“¿A dónde van los pájaros cuando no es la hora de los pájaros?”
Río Santa Lucía- Setiembre 2010
¿Prueban la trasmutación quizás?
Pero apenas empieza a sonar el réquiem invernal, se levantan a las 5am para subirse al camión.
Da gusto tomar distancia y verlos agitarse en toda dirección. Llevar, traer…cargar y hablar todos a la vez, como cotorras preparando el asalto al próximo maizal. Ávidos de devorar a estas alturas, el ya tantas veces imaginado manjar, en la larga y obligada espera de la estación inclemente. ¡Es que llegó setiembre y ellos lo saben! se acabó el tiempo de la espera… es tiempo de migrar al río!
“¡Tiempo de volver a casa!” dice el mas AVE-zado y alto de la bandada, que bien merece el titulo de Aquaman que porta. A su llamado el resto de la camada no se hace esperar, no hacen más que abrir las alas para preparar el vuelo. Puntuales cual golondrinas, amanecen el camino rumbo al río (¡aunque esta vez, todo el mundo se durmió!). ¿A cuál vamos primero? ¡Y Acá cerquita nomás!, como para despuntar el vicio, entrenar las alas, probar la corrida y dar la largada.
Empezó la temporada de canotaje para la bandada del Acal. Sería impensable de otra forma…
Al Santa Lucia llegamos por dos días cinco canoas. “Nuestra tercer cede”, se le escucha decir a alguno. Unos minutos de indecisión ante el frío y la bruma que se levanta en las aguas agitadas a los pies del puente de salida en San Ramón… De pronto se escuchó: ¡Vamos empiecen a descargar que se hace tarde! Si alguna duda quedaba enseguida se disipa ante la firme consigna del gavilán superior. A ese grito de guerra solo se lo puede obedecer…
Nuevamente, transformados en hormigas todos se largan a la acción. Bajan canoas, remos, tarrinas, achicadores, cambian los trajes, juntan los víveres... Todo es caos, prisa, agitación. La luz de la mañana tiene ese azul brillante y encerado que deja a su paso la tempestad. Las orillas parecen lavadas y peinadas para la visita. Se ve que hace unas horas el agua las cubría al menos tres o cuatro metros más arriba del nivel en el que ahora están. El río corre veloz como quien sabe que concluyo el trabajo y lo esperan impacientes en el próximo. Entre las canoas va una nueva por inaugurarse a sí misma y a su timonel.
Descubrimos con Any que ella tiene vida propia. “La Melchora”, que así se llama la canoa, para hacer honor a nuestra pionera fémina canotea-DORA, es medio artista. La trémula, ensaya acrobacias, giros de media punta y por supuesto el zigzag. No vaya a ser cosa que la confundan!… De tantos comunitarios padres una grandiosidad de cría tenía que salir!!!… Que quede consignado pues, por si alguno abriga aún alguna duda: nada de sus demostraciones tuvieron que ver con su timonel.
“Bautismo!!!!” Gritan todos y la pobre corre cuanto le dan las fuerzas, asustada solo de pensar el sugerido revolcón en esas frías aguas que el tímido sol aún no ha tenido tiempo de caldear.
Por suerte siempre está gran pájaro Mc Daniel Gyber cerca, cuidando a los pichones incautos que suelen ser sorprendidos por las correderas antes de tener idea que hacer.
Tenemos 19 kilómetros por delante en la primer jornada. El viento empuja la popa, las aguas corren en la misma dirección “esto va a ser papita pal loro!” un trinar de pájaros nada más! Chiveo que dará margen a Melisa para desasnar al resto con su nueva sapiencia ornitológica. De la mano de su conocimiento logramos identificar viuditas, patos comunes y brasileros, benteveos, cuervos, Martín pescador y otros tantos que me es imposible volver a nombrar. Por no decir horneros, palomas, garzas y cotorras que las conocemos más.
Temprano llegamos a una playa con vocación de puerto que cual adelantados decidimos usurpar. Allí en menos de una hora habíamos dado trámite a la conquista. Un montón de carpitas rodeaban la fogata que orgullosa hacía sonar la tropera prometiendo el mate.
Uno de los más experimentados de la bandada. Búho sabio y de afilada inteligencia llamado Ariel, dejaba caer disimuladamente la idea: “¡alquilo siesta, alquilo siesta!”. Los otros mientras tanto haciendo alarde de gallardía juntaban leña como para una semana y para las exquisiteces que la noche y el acal prometen en cada travesía: colitas de cuadril y toda clase de verduras asadas sazonadas por un buen vino y… ¡jugolin! que juro por dios que no se todavía como cuernos les encanta a estos recios y curtidos navegantes. ¡Pero está claro que hay espacio para todos en la viña del Señor! Nada puede ser perfecto… ¿no?
Después, solo matear, charlar y arreglar el mundo tirados al sol de una maravillosa tarde en que la ronda nunca dejó caer la conversación. La banda se fue entonando y no falto el truco, ni el suicida comedor de gaviota (¡resuelto en tiempo record!... ¡pues andaba Jorge por allí!), ni las torres gemelas, ni el calentamiento global, ni los cuentos infaltables de Filipo. Mientras, el fogón se transformaba en pira y la pira en cenizas que el viento desparramo más tarde como a esas almas cansadas por el campamento.
El segundo día amaneció obligado por el griterío desaforado de la pava de monte. ¿Nos habían descubierto tal vez? Tranquilos, como pidiéndole permiso a un pie para mover el otro, del mayor al menor fueron apareciendo todos otra vez en torno al fogón. Por supuesto que nada se sabía del Príncipe!. Pero eso es cosa sabida Po! Como a las diez devolvimos el monte a la pava y retomamos la remada. La calma era absoluta, casi mágica. Nada presagiaba que pocos metros más abajo el río guardaba los restos de un holocausto de ovejas como no se vio jamás. Más de 300 ovejas contamos sin exagerar cuyos cuerpos atrapados entre las ramas denunciaban horrorizados la furia de la última crecida.
Tres horas después, en el almuerzo ya seguros de la victoria los disparates llegaron a su clímax, basta nombrar la “vaca en situación de calle” que nuestro querido Primo supo traer a cuento, para entender que la vida con esta gente no tiene desperdicio. Todos sabíamos del final y nadie estaba dispuesto a quedarse con ninguna monedita en los bolsillos así que la cosa se termino de soltar: La benjamina canoíta había cambiado de timonel y ahora parecía estar más dispuesta a ser domesticada por la ave-a-Dora.
Otra vez se escucharon los gritos: “Bautismo! Bautismo!” Esta vez no hubo perdón! Aunque ya la envalentonada embarcación y sus tripulantes esperaban sonrientes la emboscada para desatar la guerra en cuanto llegara el primer remojón. Y supo llegar en tiempo y forma, para terminar todos empapados remando carreras seguros de perder.
Como Moisés ante la tierra prometida divisando ya el final, con Ronny caímos en una especie de segunda realidad: Un lagunón infernal que parecía existir solo para nosotros dos cual triangulo de las Bermudas. Remábamos y remábamos y no avanzábamos un metro! Empezamos a justificarnos: “estamos viejos”, “no, solo fuera de entrenamiento” “ Pa!” “Que salgamos rápido de esto!” “ Me muero Che!” “Cuanto nos falta?”. Es que clavábamos el remo y no pasaba nada! Para entender al final. Que cual burro de teniente, nuestro cabo de popa había sido lazado por los especialmente queridos y nunca suficientemente ponderados compañeros Aqua y Príncipe. Remolcábamos no menos de 300kg sin exagerar! Claro que eso es un detalle si además les cuento que ellos REMABAN PARA ATRAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Quemando ya la tarde, 24.5kilómetros después, llegamos a Paso Pache. Se acabó lo que se daba! El camión ya estaba esperando llevarnos de nuevo a realidadmalvin. Pero solo para esperar el martes en que preparemos la partida hacia el Queguay…
Que que ¿a dónde van los pájaros cuando no es la hora de los pájaros? Pues ya ven, a canotear!!!!!!.
Relato: Carla
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL
