Arroyo Grande y Río Negro - Dic/2022



Bitácora:


Curso: Arroyo Grande (RN) y Río Negro
Recorrido: Paso de la laguna - Monolito a Darwin
Distancia: 45 km
Estado del Cauce: Muy bajo
Clima: Soleado y caluroso (Dentro de una ola de calor)
Días: 2
Lugares / acampar: Espectacular
Año: 2022
Fecha: 10/12/2022 al 11/12/2022
Departamento: Río Negro - Soriano
Recorrido en Google Earth agrnpdllvd23.kmz
Fotos:  


¡El Grande de Río Negro!


Foto de portada del relato

ACAL Arroyo Grande: 10 y 11 de diciembre de 2022

La idea de navegar los ríos y arroyos en canoa me fascina desde hace mucho tiempo, es que se juntan varias pasiones, el monte, acampar y navegar. En mis primeros años de juventud solía recorrer con amigos algunos tramos del Santa Lucia, a veces de mochilero por las orillas entre montes y barrancos, otras por el propio cauce caminando o incluso alguna vez en gomón. En esos días la posibilidad de conseguir canoas y desarrollar toda la logística que implicaba una travesía eran remotas, y así, atrás quedaron el río y las aventuras.
Con los años adquirí con un amigo un kayak y volvieron las andadas, y como todo tiene un pero y si no lo tiene se lo encontramos fue quedando en desuso por mi parte.

No fue hasta comienzos del año que Juan empezó a insistir en participar de las travesías de ACAL, al principio me dio pereza la idea de volver, así dejé pasar la de Arapey, pero a fines de Noviembre se presenta la idea de hacer la travesía de Arroyo Grande, serian 2 días, dificultad media, bla,bla bla y tá, me embarqué.

Luego de un par de martes de reuniones al fin llegaba la hora, ya estaba todo listo, 7 canoas, 14 personas, todos jóvenes de espíritu con ganas de conectar con la naturaleza.

Tal como estaba planificado salimos poco antes de las 3 de la mañana del sábado 10 diciembre, nos habíamos encontrado a las 2:00 AM para cargar las canoas y demás, y así fuimos dejando atrás Montevideo, secándose luego de una furiosa tormenta pasajera (por suerte para nosotros).
Por suerte el viaje fue tranquilo, con poco frio y sin lluvia. Ruta 1, luego la 3. Ya había amanecido antes de llegar a Cerro Colorado (Ruta 3 Km 163), en Trinidad se unía el último integrante a la travesía, así que aprovechamos para realizar la típica parada: baño, desayuno, etc. A todo eso ya eran más de las 6:30 am, todavía faltaba un tramo más de ruta y camino hasta Paso de la Laguna, punto de partida de esta travesía al cual arribamos en el entorno de las 8 de la mañana.

Antes de seguir, les presento al grupo:

Personas🚶 y canoas 🛶

Aqua - Chino – MAPA - COOP
Gaby - Malaca - MAGA
Graciela - Any - KHAREER
Horacio – Alexa - OTRA OPORTUNIDAD.
Daniel - Astrid - RAYER
Pablo - Ana - Sin Nombre
Juan - Andres (yo) - Sin nombre

Descarga y preparativos:
Comenzamos a descargar las canoas, las tarrinas y demás, había que preparase, cambiarse, trasladar las canoas y la carga hasta la orilla. Antes se revisan las canoas y en una o dos se intenta alguna reparación que mejore la performance en el agua. (Dicho de otro modo, que no se hundiera).

Salida:
La salida prometía, eran las 9 pasadas, estaba nublado y el arroyo se mostraba entusiasmado corriendo aguas abajo, algo que más tarde descubrimos no iba a ser ni por asomo la media del trayecto. Juan y yo, tardamos un rato más en salir, por lo que nos rezagamos, más adelante nos encontramos con la Rayer que nos estaba esperando, así fue durante toda la mañana del primer día, pero había que ir con cautela más aún, no asumir riesgos innecesarios, ni forzar al cuerpo, faltaba mucho por recorrer y navegaba en aguas desconocidas en muchos aspectos, literal y metafóricamente hablando. Poca experiencia y menos en travesías en grupo donde el ritmo se impone. Tampoco conocía los detalles que fui aprendiendo: cómo acomodar y asegurar la carga en la canoa y demás. Eso sumado a que la distancia total era un reto de por sí, pero las dificultades que podían prever los más experimentados no dejaban margen a retrasos. Vale decir que este recorrido no tenía antecedentes por lo que todo lo que vendría seria nuevo para todos.

