FAMILIA DE CANOEROS
CANOTAJE TRAVESÍA EN OTROS TIEMPOS


Foto de portada del relato

Desde hace muchos más años de lo que puede pensarse, existieron en nuestro país grupos de canotaje recreativo, que realizaban travesías como las que hoy hacemos en Canotaje Travesía del ACAL.

Hay registrada una travesía por el Río San José fechada en 1947, hace 76 años, aunque es posible que hayan existido otras aún anteriores. También seguramente habría otros grupos de canoeros.
No sé cuándo comenzó ese grupo del 47, pero sí conocí algunos de sus integrantes.

Quien tomó esas fotografías, también estuvo en 1955 y siguió hasta 1971. Los integrantes permanentes tenían vínculos de profesión, laborales y familiares. Entre ellos dos arquitectos, un médico, un escribano, ocasionalmente dos agrónomos. Era frecuente que también llevaran a sus hijos o invitaran a gente más joven que ellos, de modo que en cada salida eran 10 a 15 canoeros.

Vengo de una familia de canoeros, de modo en ese grupo tan antiguo estuvieron mi padre y tíos, de la generación anterior a la mía y mis hermanos varones y yo de mi generación a partir de principios de los ´60.

Equipamiento
Aunque los equipos, materiales y medios de transporte eran otros, los ríos y recorridos eran similares a una travesía actual. Iguales correderas, lagunones, sarandisales, palmeras y monte indígena, aunque seguramente este último es el más cambiado, junto con el paisaje del campo, la calidad del agua y los cambios en la fauna.
Todos los equipos eran caseros, no había tarrinas y usaban cajones de madera con tapa recubiertos de lona pintada para impermeabilizarla. Bolsos y mochilas hechas de loneta y bolsas de dormir con loneta y frazadas cosidas. Para proteger del agua la ropa se utilizaban bolsas de nylon transparente, cerradas con un alambrecito de cable telefónico, dentro de bolsas de lona. Lo mismo para la comida. La carpa más utilizada era una lona gruesa a dos aguas, más allá de improvisar carpas con nylon.

Alimentación
Desayuno habitual era huevos con panceta y avena con mermelada y galleta de campaña. Se pescaba y a veces también se cazaba y consumía lo capturado, cosa que ya no hacemos, bien que sustituimos esta actividad por la fotografía. Faroles de querosén y alguna linterna de pilas grandes para la noche.

Salidas
Salíamos siempre por lo menos en semana de turismo. Previo a la salida se reunían en la casa de alguno de los miembros y se elegía el río en un tramo en el que preferentemente se pueda ir y volver en ferrocarril. Se completaba la llegada al río con camión o carro de caballos según el lugar.
Las canoas y carga no perecedera debían despacharse un mes o más antes de salir, llevándolas en camión a los galpones de AFE de la calle Paraguay.
Era muy barato el costo por un reglamento de la época de los ingleses, por ser actividad deportiva.

Construcción
Para la construcción de las canoas se contaba con el asesoramiento, planos y guía de uno de los canoeros, dibujante creativo que construyó incluso canoas y catres desarmables. Conservo un plano de este tipo de canoas, diseñado por este dibujante, y dos remos de madera del mismo origen.
Se construían los moldes para plegar las cuadernas, ablandadas a vapor en un caño calentado con un primus. Y se utilizaban tachuelas de cobre remachadas para unir las varillas del forro. Construyeron una clásica, en 1954 con este método, en mi casa, que tuvo su último viaje en 1978, en excursión a la isla de La Tuna. Mi padre tenía un taller espacioso que servía para construir, guardar carga y canoas y alguna vez para reunión antes del viaje.


Foto de portada del relato

Reuniones
Después de la travesía siempre había una reunión en la que se compartían fotos, diapositivas y alguna filmación de viajes anteriores. Tuve la suerte de asistir a alguna de estas reuniones, disfrutando de las anécdotas y como uno de los canoeros era músico, también había muy buena música instrumental.

Travesías
Desde 1947 a 1955 no tengo registrado a que ríos fueron, ni como estaba integrado el grupo, aunque como dije antes, el fotógrafo siempre estuvo presente.
En 1955 sí hay filmaciones breves de una canoteada con los veteranos que conocí y de una travesía en balsa en el río Paraná en Mato Grosso del Sur, partiendo de Corumbá. Una tía mía y su marido vivieron 9 años en esa ciudad y eso facilitó la aventura. Cuando estos volvieron a instalarse en Montevideo, trajeron papagayos y un Coatí vivo, hamacas paraguayas y hasta una piel de onza, arcos y flechas indígenas y muchos cuentos.
Seguramente esto entusiasmó a los canoeros veteranos para organizar ese viaje. Y a mis hermanos y a mí también, queriendo crecer pronto para salir con las canoas.





Me consta que el Queguay, Arapey y Daymán los recorrieron. También que en 1959 cuando las inundaciones habían intentado salir. Y del Uruguay, el Negro, el Tacuarembó muy repetido y el Cebollatí, hay registros fotográficos, de la década del 60, además de la mencionada del San José del 47.

Comencé a salir en 1960, en una travesía tipo familiar Paso Pache-Parador Tajes. Y al año siguiente salimos con parte del grupo grande, del ´61 al ´66. Los recorridos son bien conocidos.

Los ríos en que participé fueron:

Año 61, Tacuarembó del km 329 paso de las piedras del río Negro al Tacuarembó remontando unos 20km, volviendo a punto de salida.

Año 62 Tacuarembó, de Manuel Díaz a paso de las piedras del río Negro y km 329.

Año 63 Cebollatí, de paso Averías a pueblo Cebollatí.






Año 64 Tacuarembó de Ansina a paso de las piedras del río Negro y km 329.










Año 65 Rio Uruguay, de Paysandú a Nuevo Berlín.






Año 66 Río Negro, de Paso Mazangano a Paso Aguiar.

También en salidas cortas, como navegar el arroyo y laguna José Ignacio hasta la playa, o playas de Rocha en invierno del año 69.

Paralelamente a las canoteadas de este grupo, desde el 65´ ya salíamos con compañeros de estudio siempre recurriendo al ferrocarril.
Los años siguientes ya no participé en ese grupo en travesías y si en nuevos grupos vinculados por centros de estudio. De 1984 al ´97 integré un grupo de canoeros, ya con canoas tipo Dasur de fibra, aunque sin GPS, con los mapas del servicio geográfico, y con tarrinas. En los primeros viajes fuimos todavía en tren.






ACAL
En enero del 99, comencé otra etapa, me asocié al ACAL y participé en una travesía del Queguay. En los años siguientes hasta 2004, en las travesías organizadas ya participó mi hijo y tres sobrinos, junto con mis hermanos, todos socios, en el Queguay, el Yí y el Rosario, de modo que la canoa también llegó a la generación siguiente a la mía.






Lo importante es que se transmitió a través de tres generaciones el gusto por esta actividad recreativa, que a pesar del paso de los años y cambios tecnológicos enormes hoy sigue vigente.

Anécdotas:
Al recorrer el trayecto con tiempo, era posible ir parando y así conociendo paisanos que viven en el río solos y también con familia.

En el río Uruguay en 1965 encontramos un viejo pescador, viviendo en el monte en un ranchito muy endeble, que tenía preferencia por la pesca del surubí, de nombre Natalutkin, que al preguntarle donde estábamos, vio que teníamos un mapa, y pidió para verlo y nos indicó enseguida. Resultó que era un ingeniero que trabajó en el ferrocarril.

En la desembocadura del Tacuarembó, margen derecha, en un monte muy alto y espeso, encontramos un jubilado del frigorífico del Cerro de apellido Danuzo, viviendo con su mujer en una casita construida por ellos sobre pilotes. Tenían una huerta suficiente para ellos, hacían escabeche de pescado muy sabroso, contaban con una jaula para conservar los bagres y tarariras vivos, y comerciaban con un capinchero muy conocido en la zona, el indio Ortega, a quien le proporcionaban tabaco y caña a cambio de carne de caza. Una vez por mes volvía a Montevideo, a cobrar el alquiler de su casa y su jubilación y traía aquello que no conseguía en los almacenes del km329. Se protegían de la época de crecientes, con una balsa con casilla, construida sobre tanques de 200 litros. Y usaba el servicio de transporte del carro de tres caballos de Prudencio Luján, que lo llevaba de la estación al paso de las piedras.

En esa misma zona de la anécdota anterior, en 1967 estando acampados en el monte, sobre el río Negro, mientras asábamos una tararira muy grande, de noche, aparecieron por el monte siete paisanos, todos de arma al cinto, como era frecuente, dando las buenas noches y con intención de conversar. Sentimos la guitarra y nos arrimamos a escuchar, dijeron. En realidad, enseguida aclararon que, al otro día a la caída del sol, tenían que cruzar el río con unos caballos.
Nosotros estábamos acampados justamente en un lugar donde se podía cruzar con el agua por la cintura, por lo que nos preguntaron si no teníamos inconveniente en que pasaran con la tropilla frente a la playa en que estábamos. Después de algo de comida, bebida y música, nos dijeron que eran contrabandistas y que iban para Brasil. Al otro día aparecieron los siete paisanos con diez mulas cada uno, cada mula atada cabeza con cola, con dos barrilitos de caña vacíos y una bolsa de lana cruzada sobre el lomo. No tuvieron inconveniente de que les tomáramos fotos, de modo que saqué algunas con una camarita de 35mm Smena 8 con f4, que era el lente de mayor abertura que tenía, con película de 400 asa blanco y negro. Conservo alguna de esas fotografías, que adjunto.





Relato: Alvaro Botto
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL