HORA O2: OO. La salida fue desde el club ACAL en el ómnibus EL KAMINANTE de Juan de Dios. Se recogerían más personas en el trayecto por Montevideo y fuera de este. El trayecto mayoritariamente sería por la ruta 5 y a partir del km 458 se toma la ruta 30. Luego de transitar algunos kmts por la R 30 se cruza el A° Zanja Honda, y se pasa por Tranqueras. Luego se toma un camino vecinal, pasando por la localidad de Las Palmas.
En total fuimos 21adultos y 2 niños.
DIA 01 SABADO ARRIBO AL ESTABLECIMIENTO EL CAUDILLO Y SUBIDA AL CERRO BOQUERON.
Se trató de un día espléndido de sol y calor. Lo primero fue dejar las cacharpas en un camping a orillas del Lunarejo. El camping disponía de baños y luz con generador (que desechamos). No armamos las carpas porque ya nos estaba esperando el guía para el ascenso al Cerro Boquerón. El camping estaba a unos 800 mts. de la casa y lugar del estacionamiento del Bus. Este recorrido lo haríamos 2 veces por día en los 3 días siguientes.
El nombre de Boquerón viene de Boca, ya que tiene entrada y no salida (¿?)
El valle del Lunarejo es un área protegida de unos 30.000 kmts. cuadrados (o hectáreas) que integra el Sist. Nac. De áreas Protegidas (SNAP)
La subida fue circunvalando su ancho y siguiendo un trillo que por momentos era una zanja que nos obligaba a ir en fila india. El colorido que generamos en esa fila fue muy variado y con las conversaciones que se generaban daba mucha alegría.
La vista era espectacular, tanto del campo (valle) como de los demás cerros que formaban la cuchilla.
A determinada altura pudimos detenernos en un pozo construido y con tapa de material que resultó ser la cachimba o manantial del agua de la posada y que incluso por su calidad se está previendo abastecer a otros pobladores dado la calidad del agua ofrecida.
Antes de llegar a la cima nos encontramos con un mirador natural, acondicionado con unos bancos de madera debajo de unos árboles que luego de terminar el ascenso nos permitiera tomar un descanso y el ansiado almuerzo.
Sobre la cima nos envolvió un fuerte viento que debimos soportar todo el rato que allí permanecimos. La vista era espectacular.
Total de la caminata: 2.7 km
La tardecita fue muy agradable y nos permitió hasta darnos unos baños en el lunarejo, ya que no hacía frio. Luego, en el campamento vendría una ronda de presentación de cada uno con algunos datos de edad, como entramos a ACAL e historias varias de otras travesías.
Para la noche se prepararon varias colitas de cuadril y unos buenos chorizos de rueda del establecimiento, que hizo el deleite de los carnívoros presentes.
La noche ya fue muy diferente desatándose una fuerte tormenta de lluvia, que hizo que algún compañero tuviera que abandonar su carpa y pernoctar en las áreas comunes.
La mañana amaneció con lluvia e hizo dudar de hacer la salida. Una opción era quedarse en el camping, otra opción era quedarnos en la casa del establecimiento El Gavilán y la tercera es que fuéramos todos aún con lluvia.
El establecimiento El Gavilán (de Cesar Viera) prácticamente era una granja, encontramos patos, gansos, pavos, gallinas comunes y de Guinea. Fue muy gracioso ver cabras paradas en sus dos patas traseras intentando comer algunas naranjas en lo alto del árbol.
Finalmente todos y aún bajo lluvia comenzamos el descenso hacia el valle.
En este camino pudimos apreciar el Cerro de las Yeguas y las nacientes del Lunarejo. Una particularidad lo constituye una planta de nombre Mimosa, que se cierra sola cuando uno toma contacto con ella.
Ya en el valle pudimos apreciar varios saltos de agua de distinta dimensiones, (de 3 hasta quizás 6 o 7 mts.) la temperatura era más agradable y la lluvia se hacía sentir menos, al estar en una profusa vegetación y formar un microclima diferente. Este valle contaba con Arueras, Guabiyú, Canelas, Talas, Ceibos y Coronilla, amén de una gran variedad de hongos y helechos.
También registramos una gruta, denominada “de los chivos”, por encontrarse a veces estos animales en ese lugar.
Finalmente el último salto, o salto madre (Salto del Gavilán) fue espectacular de quizás aproximadamente unos 7 mts. el cual pudimos pasarla por detrás y estar de un lado u otro que motivó una sesión de fotografía individual a cada uno de los participantes.
El valle del Lunarejo tiene su nombre según los guías, en honor a un caballo de Artigas con un lunar en el anca. Cuando Artigas visitaba esos lugares pedía por su Lunarejo. Aunque hay otras leyendas en torno al nombre.
