Foto de portada del relato

"Miro la tormenta y pienso: Justo hoy vamos a salir..."


2007

Diario: El País

Por: MARTHA AGUZAR

Salvador Segovia RESCATISTA

Recién jubilado de odontólogo decidió ofrecerse como tripulante de ADES, una institución dedicada a rescatar embarcaciones en situación de naufragio.
A una edad en que la mayoría de la gente aspira a una vida tranquila y sin sorpresas, él asistió a los cursos que la institución brinda a los voluntarios para formar parte de un equipo de gente que espera un pedido de auxilio para salir al mar, de madrugada y en plena tormenta.
Ha sido siempre un enamorado de la náutica. Por sus ríos conoció a fondo el Uruguay.

PERFIL
Nombre: Salvador Segovia
Nació: En Toulouse, Francia
Edad: 63 años
Profesión: Odontólogo
Otros datos: Tiene un grupo de amigos con el que toca la guitarra.

POR LOS RÍOS DE URUGUAY
Salvador es socio del Acal, un club de canoas que organiza travesías que tienen una duración de 3 días, por los ríos de Uruguay.
En la canoa se llevan los sacos de dormir, para acampar a la orilla de los ríos. Salvador navega junto a su esposa.
"Es una forma sacrificada de conocer el Uruguay, porque hay que remar, pero ofrece momentos únicos.
A veces me digo: " no voy más... “ pero surge una nueva travesía y me anoto enseguida.
El momento en que el grupo deja deslizar la canoa por el río, cuelga los remos para poder escuchar el ruido del agua y el canto de los pájaros, es único.
Recordarlo me eriza la piel. A veces, un rápido, una cascada, le agrega emoción al viaje."

"Hace 40 años construimos con mi esposa mi primera embarcación"

—¿Por qué se inscribió como tripulante de ADES a una edad en la que muchos sueñan con estar sentados frente al fuego?
— Yo siempre escuché decir: "No me jubilo porque mi trabajo es lo único que sé hacer. No quiero quedarme sin hacer nada".
A mí me sucedía exactamente lo contrario: sentía que había postergado muchas cosas interesantes. Por ejemplo, la música, que siempre me gustó, y la náutica, en la que estoy metido muy a fondo.
Aunque usted no lo crea, me falta tiempo para todo lo que hago.
— ¿Y por qué eligió formar parte de las tareas de rescate?
— Es una forma de devolverle a la sociedad algo de lo que me dio. Mis padres, que eran españoles, viajaron a Francia durante la Guerra Civil.
Yo nací en Toulouse, donde estuvimos hasta que cumplí once años. En Uruguay teníamos un pariente, y nos vinimos para Montevideo.
Estudié en el Liceo Bauzá, después fui al IAVA, y más tarde hice mi carrera en la Universidad de la República donde me recibí de odontólogo.
—¿Qué pasó entonces?
— Hace unos años, supe que Jorge Batlle, había estudiado en el Bauzá, el IAVA y la Universidad.

Yo, siendo hijo de un inmigrante, pude acceder a la misma educación que el hijo de un presidente y futuro presidente de la República.
Le debo al Uruguay la posibilidad de haber estudiado, de estar recibido, sin haber sido nunca discriminado, le debo haber formado una familia y criado a mis hijos.
-¿Recuerda su primer barco?
— Sí, lo construimos mi esposa y yo hace 41 años y todavía navega.
Estudiábamos odontología, aún no éramos novios, apenas amigos.
Ella compró en Buenos Aires unos planos para construir un kayac y buscó un socio, porque no se animaba a emprender el trabajo ella sola.
Trabajamos juntos en un garaje. El kayac es como una canoa para dos tripulantes, pero se diferencia en que está cerrada a la altura de la cintura.
Mis hijos aprendieron a návegar en él.
Todavía hoy lo seguimos usando por los ríos del interior.
-¿Tuvo que recibir una formación especial para ser rescatista de ADES?
— Los tripulantes reciben una instrucción sólida para poder cubrir todos los puestos que existen en la lancha, desde el timón hasta cubierta.
Las prácticas se hacen los viernes de noche, a veces los fines de semana, en las peores condiciones climáticas.
Yo miro la tormenta y pienso "Justo hoy vamos a salir"... pero la nocturnidad forma parte del adiestramiento, porque muchas de las búsquedas se hacen por la noche y en medio de una tormenta.
Hay que aprender a maniobrar con el barco moviéndose, como en una montaña rusa.
—¿Se sufren las movidas?
— Así es, por mi experiencia en el mar, que se sufre mucho el movimiento.
Cuando está muy feo los rescatistas viajan atados al cordón de vida sobre cubierta, sujetos por el salvavidas que tiene incorporado un cinto de seguridad.
De esa forma, si un tripulante cae al agua arrastrado por una ola, queda amarrado a la nave.
En mi caso particular yo todavía no participé en rescates violentos, pero colaboré con el regreso a puerto de barcos perdidos a causa de la neblina.

POR MARTHA AGUZAR
Diario El País