Desde que tengo recuerdos existen en mi familia canoas, mi tío (Ingeniero Mercante) en su juventud y siendo estudiante en la Escuela Naval consigue los planos de una canoa de madera y lona la cual construye y perdura hasta estos días.
¿De dónde lo habrá sacado? Del ACAL por su puesto de donde más.
Viviendo en Pando recorrió en infinidad de veces el arroyo Pando y al llegar a la desembocadura cargaba la canoa en un pequeño tráiler y la cinchaba hasta la casa en el balneario (Pine Park) unos 2km. Pero no es él, el responsable de la anécdota sino mi tía que con su pareja de aquellas épocas se dispusieron hacer el río Yí en enero, y el cuento es no lo lindo que pasaron sino lo que tuvieron que caminar cinchando la canoa y lo peor las piedras del fondo y esa idea quedo plantada en mis recuerdos. Entonces cuando decidimos hacer el Yí me prendí con toda la fuerza invite a un amigo a acompañarme porque íbamos a pasar bomba.
Varia reuniones previas organizadas por el Chino; yo me contacto con un compañero de trabajo oriundo de Durazno para la logística, el decide acompañarnos junto a su padre viejo lobo de río y conocedor de la zona como la palma de su mano. El recorrido seria desde la Ciudad de Durazno hasta la estancia La Nueva Iberia que queda del lado de Durazno; serian unos 52km.
Diciembre es el mes elegido, caluroso y con poca o nada de lluvia por ende el río estaría bajo.
Sábado
Salimos del ACAL temprano en la madrugada rumbo al Yí en el camión de Mauricio, 16 sardinitas bien enlatadas y refrigeradas, algunas sentadas en sillas y otras sobre las tarrinas, se fueron durmiendo de a poco, al chino se lo amarro al camión para que no se tumbara tanto y llegamos a Durazno ya con el sol en lo alto.
Pasamos por la casa de Marcelo Rocca, nos presentamos y cargamos su canoa y rumbo al río, no sobre la ruta 5 sino cerca del puente del ferrocarril, acarreamos las canoas y cacharpas unos 50m y a embarcar; poca agua pero pensamos que era temporal, lindo día soleado y totalmente despejado.
A pocos metros de salir nos topamos con el caño maestro (colector) de las aguas servidas de la ciudad y nos preguntamos ¿Nos vamos a bañar en estas aguas? A los Kms. no había rastros visibles de la contaminación.
Las tripulaciones eran: Ariel en kayak, Sandra y el Chino el la China, El Príncipe en kayak, Jose y Laura en la azul, Diego y amigo Leonardo en la Carbonera, Marcelo y su padre en la QUEMAKANA, Sal Fina y Leo en la ROJA (Es del Pelo o de Leo), Primo y Chino chico el la 4PRIMOS, Filipi y Pirincho el la Tacuarita y Yo (aqua) y Gianni en la Pinamar.
Río ancho y con bastante monte nativo en las riberas, en su mayoría sauces y sarandíes, arenales de gran porte y mucha resaca, demostrando la fuerza del agua cuando corre, lagunones por doquier que se sierran en correderas que en estas condiciones no tienen más de 15 cm de profundidad o menos raspando las canoas contra los cantos rodados dejando estos pintados del color de la canoa de turno.
Cuando comenzaba el lagunón Marcelo y su padre tiraban el reel y a pescar tararías guiando la canoa mejor que muchos, decíamos con el ruido no picara nada pero no fue así sacaron varias piezas, la idea era tirar la línea hacia el remanso y ahí estaban las tarariras.
Cada vez que bajábamos para caminar, las rocas de punta nos impedían el paso fluido y hacía estragos en pies, tobillos y piernas. De todas formas aprovechamos a pegarnos abundantes baños con flotador y todo ya que el Primo llevo un neumático de camión para divertirnos un poco más.
El promedio comenzó a bajar y vimos que no podríamos hacer toda la travesía y que a duras penas llegaríamos a Villasboas (paso muy conocido por los canoeros por su corredera larga y en curvas que suele cobrar varias volcadas y roturas).
Buscamos entonces un lugar para acampar y lo encontramos con un monte tupido, suelo suave de pasto corto, mucha leña y lugares abundantes para las carpas.
Leo saca de la tarrina una micro hamaca paraguaya para descansar, el resto prende fuego y se prepara la merienda, otros reparamos las roturas en las canoas, luego de reparadas las dejamos sobre un arenal para que se sequen ya que al día siguiente tenían que estar en perfectas condiciones.
De cenar las tradicionales colitas de cuadril acompañadas de tarariras a la parrilla, un lindo fogón nos acompaño, largas horas de charlas anecdóticas y de temas diversos. A dormir que la jornada fue dura, la idea planeada era de recorrer unos 30 km. y dejar unos 22km. para el domingo pero no fue así habremos hecho uno 20 km. nada más a Villasboas nos quedarían unos 17km.
En la noche se levanto viento se nublo pero no llovió; en la mañana gritan la canoa de Aqua no esta se la llevo el río y yo lo mas campante pensando que era una broma y querían que me levantara temprano. Al rato ya estaba todo el mundo en pie y mi canoa en serio se la había llevado el viento, la embolso y tiro al agua y se había ido unos cientos de metros río abajo.
Se recomienda siempre dejar atada la canoa a un árbol o roca.
Domingo
Suerte que como siempre se había armado el toldo porque garuó un tanto y a raíz de eso se improvisaron capas y pilos con bolsas, la mejor fue la Better Life del Chino daba gusto ver que bien le quedaba la bolsa, lloviznó un poco fuerte y cuando paro a levantar campamento y emprender la retirada. Como el campamento se hizo en lo alto de un barranco al querer bajar la carga y con la tierra convertida en barro muchos se resbalaban por lo que se implemento una cuerda para descender y las tarrinas rodaban barranco abajo.
Buscamos el segundo remo y no apareció y lo dimos por perdido, embarcamos y partimos recorriendo lentamente la orilla viendo para dentro de los sarandíes y ahí nomas apareció el remo lo mas campante flotando retenido por las ramas.
El río prosiguió igual muy bajo con enormes rocas de punta, arenales, sarandíes, rocas y más rocas.
El día no fue de esplendor como el anterior pero la pasamos bien incluso algún baño tomamos.
Nos acercamos al final de la travesía si antes tomar las correderas del paso Villasboas, una bandera indicaba el comienzo de las correderas, esta bandera la habían dejado los organizadores de la Poronguera.
Sin problemas recorrimos los 200m en zigzag que tiene esta corredera y se termino la remanda.
Mauricio nos esperaba ya que le habíamos avisado del cambio de planes, pero estaba como a 500m del agua. A cargar todo se ha dicho, tierra, dunas de arena, repecho agua corriendo por el antiguo comino y así fuimos llevando las tarrinas, las canoas la llevábamos de a cuatro para ser más liviano el paseo.
Ya con todo cargado una sorpresa para los participantes: Inauguramos los regalitos personalizados con una lindísima canoa de madera, foto grupal y a regresar a Montevideo. El viaje se torno ameno y liquidamos las expensas que aun quedaban: galleta de campaña dulce de membrillo y queso.
Sobre la nochecita llegamos al ACAL descargamos y guardamos todo, despedidas y hasta la próxima travesía.
Relato: Gerardo (Aqua) Ruske
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL
