opinión y de grupo, quedando atrapado por tal carga de adrenalina, que por supuesto no nos molestó su actitud sino que nos gustó.

“¡Niños!... que cada uno guarde las galletas que le corresponde,... ¿a quién le falta canoa? Hay canoas demás,... que se queden en el camión... ¡Eh... bajen la canoa del camión que falta una!”
Una vez que verificamos que estaban bien organizados, que no sobraba ni faltaba nada, los abandonamos a su suerte para dirigirnos a cumplir con nuestra misión: Una travesía tranquila, muy tranquila y con pesca.

Llegamos al parador Tajes con el objetivo de remontar el Santa Lucía, y una vez que llegáramos al San José, remontarlo hasta una hermosa playa donde realizaríamos esa pesca tan anunciada.
“¿Y esto qué es? ¿Aquí también está crecido? ... ¡Cómo corre mamita!”

¡Niños... anoten en su libreta de deberes: Repetir 100 veces, si en la semana previa a una travesía llueve, y mucho, en la cuenca de un río, este estará crecido!

Hacía un mes que habíamos estado en este lugar y se notaba un crecimiento del río de cerca de 3 metros de altura.Seguramente la hermosa playa en la que haríamos la pesca, sólo existía bajo el agua y el único campamento posible por el San José sería en la isla del Pajarero (¿sería?).
Bajamos las embarcaciones (dos canoas y una tabla convertida en “besugo II”) éramos sólo cinco personas (Sandra y Leonardo, enamorados entre sí y de esta su segunda travesía, Martín, que extrañando a su fiel compañero Julio, vino con Gustavo, el cuñado de ambos y Carlos, quien escribe, tristemente conocido bajo el apodo de Carlitos).
Una vez cargadas las tarrinas en las canoas comenzamos nuestra tan anunciada como planificada travesía tranquila. Caminamos por la orilla guiando a las canoas unos cuatrocientos metros. Bajamos las tarrinas y...
Nos propusimos realizar una investigación científica de nuestra situación:

1) Observación objetiva de la realidad. ¿El río seguía creciendo? Como nos enseñaron clavamos un palito en la orilla para detener la crecida y evaluar su desarrollo.
2) Hipótesis, si podemos remar contra la corriente...
3) Tesis, podríamos llegar a la isla del Pajarero o por lo menos ir al “campamento de la palmera” que es un lugar alto.

Demostración:
Martín con la tabla, sin carga y con remo doble intentó remontar la corriente.
Remó como diez minutos sin parar y a buen ritmo, sin avanzar ni siquiera un metro. ¿Se olvidó de levantar el ancla? Mientras esto ocurría el primer palito clavado en la orilla no logró frenar la crecida de aproximadamente tres centímetros en la hora.

Primera conclusión: no podemos remontar la corriente (por lo menos por el momento) y como nuestra travesía es tranquila y de tres días, no tenemos apuro. Acampamos en el parador Tajes a la espera de evaluar, al día siguiente, como se presentaría la situación.

Travesía tranquila y de pesca, tranquila había comenzado ya que el primer día no navegamos, pero ¿pesca?, con esta corriente seguramente no quedan peces en el río.
Como somos persistentes, colocamos la red para atrapar alguna mojarra que sirviera de carnada para piezas mayores.
Mientras esto ocurría, Martín y Leonardo, con una canoa vacía, cruzaron con cierto esfuerzo a la isla del Francés con la misión de llegar (por la otra margen) hasta el brazo corto del San José y observar qué corriente tenía. Luego de un rato retornaron con un remo roto, habiendo alcanzado únicamente el arroyo de la Lista.
Cada pocos minutos, el tema era recurrente, ¿cómo estará pasando el primer grupo? Con esta corriente, cada percance ha de ser difícil de vencer.

Un paisaje hermoso, de un río crecido mostrando exuberante su caudaloso poder y algunas lanchas (que a fuerza de muchos litros de combustible) con motores quejosos, apenas avanzaban contra la corriente.

El campamento de una noche, con buenas instalaciones, un lindo y abundante asado, poca leña y regado generosamente con vino (cortado como corresponde), permitió desarrollar una charla profunda (al comienzo), más superficial luego y finalmente por completo incoherente (todos estos cambios ocurrían a medida que aumentaba la cota (¿del río? ...no de vino). Debo señalar, que siempre, y a todo nivel de la cota, reaparecía nuestra preocupación por la suerte que estaría corriendo el primer grupo.

Cada travesía tiene sus anécdotas y sus frases célebres, y así como en la anterior fue: “el motor de dos tiempos nunca falla” mientras se negaba a funcionar. En la actual: “hagamos un plan de negocios” y luego “60/40”, no entraré en detalles del significado de estas frases ya que no quiero ofender la sensibilidad de los participantes.
La participación de Gustavo (el novato que sustituía a Julio, compañero inseparable de Martín) tuvo tal éxito, que al poco rato, para llamar a Gustavo decíamos “JULIO”. Y así, novato y todo, Gustavo impuso, durante la noche, la segunda frase: “¡Qué fino es el sobre de Julio!”.
Como suplente de José, me tocó la responsabilidad de levantarme primero (aunque no tan temprano) para realizar el ritual de “los pequeños ruidos que irán despertando a los demás”. Mientras lo realizaba comprobé que no sólo había crecido más el río, sino que lo seguía haciendo a mayor ritmo ignorando los palitos clavados e ignorando también los ladrillos (que como medida desesperada) intentaban detenerlo.

Debíamos tomar una resolución: O nos quedábamos acampando allí, o como único rumbo, tomar río abajo, con la ilusión de encontrar un lugar seco para acampar en la isla Collazo o en Puerto Victoria (¿sería posible con casi cuatro metros de creciente y en aumento?). Mientras evaluábamos la situación, aparecen dos fantasmas... “¿qué hacen aquí el Chino y el Puchi?”
Nos explican de sus peripecias y cómo se separaron del grupo para pasar solos la noche. (Ellos deberán realizar su increíble crónica, yo no me atrevo).
Los demás deben estar muy preocupados por su ausencia, por lo que intentamos llamarlos por teléfono para avisarles que estaban sanos. Les dejamos mensaje en el contestador (ya que se negaron a atendernos). Llamamos a Mauricio para ver si tenía alguna novedad y nos respondió que: “Tengo una mala noticia, se perdió el Chino”... pero ¿qué pasa? ¿El Puchi no importa?... y como nunca falta un desubicado, alguien gritó: “¡Esa no es una mala noticia, nosotros tenemos una noticia peor, encontramos al Chino!”.
El resto es historia, todo el primer grupo llegó al Tajes, disfrutaron de nuestras increíbles instalaciones y nos agasajaron con tan espectacular guiso (zanahoria y zapallo incluidos) que le será difícil a Sandra superarlo.

Finalmente, Martín y Gustavo se quedaron para realizar una expedición río abajo, las conclusiones son muy importantes: ¡Que quede registrado, “cuando en el parador Tajes la crecida llega al borde del murallón del embarcadero, tal vez sea posible acampar en el canal del medio, en la isla Collazo y se podrá acampar en Puerto Victoria”

El grupo humano espectacular, siempre dispuestos, y por demás, a realizar las tareas comunes.

Misión cumplida!!! Una travesía tan, pero tan, tranquila que no navegamos y una pesca... que nos servirá de excusa para otra salida.

Relato: Carlos Leibner
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL





Río Santa Lucía - Canotaje Travesía - Abr 2005

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