00:00 hs. del viernes. Todos empezamos a caer de a uno (o de a dos o tres) al club pertrechados para un rio difícil. Todos pensando en llevar poco peso en las tarrinas, mucho remo simple en la vuelta, trajes de neopreno a la mano, trozadores, machetes a discreción, todo dentro de las tarrinas y algún símbolo religioso para poder rezarle a algo si la cosa se complicaba.
La logística previa, mucho mejor de lo imaginable, cuasi perfecta de hecho. Canoas previamente cargadas en el tráiler, bidones de agua acumulados, todos más o menos a la hora acordada en el club y Mauricio muy puntual.
Subidos al camión, una palabra fue haciendo eco entre las tarrinas y las barandas... "Frio", "frio, más que frio y mucho frio". Salieron a la luz abrigos de donde se pudiera, surgieron de la nada botellitas de grapamiel, y otros avatares de trucos para calentar las tripas y el contenedor de las mismas, pero NADA surgió efecto... De a poco, nos engarrotamos, achuchamos, tullimos, helamos, congelamos, refrigeramos, recontra refrescamos, ... (parezco JC), pero resonó la frase que algunos colegas de otros grupos de canotaje travesía repiten para resucitar "t'a lindo porque t'a feo, t'aria mejor, si t'uviera pior", y así llegamos a las frías aguas del río San Salvador tan solo con una rápida parada "técnica" a escasos 6 km de llegar al destino y ya con las primeras y hermosas luces del crepúsculo astronómico que nos hacía pensar la mañana (y el frio tremendo que hacía).
Pudo ser, pero no fue... el camino del cambio de la dificultad, de 5 a 1.
Primer intento
No da che... no, no... no da... Acá si entramos, nos rompemos todos, rompemos las canoas y perdemos horas buscando las cosas que se pierdan... no, no... No da.
Paso de las Piedras nos presentaba un arroyo encajonado, un poco salido del canal principal, con mucha agua entre los árboles. Sin acceso por la calzada como para llegar cómodos hasta el tubo de plantas por donde corría más, así que la conclusión fue bastante unánime: de acá, no vamos a poder salir.
Y así, tácitamente, arrancamos a buscar opciones y alternativas. "Que nos tiramos igual y que pase lo que pase", "que nos vamos al río Santa Lucia que siempre es una fija", "que el río Negro está cerca, pero no tiene agua (insertar aquí puteadas contra la barbaridad que hizo UTE por favor)", "que largamos más abajo y hacemos un río más abierto, pero metemos más distancia". Y como dice la Santa Biblia, que "así sea" (amen)... Fuimos por la última opción enumerada.
Segundo intento
Nos metimos al camión, hicimos unos km hasta el siguiente paso (Paso Ramos), y largamos desde ahí, con la idea de llegar hasta La Concordia (sobre el río Uruguay), bajando drásticamente la dificultad de la travesía, pero agregándole algunos km y llevándonos a paisajes sobre el río Uruguay LINDISIMOS!
Mucho mejor de lo que habíamos imaginado.
Primer día, con una pequeña corredera, seguida de un entubado en media luna de árboles, con algún tronco atravesado que dio emoción. Después, mucho lagunón, donde lo que más temor nos generó, fue que un avión de fumigación nos lanzara su producto encima.
Pasamos Dolores, y disfrutamos a la distancia de su espectacular parque sobre el río y después de buscar un rato un campamento ideal, dimos con uno muy aproximado a esas expectativas. Ahí llego el momento del festín... ¡Qué momento!.. ¡Que festín!, ¡Qué momento de monumental festín de comida riquísima!.. Como dice una amiga mía... "¡Que emoción!"... y ni voy a repetir esto respecto a los siguientes días, porque para colmo, y arruinando las capacidades de quien aquí está describiendo con palabras realmente lo ocurrido, cada día que pasó, la comida pareció ser mejor y mejor... (Si es que la física que lee y describe la naturaleza se da el lujo de permitir que eso sea posible).
Entre festines despilfarradores de elegancia y de exquisiteces asadas surcados por cuentos abrasilerados (- ...permítanse quienes leen estas palabras insertar la versión escrita de alguno de esos cuentos... -), se dieron los dos primeros días. Fuimos recorriendo de paisajes que mezclaban una naturaleza espectacular, con emprendimientos agroindustriales, y contaminación de gente que no sabe apreciar las bellezas que Uruguay tiene. Aves espectaculares, atardeceres paradigmáticos, un cielo lleno de estrellas que se reflejaban en el río, y muchísimo tránsito aéreo visto a la distancia probablemente entrando y saliendo de Ezeiza.
Para mi gusto, el mejor día.
Arrancamos a eso de las 9:30 am, dispuestos a recorrer unos dos kilómetros hasta la desembocadura del San Salvador e ingresar al Uruguay. Esos dos km, fueron muy tranquilos, pero en la desembocadura encontramos mucho oleaje de costado.
Mas por previsión que por temor, decidimos investigar un poco antes de seguir adelante. Nos detuvimos en la desembocadura, y conversamos con una familia de pescadores que vive en ese lugar, y estas personas nos contaron como era el río Uruguay cuando saliéramos del San Salvador. - Sigan nomás- (dijo el hombre), que si van cerca de la orilla no van a tener problemas... hay arenales continuos y como hay viento norte, no van a tener olas desde los costados que les generen problemas. La zona es muy hermosa y les va a gustar.
Y no falto ningún estímulo más, entramos en el río Uruguay. No falto alguna discusión de como remar y como posicionar las canoas para que las olas no las llenaran de agua claro, pero son... "conversaciones de travesía".
Los paisajes de estas locaciones del Uruguay, de los más lindos que he visto. Muchos arenales, con árboles hasta la orilla, y con las raíces sobresaliendo de la arena que me recordaron imágenes paradisiacas de playas de la Polinesia.
Sin gran esfuerzo físico, llegamos a La Concordia, un lugar que yo no conocía, muy tranquilo y muy lindo...
Y adivinen que... ooootro festín de comida y "cervecita fría"... La verdad... contado así, parece que pasamos mal che... por suerte, de tanto en tanto, nos damos el gusto de ser reincidentes y volver a pasar mal!