Después de leer y disfrutar de los relatos de los diferentes ríos que se recorren a lo largo del año, por fin me decido a contactar al club a ver si nos hacían un lugarcito para acompañarlos en la próxima salida, que toco ser el río Tacuarembó, desde Paso Manuel Díaz hasta Villa Ansina.

Asistimos a una reunión previa de los martes y acordamos que a nosotros nos levantarían en Durazno, cuando pasaran rumbo al norte. Para asegurarnos que no se olviden, quedamos en que llevaríamos las galletas de campo y nos comprometimos a la comida del lunes (pizza a la parrilla). La salida de Montevideo estaba programada a la 1 de la mañana y nosotros subimos como a las 4:30; dentro del camión venían 12 compañeros medios dormidos bien instalados en sillas plegables, luego de subir nuestra canoa y pertenencias rápidamente subimos al camión haciéndonos lugar, que no era fácil, ya que Sebastián y yo no somos muy menuditos que digamos.

El viaje transcurrió sin mayores problemas hasta Tacuarembó que hicimos la parada técnica y subieron 4 compañeros más para completar los 18 que haríamos la travesía, ahí sí que se complicó!! Pero no sé cómo, logramos sentar a Todos!!! para recorrer los 30 km restantes.

Llegamos pasada las 10 de la mañana con mucho entusiasmo y ganas de salir a remar, el sol ya se hacía sentir y en cuanto quisimos darnos cuenta estábamos despidiendo a Mauricio y flia. que nos deseaban buena travesía y advertían del “Viboreo”, porque habían visto alguna en la vuelta. Con el sol a pleno salimos las 9 canoas, luego de un par de horas se decide parar para almorzar, todos compartimos algo y tuvimos un tiempito para una siesta rápida y un baño para recuperar fuerzas. Nos restaba un buen trecho ya que en la mañana habíamos salimos más tarde de lo previsto; navegamos sin mayores problemas ya que el río se presentaba amplio, para mi gusto un poco bajo y teníamos que tener cuidado de las piedras que a veces nos sorprendían; topamos con una caída bastante pronunciada y muy rocosa que nos obligó a pasar las canoas a tiro, aprovechamos para bañarnos otra vez ( que el agua estaba divina) mientras esperábamos a los compañeros más rezagados y ayudar a pasar sus canoas, con algunas resbaladas y caídas en las piedras nos divertimos un buen rato; seguimos en busca de algún lugar para acampar (que era un tema, ya que como pasa siempre, cuando decidís acampar no se encuentra el lugar que a todos nos guste); finalmente en una lengua del río hicimos nuestra primer noche .

La playa no era la mejor ya que había barro, pero el monte estaba excelente muy amplio y con abundante leña para el fogón que no se hizo esperar. Descargamos todo, armamos carpa y una mención especial para la parrilla (que no le envidiaba en nada a las mejores del mercado del puerto) llena de colitas de cuadril y bondiolas que el asador se lució, le quedaron espectaculares!!

Comimos, bebimos algún tanat, el cansancio se hizo sentir y de a poco nos fuimos retirando, verdaderamente daba pena porque era de esas noches donde en el cielo no cabía una estrella más.

Por la mañana, entre mates, café con leche, tostadas con queso y dulce nos preparamos para salir, advertimos que había algunos problemas de pareja en una de las canoas pero nadie quiso cambiar y se dieron otra oportunidad, uno quería sacar fotos (a todo!!!) y al otro no le gustaba esperarlo jejeje.

El río es realmente muy lindo, con muchos arenales que los disfrutamos mucho ya que hacía mucho calor y nos refrescábamos constantemente; barrancas y montes tupidos, con palmeras gigantes que aparecen y te llaman la atención; el río serpentea continuamente entre cerros característicos de esta zona y hace que el entorno sea verdaderamente encantador.

Al mediodía hicimos el almuerzo con las colitas que habían quedado de la noche anterior, y disfrutamos de la playa esperando que baje un poco el sol que a esta altura estaba muy fuerte.

Seguimos viaje con la consigna de pasar los 40 km del recorrido, veníamos a buen ritmo ya que no hubo caídas y las correderas que pasamos no ofrecían dificultad alguna. Ya al caer la tarde decidimos hacer campamento y algunos compañeros advertían de una tormenta fuerte que se pronosticaba para la zona.

Encontramos una playa con abundante leña y una barranca de metro y medio donde armamos las carpas en línea. Esa noche toco guiso de verduras que el compañero junto con sus ayudantes se destacaron; el fogón se hizo en la misma playa al lado del río. La noche estaba calurosa, el agua corría y tenía una temperatura muy agradable, nos bañamos hasta tarde saboreando algunas bebidas espirituosas entre anécdotas y cuentos poco creíbles; nos fuimos a dormir tarde con la advertencia que al día siguiente se nos venía el agua.

Muy temprano en la mañana algunos compañeros se hicieron sentir despertando a todos nerviosos por la tormenta que se venía, guardamos todo rápidamente, desayunamos y salimos, creo que antes de las 9 de la mañana ya estábamos en el agua andando.

El río en este tramo cambio un poco, seguía serpenteando pero había muchos troncos de árboles caídos, los cuales nos obligaba a estar maniobrando continuamente. Otra vez encontramos un par de caídas de agua y pedregales largos donde nos obligaba a bajarnos y tirar de las canoas por la falta de agua, algunos intentamos cruzarlo pero nadie lo pudo sortear; a pesar del aliento de todos los compañeros. El GPS marcaba una laguna metida en un monte, algunos compañeros la llamaron “la laguna Azul”. jeje

Bajamos en busca de ella y nos internamos en el monte, luego de subir un terraplén de 2 metros, caminar como 20 minutos entre unas de gato y monte espeso, no pudimos encontrarla y nos dimos por vencidos, estaba muy tupido y lo dejamos para otra oportunidad.

Aprovechamos para un baño reponedor y decidimos seguir para acampar temprano antes de que se venga la tormenta que venían anunciando”. Pasamos por la desembocadura del Cuñapirú y lo remontamos para conocerlo, realmente la belleza del lugar es abrumadora, no pudimos acampar porque algunos compañeros se habían adelantado así que decidimos seguir; de ahí en más se nos presentó difícil encontrar un campamento, los bordes estaban muy agrestes y con terraplenes muy altos que nos dificultaría la descarga del equipaje.

Finalmente encontramos donde, y manos a la obra, el único problema que teníamos era subir todo en una barranca como de dos metros y medio, rápidamente hicimos un pasa mano para subir las cosas y en poco tiempo quedo todo pronto. Una mención especial para Rosi que se las ingenió para hacer 2 escaleras que nos facilitó enormemente la bajada al río.

Esa aventura, luego fue haciéndonos pasar por lugares donde no podíamos avanzar con la fuerza de nuestra remada o porque troncos entorpecían nuestro camino… por lo que nos bajamos y arrastramos las canoas y su carga. La situación igual era muy dificultosa ya que apoyando nuestros pies en el lecho lodoso y con el fuerte oleaje hasta la altura de nuestro pecho, íbamos avanzando con mucha lentitud.

Esa noche nos tocó de cena, Pizza a la Parrilla (con mozzarella y todo) y pescado frito, que el amigo Fernandez se encargó de pescar; lo acompañamos con el infaltable Tanat y una variedad de bebidas espirituosas; entre charla , anécdotas y risas fue cayendo la noche y la tormenta que tanto nos hizo correr no paso de unas pocas gotas !!!!.

El último día nos levantamos, disfrutamos del desayuno clásico, tostadas, queso, dulce y algunas galletitas que circulaban, mate y el querido e infaltable café con leche.

Hicimos los 10 kilómetros que nos faltaban y llegamos al mediodía a Villa Ansina donde nos estaba esperando Mauricio. Cargamos todo, amarramos las canoas y emprendimos viaje, con parada en Tacuarembó que bajaron los 4 compañeros que seguirían en auto y la otra parada en Durazno; que nos bajamos con Sebastián; la despedida con todos y la promesa de seguir participando.

Por ultimo agradecer a todo el grupo, que nos hicieron sentir muy a gusto y destacar sobre todo el compañerismo y la muy buena onda de todo el grupo.

Gracias otra vez y será hasta la próxima!!!!!!!!!!

Relato: Carlos Cosentino y Sebastian Bartaburu

Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL