Durante mucho tiempo pase mirando en la página del club, las travesías y los relatos del canotajes que iban haciendo. . Mi única experiencia anterior fue una travesía que me invito Filippini y él se encargó de todo canoas tráiler chalecos etc. Era la travesía de las playas, hicimos arroyo Carrasco - Acal. Estuvo realmente muy buena, un día increíble con pocas olas en el mar. De todos modos quería hacer una en un río.

Siempre me gustó la idea de la travesía y un día decidí mandarles un mail. Al poco tiempo me contesto Gerardo y me invito a una reunión de los martes.

En esa reunión el primo me explico con lujo de detalles todos los aspectos que eran importantes y nuevamente Filippini se encargó de conseguirme las tarrinas.

La próxima era el río Santa Lucia, la primera después del invierno. Por razones del río se cambió el trayecto río abajo y quedo Bolívar- San Ramón.

Mi pareja que ya me había acompañado a viajes más difíciles decidió acompañarme.

Al fin llego el día de la travesía, una madrugada realmente fría. Cargamos las canoas y las tarrinas y se notaba el ánimo del grupo. Ahí me enfrente a mi primera gran preocupación que era el frio en el camión. Por suerte en la reunión de los martes me habían advertido y me puse todo lo que encontré, dos pantalones varias camperas y guantes. La verdad no me sobro nada y además me tuve que pones el salvavidas en la sillita, el traste lo tenía helado.

Finalmente llegamos al río, había un clima de gran emoción. Rápidamente se prepararon las canoas y se pusieron en un remanso que hacia el río. Enseguida un señor veterano de capellina celeste que hablaba mucho dijo, yo voy primero porque voy solo, gano tiempo y les muestro como hacerlo.

La verdad me dio un poco de pena, mi segundo gran miedo era como iba a hacer yo para remar 20 km por día. Imagínense a ese hombre solo!!!

No sabía que era el Príncipe que vino con turbo de fábrica.

El arranque metía miedo, salías del remanso y tenías que girar la canoa donde el río te agarraba a toda velocidad. Caerse con ese frio era mortal.

Nos mandamos en el medio para que alguien de atrás pudiera rescatarnos y embocamos bien el río. Al rato se calmó y el viaje era un placer la canoa volaba y el paisaje estaba bueno. Esto no duro mucho, nos enfrentábamos a unos rápidos. El Príncipe había desaparecido, los de adelante pasaron bien y nosotros le apuntamos al medio. Parecía una doma, la canoa saltaba y se nos metieron algunas olas. De todos modos pasamos el rápido con 10 cm de agua adentro. Fueron 5 segundos interminables!!!

También venia Rafa que hacía de timonel porque Pablo era nuevo, el problema es que Pablo pesaba más que Rafa y la canoa iba clavada de proa. Era obvio que se hundieron en el rápido.

Paramos en la orilla para rescatar las cosas de la otra canoa y sacarle el agua al resto. Rafa y Pablo estaban muertos de frio.

Retomamos la travesía para entrar en calor, fuimos pasando por montes arenales curvas etc. y fuimos aprendiendo a guiar la canoa. Más de una vez quedamos clavados contra algún árbol pero lo solucionamos. El viaje era un placer.

Al rato decidieron parar en un arenal e hicimos como una especie de merienda rápida que vino muy bien. Luego seguimos hasta el medio día que paramos y almorzamos lo que traíamos. Estuvo muy bueno todo el mundo probaba algo de lo que traía el otro. La verdad que comimos variado.

Quedaba el resto del día para llegar al campamento. Durante todo el trayecto, el señor de capellina celeste iba en la Pole Position, pero además cada tanto volvía río arriba y avisaba lo que pasaba 3 km más adelante.

Un animal!!!

Al final decidieron acampar en un barranco que tenía monte y playa para dejar las canoas un lugar espectacular.

Rápidamente fuimos armando el campamento y se prendió un fuego para cocinar en la noche.

La noche estaba fría pero el asado el matambrito y las charlas estaban muy buenas y no se notaba.

Una frase que recuerdo es de Horacio que dijo con voz calmada, está cantando el chingolo va a haber viento. No jodas Horacio no debe tener nada que ver le dije. Vas a ver contesto.

Al otro día, no solo me di cuenta que Horacio tenía razón, sino que existe el chingolo bueno y el chingolo malo. A nosotros nos canto el malo, que es el que te manda el viento en contra de la travesía.

Todo el día como remando en dulce de leche, un viento continuo y fuerte. De todos modos llegamos a San Ramón donde nos esperaba Mauricio con el camión.

Fuimos cargando todas las cosas y me toco ayudar con la canoa del Príncipe. Pesa una tonelada!!!. Yo no lo vi, pero estoy seguro que esconde un fuera de borda.

En la vuelta estaba tan cansado que el viaje en camión me pareció de primera clase.

Una experiencia inolvidable!!!

Agradezco a Gerardo que de no ser por su tenacidad e insistencia este relato no hubiese sido posible. Disfrute mucho escribiéndolo.

Relato: Julio Yaquinta
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL