Construyen sus propias embarcaciones los integrantes del CLUB NAUTICO ACAL


MUNDO URUGUAYO

Por ANA HOCHMAN

Cuando creíamos que todos los jóvenes nuestros se habían convertido en bailarines de rock and roll sin tener interés por otras cosas, nos encontramos en una modesta calle del Buceo con un grupo de muchachos dedicados a la construcción de canoas. El movimiento comenzó unos dos años atrás cuando un joven estudiante de la Universidad del Trabajo, después de amasar sueños durante algún tiempo, logro reunir recursos para hacer con sus propias manos una canoa.

Reunió planos, sueños, sus reducidos ahorros y comenzó a darle realidad en la propia vereda de su casa de la calle Mahoma. La muchachada del barrio comenzó a prestar atención y alguno que otro se ofrecía para sostener las maderas o colaborar en la pintura. Como todos estudiaban o trabajaban, había que hacer la tarea en los ratos libres y de allí que tardara hacerse realidad un largo sueño.

Pero este tiempo estirado creo un verdadero hábito en la muchachada y permutaban sus juegos de pelota, sus conversaciones de esquina o su viaje al centro, por la colaboración en algo que veían crecer y tomar forma. No falto el que también deseara hacer su canoa y así trabajando en la calle reuniendo esfuerzos y estrechando amistades, nacieron las dos primeras canoas del actual Club Nautico Acal.

Visitamos el club en la rambla Chile. Nos quedamos sorprendidos porque ya sabemos que todo ha sido hecho con franco convencimiento, verdadero gusto por la naturaleza y por lo auténtico de lo primitivo. De allí el verdadero nombre del club que significa canoa. Todo ha sido logrado con esfuerzo. El terreno en calidad de préstamo, sobre el que se ha levantado un modesto pero muy hermoso local con el resultado de un beneficio.

Un local de madera que hace recordar las construcciones australes de Chile o sur argentino, con vista a la playa de cualquier lado que se mire y alhajado con lo que han tenido o lo que pueden traer. Desde la silla donada y ya remendada artísticamente, hasta la elegante y simpática mesita hecha de troncos recogidos en el propio terreno. Todo de muy buen gusto sin tener que envidiar al club más pudiente ya que en Acal todo es fabricado por los propios socios, luciendo con verdadera belleza las ventanas con su cortina de arpillera recogida, los multiplex motivos marítimos o no, las plantas interiores, el piso de portland hecho por alguno de los muchachos que nunca lo habían hecho hasta entonces y que asesorándose, interesándose y deseándolo, han logrado hacerlo a la perfección.

Tampoco ha faltado el detalle de la calefacción, resolviéndolo como se hace en tantas zonas frías y donde sus habitantes no tiene medios para llevar a cabo instalaciones depuradas. Estos muchachos han instalado un simple tanque al que han convertido en una espléndida caldera donde pueden hacer la combustión de variados productos con resultados caloríficos esplendidos.

A este local acuden en sus horas libres para conversar y planear actividades, para jugar a las cartas o al volleyball, para construir canoas ya que cada socio tiene la obligación de intervenir en dichas construcciones. Observando esta tarea, pensamos hasta donde llega la inteligencia humana cuando se ingenió y animó a desafiar a algo tan poderoso como es el agua.

Las siete canoas del Acal, pintadas de diferentes colores y respondiendo a los tipos de construcción canadiense y kayak (esta última es modelo esquimal para un solo tripulante), han sido hechas de madera y lona. Asombra ver como una simples tiras de madera, las que parecen sumamente frágiles, revestidas de lona impermeabilizada, puedan sostener una vela, motor y como fuera poco, tres tripulantes. Los muchachos del Acal han tenido que ir adaptando líneas y medidas de rio para navegar en mar.

El otro aspecto de este valioso esfuerzo o sea, además de tratarse de un grupo ya mayor de setenta personas que fabrican canoas y hacen deportes náuticos o vida social en un club levantado con el trabajo, entusiasmo y medios de una muchachada de barrio, además de poder servir de ejemplo para otros jóvenes que se desorientan y desvían por no saber qué hacer con el tiempo libre, además de significar un acercamiento a la naturaleza y el desarrollo del buen gusto, está el fomento por la cultura ya que lentamente se va formando una pequeña biblioteca a base de donaciones lo mismo que lo proyectado para realizar actos musicales, literarios con sentido social, histórico y cultural.

Además de desarrollarse el sentido de colaboración y solidaridad, extendiéndolo a todos los vecinos al proporcionarles algunos la conexión de agua potable, otros la luz eléctrica, otros un hule usado para impedir el barro en el local, además de todo ello, hay un sentido social y científico. Es así que en la corta vida del ACAL, se han efectuado dos viajes de exploración por los río Negro y Yí, remontándolos de extremo a extremo, recogiendo materiales, filmando diversas zonas para efectuar reconocimientos.

El gran sueño de esta muchachada ya con socios de ambos sexos y de distintas edades es llevar a cabo en la próxima semana de turismo una expedición por el río Yí, viaje que contara con expertos en fauna y flora nacionales lo mismo que entendidos en la geografía de nuestro territorio.

Evidentemente que se trata de hermosos sueños y una espléndida realidad, en un grupo de personas que tiene la mayor parte ocupado en las más diversas tareas y que han sabido dedicar las horas libres a un retorno a la naturaleza y no gastarlas en el vivir viciado y enfermizo que halla en las calles de toda gran ciudad.

Estos muchachos han palpado que la naturaleza es hermosa. Claro que para ello también es necesaria la hermosura interna que tiene todo ser humano y el buen ejemplo.





Foto3: He aquí una de las canoas lista para zarpar. Hermosura de línea y color. Madera y lona es todo lo que tiene esta embarcación que ya atravesó los ríos Negro y Yí.

Foto4: He aquí lo que puede dar un esfuerzo colectivo y tiempo bien empleado. Este simpático local donde tantos jóvenes se reúnen para soñar y palpar realidades, los muebles y la mayoría de los objetos que lo alhajan, todo ha sido ideado y realizado por los propios asociados.

Foto7: En plena fiebre constructiva. Algunos de los socios construyendo la canoa que se deslizara por las aguas nacionales con el fin de ver nuestro paisaje, hacer vida higiénica y recoger materiales para enriquecer los conocimientos.

Foto8: Una de las socias del ACAL, izando la bandera nacional en el simpático edificio levantado por todos los muchachos del club, inclusive la pintura abstracta que luce en la fotografía, ideada sobre motivos de canoas, es obra de uno de ellos.