Arroyo de las Vacas - Set/2021

Bitácora:

Paseo Vacas
LES CUENTO. El sábado 18 de setiembre del 2021 a las 4 am nos encontramos en el Club listos para partir. Era una noche fría pero linda con una hermosa luna casi llena. Se preparó el tráiler con las canoas, alboroto, risas, órdenes. Como siempre hay alguno que toma las iniciativas con más dinamismo. Cuando llegó el camión con la conducción de Mauricio, acompañado de Gabriela, se subió todo. Arriba en la vereda, se dieron los últimos toques y subieron todos. Yo había quedado adentro disfrutando de mi poltrona que luego sería delicadamente cuestionada por no tener “las medidas reglamentarias” Envidia que le dicen. Todos se acomodaron, la mayoría sentados y tres acostados en las “cómodas instalaciones del vehículo” Una última mirada a la luna y nos bajaron el telón…

Amanecía en la ruta y por los cortes de la lona se veía todo gris. Debe ser que recién empieza a salir el sol, pensé, pero cuando paró el camión y levantaron la lona (como quien le saca el trapo a la jaula del canario) estaba completamente nublado (niebla profunda que no se veía a más de 200 metros). Qué desconsuelo, tan lindo que había estado el clima el día anterior.

El viaje siguió ya con la lona bastante venida abajo, con lo que podíamos mirar para afuera. En eso se sintió SOLDADOS y efectivamente, el camión y el tráiler pasaron entre una línea de soldados que estaban en la ruta y que no hicieron ninguna observación de todos los ocupantes de la caja. ¿Piernas o no conocen la reglamentación? Seguimos
Nos acercábamos a Carmelo. Lo reconocí por los viejos árboles de una pronunciada curva que había antes de llegar al pueblo y me dirigí a Malaquías que también la reconocía y juntos dijimos LA CURVA DE MORTALENA. Risa general y Daniel empezó con Curva de Mortadela y dale que va. Tengo que aclarar que en el grupo habíamos dos que en algún momento habíamos vivido en Carmelo. Éramos Malaquías y yo. Yo, porque mi padre fue Prefecto y Malaquías porque tenía unos tíos que tenían una empresa funeraria y pasó algunas temporadas veraniegas y otras de castigo, dijera él, trabajando con ellos.
Ahora hay ahí una rotonda que Mauricio rodeó y se metió en el pueblo por el barrio Centenario.

Aqua empezó a gritar que parara pero no escuchaba. Hubo que llamarlo por celular. Varias vueltas por ahí, volvimos a la rotonda DE MORTADELA y continuamos. Había que llegar hasta lo de Banchero, que nos daría paso para entrar al arroyo a través de su campo. Este dato, más el de dónde acampar y dónde salir del río para no tener problema con la Prefectura, Aqua lo había obtenido del que organiza las travesías por el arroyo, el Sr. Joyce Meyer. Empezamos a recorrer una zona paralela al río, con muchas casas bien construidas, comenzó a verse el sol y se puso precioso. Aqua y alguno más miraban sus google map y nuevamente empezaron los gritos porque se había pasado. Justo cuando se detuvo había un antiguo boliche de campaña, ahora cerrado. Era una estampa de una foto del siglo pasado. Su ancha entrada le permitió al camión girar y nuevamente para atrás. Y llegamos…

Sábado: Tramo difícil
Bajaron los encargados de relaciones públicas, Aqua y Malaquías y mientras Malaca seguía conversando, el camión recorrió la senda hacia el río en medio del pasto y el barro. Con su habilidad y buena voluntad Mauricio nos dejó a 50 metros del agua
Embarcamos. Acua, su sierra y yo seguidos de Gabriela y Daniel, Alejandro y Homero, Malaquías y Marcelo y Fernando y su hijo Pablo, componíamos por el momento el grupo. En la Calzada del Cerro se nos uniría Carmen D, porque yo soy Carmen V

El arroyo era una selva y una belleza. Arboles por doquier, rectos, medio caídos, en el medio del río. La barrancas verticales cubiertas de vegetación. Unas lianas que ayudaban a que las ramas secas y/o cortadas se engancharan, gruesos troncos que fueron serrados por los que organizan las travesías y arrastrados por el arroyo, se enganchan y cierran el paso. Frente a todo esto el Aqua bajaba, se metía en el agua y serruchaba. En otros lugares esas ramas secas estaban enredadas en las alturas a las que las habían llevado las crecientes y al pasar se te caían encima y dentro de la canoa junto con arañitas y bichitos. Parecíamos Humphrey Bogart y Katherine Hepburn en África. También había zonas donde ramitas chicas, hojas y vaya a saber que más, forman algo así como tierra que hay que pasar arando.

En resumen avanzábamos remando, atravesando zonas serruchadas, pasando troncos por abajo o canoas por arriba, por correderas formadas de troncos y ramas a las que bautizamos “correderas arbóreas”. Para todos los gustos.
Luego de algunos pequeños y mansos lagunones, siempre rodeado de árboles, comenzamos a encontrar zonas de piedras y ahí las correderas ya eran de las conocidas y siempre disfrutables. Un recorrido que iba a ser de 3 horas, nos llevó más de 5 y llegamos al puente de la calzada del Cerro.
Allí estaba el camión y Carmen, que había estado esperándonos y haciendo relaciones públicas con un motoquero quién luego supimos era el baqueano Joyce Meyer. Allí hubo un cambio de planes y nos fuimos en camión con las canoas a acampar.

Campamento
Llegamos al “Puerto Cravea” que es una porción de terreno contiguo a unas instalaciones de una cantera de piedra que ya no funciona. Lugar muy adecuado, pasto cortado con un desembarcadero y una edificación desde la cual se tiene una hermosa vista del río. La tarde caía y junto con ella una ligera bruma. Por ser un lugar de llegada de mucha gente, leña no había ni para consuelo. Luego de haber estado apartando ramas todo el día, hubo que cruzar en canoa hasta la orilla opuesta para traer con lo que hacer fuego. En eso estábamos cuando se apersonó un matrimonio que resultó ser Joyce, esta vez en auto con su señora. Su llegada fue bienvenida, sobre todo que traía un paquete de ricas y calentitas tortas fritas a las que supimos darle su merecido. Dijeron que al día siguiente nos acompañarían pero nunca más los vimos…

Se armó el fogón, aparecieron las compras y Ohhh. Aqua había escrito 7 kilos: colita de cuadril, bondiola, chorizos y Alejandro compró 7 colitas, 7 bondiolas y 7 chorizos . Yo estaba encargada de las verduras y la indicación era ½ tomate por cápita y una lechuga. Yo me desacaté y compré 1 por persona. O sea, parecía sobrar de todo. Comentarios de todo tipo pero les aseguro, al día siguiente no sobró nada. Será que Mauricio fue un excelente asador o que el aire nos abrió el apetito pero nos comimos todo. Como siempre comimos, charlamos y luego algunos nos fuimos dormir.

Yo tenía mi carpa al lado del fuego lo que me permitía escuchar y hasta intervenir desde mí saco de dormir. Estaba durmiéndome cuando siento la voz de un masculino, diría un portavoz policial, que pregunta ¿Quiénes son Uds.? Aqua contesta: ACAL un club de canoas. El masculino: ¿De dónde son? Aqua con voz de hastío: de Malvín. El masculino: Yo viví en Montevideo. En el Hipódromo. Y luego espetó: Miren que yo tengo armas. Yo cuido acá. Yo vivo ahí. Supongo que habrá señalado la construcción. Se pudrió, pensé. Luego silencio y me dormí y pensé que lo había soñado.

Domingo: Tramo fácil
A la mañana siguiente recorrimos caminando la laguna de la cantera y nos sacamos la foto oficial con ella de fondo y nos dirigimos a la Calzada donde habíamos desembarcado. Ahora éramos un número impar, así que para que nadie tuviera que remar solo, hubo cambio de canoas y la única de tres asientos la ocupamos Carmen D, yo y Aqua. Iba a ser un recorrido tranquilo de aguas serenas y amables. Partimos al final y el resto ya no se veían por las curvas del río, pensamos. Había dos arbolitos que producían un tubo.Con un poco de desequilibrio lo pasamos, extrañábamos la nueva canoa, más celosa. Vino otro muy similar… pero con una roca abajo y ñácate, nos fuimos al agua.

Un verdadero papelón. Con auxilio de los compañeros nos pusieron a flote y continuamos. Yo, envuelta en un aluminio de los de primeros auxilios porque había empezado a tener frío, en el medio de la canoa con los demás remando, parecía la Reina del Carnaval.
Ahí el arroyo ya mostraba su lecho de rocas y las riberas muchas construcciones, algunas muy acogedoras y la mayoría restos de lo que parecían haber sido industrias. Costó encontrar un lugar para desembarcar y comer. Ahí dimos cuenta de la carne y la verdura que quedaba en forma de ricos sándwiches y continuamos con cambios en las dotaciones.

Más adelante, el ACAL pasó por primera vez bajo el puente nuevo sobre el bypass de Carmelo.
Pasamos por el cementerio/desguazadero de barcos. Una desprolijidad total, barcos hundidos sin anclajes. Tres parecían ser los que se habían ido, hace unos años, sobre el puente giratorio de Carmelo. Estaban limitados, más o menos, con esas bolsas flotantes que impiden el derrame de gasoil. Otros tres a flote, amarrados a árboles de la ribera. Todo un paisaje desolador. En ese momento volvíamos a tener la compañía de una lancha rápida que lucía la inscripción de Paseos Fluviales. Había pasado a toda velocidad hacia las nacientes y lo mismo de regreso. Nos ignoró… Hubo algunas imprecaciones que no repetiré.

Luego se empezaron a ver las primeras casa de Carmelo, el varadero de MOP y pasamos bajo el Puente Giratorio, que en su momento fue el primero en Sudamérica, el Paseo de Río, el Rowing Club Carmelo y el puerto. Antes de llegar al Yacht Club, desembarcamos como le habían dicho al Jefe. Menos mal, porque cuando ya estaban todas las canoas subidas al tráiler pasó la camioneta de la Prefectura con la cual nos saludamos con toda cortesía. Algunos de nosotros fuimos caminando hasta la desembocadura Y luego nos subimos al camión y nos bajaron el telón. Y COLORÍN COLORADO ESTE RELATO SE HA TERMINADO

Relato: Maria del Carmen Vazquez
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL

Arroyo de las Vacas - Canotaje Travesía - Set 2021