El grado de dificultad fue importante ya que con la lluvia nos hacía patinar en el barro y alguna que otra “metida de pata” en el cauce. EL arroyo lo cruzábamos de un lado a otro en varias veces, según conviniera caminarlo. Una ladera tuvimos que ascenderla con cuerda dado lo empinada que era.
Volviendo a la casa del Gavilán, la sorpresa fue un pequeño espectáculo donde los dos guías nos agasajaron con sus voces, guitarras y acordeón cantando algunas canciones típicas de la zona.
Canción del Rubio chico y el Lunarejo hacia el Tacuarembó. Una caipiriña (de naranja y caña brasileña) hizo que nosotros calentáramos nuestras gargantas a su vez.
Total de la caminata: 5.2 km
Para la noche se prepararon dos corderos, con la particularidad de que se formaron 3 fuegos (la noche de los fogones al decir de alguno). Uno para la comida, otro de silencio contemplativo y un tercero “seca carpa”.
En el segundo fuego se hizo un sorteo muy especial, ya que quien conducía el evento, hizo ilusionar a los poseedores de varios números con un “no sacaste nada”. Los premios eran acorde al camping, consistía en linternas led de variadas formas y colores.
DIA 03 LUNES 17/07 SARANDI DEL ARAPEY Y VILLAS MASOLLER Y ALBORNOZ
Luego de pedir el correspondiente permiso en la estancia propietaria de esta parte del curso, nos dirigimos en ómnibus solo hasta cierta parte del camino ya que alguna calzada nos impidió continuar. Continuamos a pie y una vez ubicada una tapera debimos de orientarnos por un alambrado al que seguimos hasta encontrar el curso del A°. Sarandí.
La tapera era de paredes de piedra que hablaba de la otrora fuerte construcción de la época.
Ya desde lejos y desde el monte lo primero que divisamos fueron unos farallones de piedra de gran altura y que terminaban en el agua. Pensé que el agua debía caer desde esos muros de piedra que se ubicaban a la derecha de nuestro grupo. Sin embargo el ruido provenía de la izquierda, y la sorpresa fue mayúscula cuando estuvieron a la vista dos saltos enormes que quizás de extensión fueran de 100 mts., y de alto podrían tener aproximadamente 5 mts.
El paisaje en los saltos era todo de pedregal. Lo circundaba el monte nativo y luego el campo. El ruido que generaba era atronador y por el comentario de algunos, era una situación excepcional, ya que generalmente no era tan torrentoso y habitualmente es un curso de poca agua.
La vuelta fue un poco más corta, como un kilómetro aproximadamente, ya que ahora teníamos a la vista la tapera y hasta el ómnibus en el camino, lo cual nos permitía caminar directamente a nuestro objetivo.
Total de la caminata: 10 km
Con el bus ya de regreso hicimos un pare en el obelisco que hace homenaje a la última guerra civil entre blancos y colorados en 1904. Se trata de un semicírculo de material que cubierto de muchas placas conmemorativas, con el obelisco en su centro. Algunas placas faltan de su lugar incluso una virgencita, de la que solo esta su nicho.
Anteriormente habíamos paseado por la villa Sarandí, y luego tocó el turno a Masoller y finalmente el pueblo Brasileño Albornoz, donde en un atacado (súper) mayorista nos proveímos de los dulces típicos brasileños y hasta de troperas, que al parecer escasean en Montevideo.
En los paseos nos tocó recorrer La subida de Pena, varias veces con el debido cuidado, de los choferes, dada su peligrosidad. Para la noche preparamos un buen guiso, bajo la batuta de Pablo que tenía de todo: carne de cerdo y cordero, más verduras variadas y varios condimentos.
Antes de irnos a dormir un grupito decidimos ir a apreciar las estrellas y la vía láctea, en una noche por demás despejada y con todo el universo sobre nuestras cabezas.
Implico desarmar las carpas con gran pereza y hasta tristeza por irnos.
Fui el último en desarmar la carpa. Luego vino el traslado en la camioneta, las últimas compras de dulces (de leche, zapallo, etc.) a la dueña del establecimiento. En el camino hicimos una visita al local de artesanas en lanas, ubicado en el Pueblo La Palma, en el lugar anexo a la escuela y a una antigua pulpería de dos hermanos españoles (Cediernos). Allí algo adquirimos y apreciamos los telares donde se estaban elaborando frazadas y obviamente sirve para todo tipo de prendas.
El paisaje sobre ruta 5 era especial, ya que había grandes cantidades de molinos eólicos que conformaban los parques eólicos que han cambiado nuestra matriz eléctrica.
Viajamos trasladando la olla con guiso del día anterior que hizo concentrar su sabor que hizo las delicias en el parque de Paso de los Toros donde paramos a comer.
