cabezal de imagenes moviles area de link area de link
espacio

Canotaje Travesia

icono_kayakismo

icono_vela

icono_windsurf

icono_natacion

icono_canotaje_competencia

destacados

construcciones-navales

Relatos Canotaje travesía


Río Yí - Feb/2018 (Durazno - Estancia San Martín)


Bitácora:


Curso: Río Yí
Recorrido: Puente viejo (durazno) - estancia San Martín
Distancia: 71 km
Estado del cauce: Muy bajo
Clima: Nublado a soleado y muy caluroso
Días: 4
Lugares / acampar: Perfectos
Año: 2018
Fecha: 10/02/2018 al 13/02/2018
Departamento: Durazno - Flores
Recorrido en Google Earth RYDESM.KMZ
Fotos:  

 

 

¡Río Yí - del guaraní río que nunca se corta!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Rumbo al parque Andresito

 

Sábado 10 a las 2.45 h es la cita en el club Acal. Los días previos anduvieron las hormiguitas de compras y aprontes varios, el viernes de noche se cargaron algunas canoas en el tráiler, otras quedaron para la madrugada. Lleva un rato terminar de cargar. Hay que reacomodar algún peso que otro, pero finalmente estamos prontos en la caja del camión: doce sillitas playeras, seis a cada lado - gracias a que el príncipe (sí, llevamos príncipes también) y Eduardo se fueron en ómnibus. Se reúnen con nosotros y con los panaderos Carlos y Joaquín (de lo que hay, no falta nada) en el Puente Viejo en Durazno.

 

El panorama no es muy alentador, el río se ve bastante escaso de agua. De todos modos, ya estamos aquí. En la playa a la izquierda del puente, en medio de carros de caballos que trasportan arena, arranca la travesía. Para mí, hasta la carga de las tarrinas en las canoas es novedad - todo es disfrutable.

 

 

Las duplas por canoa están decididas desde antes de salir. Somos tres mujeres en este grupo de 16 canoeros en total. Vamos repartidas en tres canoas diferentes.

 

Arrancamos a remar, llenos de bríos y energía, pero dura muy poco. Enseguida nos encontramos con las primeras piedras - en estos días voy a aprender a reconocer de lejos cuando alguna de las canoas toca arena o queda varada en una piedra. Las piedras están por todas partes. Cada vez que nos alegramos porque venimos remando un rato, nos sacude una frenada repentina sobre una roca. Al principio es como un juego, pero pronto descubro que, para el que venía a remar en serio, no solo es mucho más cansador, sino que es muy frustrante. Paramos a comer alguna fruta, algún chapuzón y seguimos. Es increíble estar en el fondo del río: los paisajes son irreconocibles. Por suerte, está nublado y, a la vez, no hace frío, de modo que no sufrimos el calor ni el agua por la rodilla, la cintura, cada vez que tenemos que bajarnos a empujar la canoa, tirar de ella. Al poco rato, me doy cuenta que toda mi fuerza es poca ayuda para mover la canoa sobre las piedras, pero siempre hay alguna mano solidaria y cuando no la hay, es doble esfuerzo para Eduardo que comparte su gloriosa Emilia conmigo.

 

 

Almorzamos lo que cada uno llevó para compartir -primera ronda de torta de pescado de Fernández- en una playita hermosa. Con lo bajo que está, en este río abundan las playitas. Alguna zambullida, las primeras reparaciones de canoa, siesta; y a seguir viaje. Es otra cosa así repuestos. Pero no hay descanso que valga con tanta piedra. ¿Cuánto vamos? ¿Cuánto tenemos que hacer por día? Salen los gps, empiezan las cuentas. Estas cuentas se van a repetir a menudo. Avanzamos lo que podemos. Se viene la tarde, ¡hay que buscar lugar para acampar! Espero haber aprendido: debe ser un lugar de fácil acceso, con reparo contra el viento, el sol y el frío y, en lo posible, pasto cortito y parejo. No es fácil encontrar el lugar indicado. Paramos aquí - unos ya no quieren moverse porque están fundidos, otros se niegan a acampar en un lugar así. Acordamos seguir un poco más. Paramos, pero no convence. Otra vez, tampoco convence. Hay voces que reclaman una autoridad que se imponga para poner fin a la búsqueda. Una última oportunidad: valió la pena. Pablo encontró un lugar espectacular que reúne todas las condiciones. Descargamos. Al rato ya hay un fogón y agua pronta para el mate y el café. Con las carpas armadas, sale algún baño y después a merendar lo que quedó del almuerzo. Otra ronda de torta de pescado de Fernández.

 

De noche, asado: chorizos, bife de vacío, colita de cuadril - cantidades industriales de carnes que, al igual que la torta de pescado, nos van a acompañar casi hasta el final. La pulpa de bondiola llegó congelada - mientras todos dormimos, algunos seres voluntariosos se quedan hasta terminar de asar todo - es el almuerzo del día siguiente. Por cierto que nunca nos va a faltar comida...

 

 

Domingo de mañana, algunos madrugan, otros nos vamos despertando suavemente con las conversaciones materas junto al fogón. Desayuno y a desarmar. 16 personas en actividad febril. Todo lo que vino tiene que irse en las mismas canoas en que vino. Tarrina va, tarrina viene. Última revisada del lugar por si quedó algo olvidado y zarpamos, confiados en que hoy vamos a hacer todos los km que nos faltaron ayer. Hoy sí vamos a remar a todo trapo para cumplir la meta. ¡Ilusos, nosotros! enseguida, las piedras y así todo el día. Cuesta caminar entre las piedras, se resbala, se mueven, nos caemos, nos levantamos, canoas que hacen agua. Contado así, parece que todo fue una tragedia, un solo horror. Y, sin embargo... somos solo dos nuevos: Mateo y yo. Los demás -unos más, otros menos- llevan años en esto y ¡reinciden! seguro que no suele haber tanta piedra, tan poca agua, pero en los descansos y de noche, cuando empiezan las charlas es un sinfín de anécdotas que harían abandonar a cualquiera, pero los que las cuentan son protagonistas y vuelven una y otra vez a vivir estas aventuras. Me temo que —después que se empieza— no hay retorno, se vuelve adictivo.

 

El segundo almuerzo, otra playita con unos señores barrancos enfrente. Sigue nublado, eso facilita bastante. Carne más carne, algún caserito también. Y a seguir. De a ratos, nos creemos que ya se terminaron las piedras que ahora es solo remar -rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr- se escucha como toca fondo la primera canoa o a veces es solo una que justo emboca una piedra y los que venimos atrás, aprovechamos para esquivarla, pero seguro que al rato vamos a encontrarnos con otra y otra y otra. Por ahí el humor se va agriando. Entremedio: alguna corredera - nada más emocionante que lograr embocar el hueco justo para pasar entre las piedras lo más rápido posible y esquivar todo lo que te pueda detener – una de ellas es un poco más fuerte y sinuosa, se precisa de la ayuda de todos - nos divertimos y caemos y nos dejamos llevar por la corriente con los salvavidas como tortugas ¡una fiesta!

 

Y más piedras. De tarde, una vez más: —Armamos campamento acá. —No, estás loco, en el arenal no se puede, no hay reparo. —Pero es lisito y ya estamos acá, no podemos más. —Una oportunidad más, busquemos un poco más.

 

 

Claro que no alcanzó con una sola búsqueda más... terminamos en un lugar donde el fango te atrapaba al bajar de la canoa y después subías al monte y después podías subir otro poco y estabas en medio del campo - una planicie. Hermoso lugar. De nuevo, Alexandra y yo armamos campamento en el barrio vip en las alturas - hay que cargar un rato más, pero justifica. Alexandra y su carpa circular de armado en 2 minutos. El folleto no cuenta que: el desarmado es otra historia… Se nota el cansancio en la noche. Pablo, además de ser de nuevo el responsable de encontrar este lugar fantástico, es el cocinero de los fideos con tuco - completito.

 

No da para ir hasta Andresito. ¿Cuántos km hicimos? ¿Cuántos faltan? Homero con el gps, celulares varios. Cuentas y cálculos. Cortemos antes. Podemos salir por la estancia San Martín. Antes se hacía. Yo no sigo hasta Andresito. Es un disparate. Yo estoy de acuerdo. Vemos mañana según cuánto hagamos. No, es una locura, esto no se aguanta. Pica por acá, pica por allá, de a ratos, se caldea el ambiente - resulta hasta incómodo. Al final, acordamos resolver al día siguiente, de acuerdo al estado del río y a lo que se avance. Antes de ir a descansar, una pequeña introducción a la astronomía por parte de Gustavo…

 

 

Silbato y gritos. ¡A levantaaaaarse! Hoy queremos arrancar temprano porque la meta es Andresito. Para el desayuno, contamos con las galletas de campaña deliciosas que trajeron los panaderos de Durazno y una horma de queso gigante y un ladrillo igual de gigante de dulce de membrillo. Hay que aprender a cortar grueso, si no, no hay cómo alimentar a estos guerreros de la canoa.

 

Sigue un poco nublado, unos días muy agradables. Estamos a lunes 12 y hoy sí sentimos que avanzamos. No siempre se sabe por dónde hay que seguir, a veces, hay que dar marcha atrás. Piedras y rocas de nuevo, aunque el paisaje ha cambiado un poco. Paramos para reagruparnos en un lugar que jamás conoceríamos, si no fuera por lo bajo que está el río. Un arenal inmenso se extiende en lo que hoy es orilla. Miro las fotos ahora y se ven las piedras a través del agua – increíble que hayamos andado por ahí.

 

 

Falta poco para el peor pedregal. Decidimos parar y dejarlo para mañana. ¡Hoy sí, vamos a acampar en la arena! No, fue solo un amague. Fuimos a dar arriba de un barranco con una vista espectacular sobre el río. Desde allí vemos la puesta del sol. Se ve que mucha gente suele acampar aquí. Es una lástima que los acampantes no cuiden más el lugar – hay mucha basura tirada por ahí, mucho descuido. De todos modos, es un lugar hermoso. Cuando llevo la tarrina, veo a Fernández, instalado junto a Mateo, limpiando una cantidad de mojarritas que pescó en un momentito. Esa va a ser la entrada para la cena de la tercera noche. Las enharinaron y salaron y Fernández las fritó y nos convidó a todos ¡tan ricas! Pero no termina ahí la cena. Hace días que estamos esperando las pizzas caseras – no es casual que hayamos venido con dos panaderos. Difícil parar de comer. Y de filosofar junto al fogón y analizar cómo ser más longevos y en las mejores condiciones.

 

Después de los cálculos del avance del día y los km pendientes, se resuelve —y no por unanimidad— terminar la travesía en la estancia San Martín. La ventaja es que podemos dormir más rato.

 

 

Martes 13 – no nos casamos, pero sí nos embarcamos. Hoy sí hay que remar. Se nota la influencia del lago Andresito. Aquí el agua es profunda – salvo para Fiorella y Rafael que encontraron la única piedra atravesada a la salida. Hace mucho calor. Valoramos el buen clima que tuvimos los días pasados. Da gusto remar así y da gusto también, parar, y sentir cómo el agua pega en la proa de la canoa – suave y constante. Paramos en otra playita y la comisión de juegos arma una competencia de tiro de aro para entregar los premios. Nuestra campeona: Alexandra.

 

Solo quedan unos mil metros, así que decidimos hacer el último tramo para regresar. De lejos, vemos una persona parada en unas rocas y nos decimos —no, no puede ser acá. Es imposible. ¿Quién va a subir las canoas acá?— Pues sí, era posible. Es Mauricio que nos hace señas y enseguida vemos una bajada y el camión con el tráiler que nos espera. Mucho calor. Cada cual ayuda como puede hasta que queda armado. Una última mirada al río, un baño de despedida e iniciamos el regreso. De golpe, se bambolean las canoas. Paramos de apuro para que nuestro ejército de entendidos encuentre la forma de encajar la bocha y qué sé yo. Confieso que de todo el viaje, para mí, el traslado es lo que no me convence. De todos modos, funcionó y paramos en Trinidad para almorzar juntos una vez más. Recién aquí se acaba el stock de galleta. A las 23 h en punto llegamos sanos y salvos y muy divertidos a destino. Se acabó esta travesía – la primera para mí, de muchas que seguirán – seguro.

 

 

 

Relato: Susana Hampe

Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL

 

Slide 1 Slide 1 Slide 1 Slide 2 Slide 3 Slide 4 Slide 5 Slide 6 Slide 7 Slide 8 Slide 9 Slide 11 Slide 12 Slide 13 Slide 14 Slide 15 Slide 16 Slide 17 Slide 18 Slide 19 20 21 22 23 24 25 26 27 Slide 28 29 30 31 32 33 34 35 36 Slide 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58

 

 

 

 

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

Canotaje Travesía - Río Yí - Feb 2018


Si no visualiza este video correctamente,
haga clic aquí: www.youtube.com

 

 

 

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

iniciocanotaje travesiarelatosrioshistorico

 

 

 

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 
 

 

 

 
Río Pelotas, febrero de 1986 area de link area de link area de link area de link logo windguru calendario calendario calendario area de link clima