Poco antes de que pasara la 1er hora de remo ya habíamos enfrentado cierta dificultad por la poca profundidad y varias veces nos bajamos a acompañar la canoa a un costado para poder avanzar.
Un rato más tarde el sol asoma detrás de las nubes, nosotros ya en nuestra primera parada para reagruparnos y aprovechar a refrescarnos. Así pasó la mañana, vendría el cruce de ruta 3. Luego otra parada, él calor se empezaba a notar, (vale decir que ese fin de semana fue el más caluroso en lo que va de esta temporada al 13 de enero). Ya a esa hora los tábanos empezaban a sentirse. Hicimos una parada más antes del almuerzo, que no fue hasta pasadas las 14:00 hs.

Luego del almuerzo vendrían las primeras dificultades con árboles caídos y ramas en un embudo del cauce que provocó algún contratiempo y roces entre canoas y algún golpe también, por suerte sin daños, excepto en la MAPA que ya venía cascoteada de antes y más adelante debió ser reparada (y no iba a ser la única vez).

En la medida que avanzábamos el arroyo lentamente se extendía de lado a lado y se hacía más llano, si, aunque no lo crean todavía le quedaba margen para más. En resumen, fueron muchas las veces que nos bajamos y subimos a la canoa y que tiramos de ellas para lograr avanzar y así transcurrió la primera jornada intercalando paradas para refrescarnos, en un arroyo que avanzada la tarde ya había elevado su temperatura y algo la nuestra también, y los tábanos que no estaban satisfechos aún.
De a poco fue cambiando el lecho del arroyo a un fondo rocoso con canales de agua intercalados, debíamos ser muy cuidadosos para no golpear la canoa, pero se hacía difícil detectarlas, el sol ya estaba de frente, y más de una vez raspo el fondo, pero como se dice: no hay bien que por mal no venga, más adelante lo descubriríamos, eran casi las 18:30 y luego de evaluar negativamente un punto elegido para armar campamento, lo encontramos, un gran salto de agua de más de metro y medio de alto, el agua se escurría entre las piedras por todo lo ancho del cauce, en varios puntos, un hermoso lugar. Lo más acertado había sido rechazar la opción de acampar más atrás ya que de ser así, al otro día habríamos tenido que volver a descargar todo para bajar las canoas y demás para poder continuar.

Podría pasar horas escribiendo sobre salto en el arroyo, pero a lo nuestro, debíamos descargar y bajar las canoas, para las 19:00 todos en el agua disfrutando un merecido y terapéutico baño, es que al pie del salto se formaba una piscina bastante profunda, muy disfrutable nos que hizo olvidar todos los percances de la jornada, con hidromasajes incluidos.
Se decidió acampar justo ahí, al margen del arroyo, en un gran arenal descampado, con el sonido del agua golpeándose a sí misma que nos recordaba al sonido del mar. Secarse, ponerse ropa seca (se extrañaba), juntar leña, acarrear tarrinas y bidones, armar carpas, fueron las acciones inmediatas, luego distensión, merienda con el fogón prendido, el mate y anécdotas.
El sol cayó, y se armaba la parrilla, mucha brasa se precisaría, la cena vendría con una parrilla completa de verduras y otra de carne.
Se extendió el mate y la cena se demoró, Horacio luchaba con escasas herramientas contra las brasas en la arena, mientras compartíamos algún chacarero, algo de queso, y vino.

Ya de noche salió la luna, enorme detrás de la cascada, otra imagen imborrable de ese día que aún no terminaba. El GPS marco 21,9 km de recorrido en esa jornada, atrás quedo el cansancio, el sol, el calor, los tábanos y algún calambre, primera etapa cumplida. Así paso el primer día, la cena muy rica con el plantel mermado por el sueño, algo de sobremesa y a dormir.

2da. Jornada:
Otro día empezaba, suena el 1er llamado, todo el mundo arriba.
Desayuno con vista a la cascada, con mate, pan y Martín Fierro y poner la ropa a secar al sol antes de volver a calzarla.
Ya el sol pegaba en el fogón, así que decidí bajar hasta donde habíamos dejado las canoas, ahí el monte aun resguardaba del sol. Mientras tomaba mate y observaba el arroyo veo saltar un dorado tras su presa, inmediatamente lo comenté y Ana que estaba cerca me dice haberlo visto también, no era un sueño, pero me sentía en uno, otra foto que guardaré en mi memoria.

A las 9 de la mañana estaba todo el campamento desarmado y casi todo cargado, ya el calor se sentía, luego de un chapuzón iniciaría la 2da etapa. Esta sería similar a la de la tarde anterior, poca agua, subir y bajar muchas veces, tábanos y más calor, pero esta vez los trayectos a pie fueron mucho más largos, con menos agua, con la ropa mojada que ya pesaba en el cuerpo, por lo que nos empezaba a pasar las facturas acumuladas (vale aclarar que varios de nosotros decidimos usar ropa larga para protegernos del sol, aunque no sea lo más cómodo ya que ofrece mucha resistencia al moverse en el agua).

El calor insoportable y lo tedioso de arrastrar las canoas llevó a que una de las integrantes se descompensara, por lo que hicimos varias paradas esa mañana, pero debíamos continuar, de ahí en adelante con más cautela, pues el calor nos estaba afectando a todos. Nuestra meta inmediata era llegar al Río Negro y parar a almorzar, así fue que de a poco no fuimos arrimando a la desembocadura del arroyo y para las 12:30 lo habíamos logrado. Nos encontramos un río mucho más fresco y profundo que el arroyo, y con algo de corriente. Baño obligado y a seguir, ahora en busca de buena sombra para almorzar. No fue fácil, pero encontramos un lugar aceptable. A pesar de lo difícil que fue tomar ritmo ya habíamos hecho más de 10 km, podíamos descansar tranquilos, ya en el río todo iba a ser distinto, por fin remar.

Para comer teníamos carne y verduras de la noche anterior las cuales se terminaron de cocinar bajo el fogón enterradas en la arena. Entre charlas y siestas paso el almuerzo y la sobremesa.
La jornada de la tarde la iniciamos ya con algo de viento, pero esta vez en contra (cuando entramos al río daba la sensación que nos empujaba), a esa altura el río podía tener más de 200 metros de ancho de orilla a orilla por lo que se formaban pequeñas olas, de todas formas avanzaríamos a buen ritmo, parecía mentira poder remar más de 2 km sin tener que bajarnos de la canoa, era tanto el calor que la ropa empezaba a secarse mientras remábamos. Dos o tres paradas en la tarde para refrescarnos, alguna para reparar las nanas en la MAPA, mas correderas muy abiertas y llanas que nos obligaban a bajar por momentos de la canoa fueron los hitos de la tarde.

Un paisaje en su mayoría de barrancos, enormes pedregales, montes y playas de canto rodado, le abrieron paso a una enorme pared de piedra del lado del Dpto. de Río Negro, en la que debido a la erosión del río se formaban cuevas donde se podía estacionar las canoas bajo techos de piedra.
A esa altura ya eran más de las 16:30 horas, debía faltar poco para llegar al fin de la travesía, pero no estaba claro cuánto. El último tramo de remo fue contraviento con olas ahora bastante grandes para mi gusto que por suerte íbamos cortando sin mayores sobresaltos y una hora más tarde llegaríamos al punto de encuentro con él camión de Mauricio, que hacía rato nos esperaba. Era en una barranca casi meseta justo después de la desembocadura de un arroyuelo a la altura de Sacachispas (ex Villa Darwin). Al fin, todas las dudas que se habían generado rápidamente se diluyeron, lo habíamos logrado, el agotador viaje llegaba a su fin, 45 km de recorrido en dos días con mucho, pero mucho calor.

Luego de un breve descanso vendría otro reto, subir todas las tarrinas, otras cargas y canoas por el barranco. Primero subimos la carga hasta el borde de la barranca formando una cadena humana pasándonos una a una las cosas, luego vendrían las canoas, pero estas las subiríamos entre cuatro o cinco personas de una vez hasta el tráiler, una a una, luego cambiarse y alistarse. A una hora de haber llegado a la costa ya estaba todo listo para el retorno, pero antes debíamos visitar el monolito en homenaje a Darwin y su paso por ese paraje ubicado en lo alto de la meseta. Fotos, charlas y risas, serían el broche de nuestro pasaje por ese lugar, ahí fue cuando Gerardo me dice: “Andrés, te dijeron del relato no?, sabes que el nuevo tiene que escribir un relato que describa la travesía, 3 o 4 hojas”. Nooo!!, qué?, dije yo, (LPM, pensaba), pero acá estoy, ya terminando esas líneas a las que al parecer me comprometí sin saberlo, después de un mes y pico y un par de mensajes intimidatorios.

Terminada la visita, nos subimos al camión y para las 19:15 ya estábamos saliendo de la estancia que acuerdo previo, permitió entrar el camión hasta el río. Una breve parada por un almacén para tomar algo fresco ya que el agua hacía rato no saciaba la sed y de vuelta al camino.
Paramos de nuevo en Trinidad por algo de comer y luego hasta Montevideo sin parar, llegamos después de la una de la mañana del lunes, estaba fresco y ventoso.

Ahora me toca agradecerles a todos por integrarme al grupo y participar de esta travesía, me sentí como en casa. Si bien todos deseábamos que el arroyo tuviera un poco más de agua, lo bueno de esta experiencia vivida supera por lejos las dificultades que se tuvieron que enfrentar. Los recuerdos permanecerán imborrables en la memoria, conocí un grupo de personas de las que escasean en estos días donde la mayoría exige confort, gente que afronta sacrificios y retos con una sonrisa por el simple hecho de disfrutar del contacto con la naturaleza, un fogón junto al río, desconectarse de lo cotidiano.
Personalmente, no veo la hora de salir otra vez por nuevos desafíos.

Saludos
Andrés.

Relato: Andrés Carrión
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL