Tras haber trabajado diecinueve carnavales en el Monte de Ombúes, este año decidí tirar la toalla (por un rato) y aceptar la invitación que me hiciera Melissa de participar en un canotaje de ACAL.
El destino era el Río Yaguarón, que navegaríamos durante cuatro días y no pude decir que no. Ya me veía yo tomando fotos del paisaje, fauna y flora de ese hermoso río amenazado desde hace muchos por la posible construcción de una represa…
Pero una semana antes de la partida los datos obtenidos indicaban que el Yaguarón no contaba con suficiente agua como para permitir el uso de canoas y se optó por ir al Río Rosario.
Se trataría de un canotaje organizado por el Club Náutico Concordia y habría mucha gente, o sea, la experiencia sería muy distinta a lo planeado.
Para la 15ª. Travesía del Río Rosario se inscribieron más de doscientas personas y participaron ochenta y un canoas!!!
El gran desafío de los organizadores sin duda fue donde encontrar la suficiente agua que permitiera la realización de la travesía dada la sequía imperante.
El día 5 de marzo, de mañana armamos las carpas en el ya muy poblado camping del Club Náutico Concordia, situado a un kilómetro del poblado La Paz y tras las inscripción ¡Oh sorpresa!, subimos a un bus que nos llevó dando una gran vuelta hasta donde se encontraban decenas y decenas de canoas junto al Arroyo Cufrecito o Cañada Cufré.
Pintoresca la escena: gente bajando de un bus y un camión con sus remos y sus salvavidas, buscando sus canoas y una vez encontradas llevándolas en fila hasta los dos puntos donde podían ser bajadas.
Dada la profusión de canoas, los de ACAL quedamos bastante dispersos, pero al poco rato la mayoría ya andábamos juntos.
El Cufrecito es angosto y tiene el encanto de tener en ambas márgenes el ramerío del monte que se vuelca al arroyo sin llegar a dificultar el tránsito.
Fue durante el tramo hecho en el Cufrecito que descubrí cual sería la gran diversión de los participantes: tirarse agua con los remos y achicadores y en algún caso dar vuelta a la canoa de algún amigo ( para comprobar si sigue siendo amigo?)
Ese día remamos 13 km. Un tramo por el Cufrecito y desde su desembocadura seguimos por el Río Rosario hasta su boca en el Río de la Plata, y tras un almuerzo en las rocas de la Boca, remontamos el río hasta los cables de alta tensión. Unos cuantos de los remeros se detuvieron a curiosear y tomar fotos de un barco semihundido y de la infraestructura abandonada de la antigua explotación minera de la Boca del Rosario.
Tras el almuerzo, al ir remando rio arriba, comenzamos a notar que las orillas del río y la vegetación marginal ostentaban una franja continua de varios centímetros de ancho de color verde muy claro debido a contaminación. ¿De dónde procederá? ¿Será un fenómeno aislado o será algo habitual? Con quien iba en la canoa lamentamos mucho ese hallazgo e hicimos el comentario de que Uruguay está perdiendo rápidamente su condición de país natural.
El campamento siempre estuvo ajetreado, como corresponde a un camping con más de 200 personas, pero siempre primó el orden y el respeto. Se anunció que se elegiría a la Reina de la 15ª. Travesía del Río Rosario y que había que dejar los votos en cierta caja.
El segundo día, el 6, salimos desde las torres de alta tensión, donde habían sido dejadas las canoas el día anterior y tras 9 km llegamos al Club Náutico Concordia. Hubo un asado con cuero muy bien hecho y se abrió la caja para ver cuál de las chicas participantes sería la Reina de la Travesía.
Había un par de chicas muy llamativas, pero su belleza no pudo contra la simpatía de uno de los miembros del club ACAL y el apuesto y simpático Hugo fue quien recibió la mayor votación.
Hugo quedó sorprendido, pues sabía, como no, de su atractivo personal, pero nunca pensó que pudiera ser votado en un concurso de elección de Reina. Pero lamentablemente el animador del certamen de belleza descalificó a nuestro compañero con el dudoso pretexto de que era hombre y el premio fue cedido a una simpática chica creo que de Rosario…
La verdad es que nunca hubiera pensado que participaría en un evento de esas características ya que mis experiencias anteriores con ríos eran más bien aventureras, pero confieso que me gustó el haber estado allí. Uno veía a los organizadores de aquí para allá buscando que todo saliera bien y todo salió bien nomás.
Los otros dos días siguientes los participantes del Club ACAL seguiríamos de canotaje y hubo que deliberar hacia dónde ir, porque los únicos cuerpos de agua que tenían suficiente agua eran los de carácter estuárico, donde el Río de la Plata metía agua.
El consenso fue seguir el Río Rosario hasta donde se pudiera el primer día y el segundo y último navegar por el Cufré.
El 7 de marzo salimos desde el club y llegamos hasta el límite de la influencia de la marea eólica del Plata constituido por una corredera.
Allí almorzamos una exquisita y sencilla receta que lleva poco más que arroz y atún y esperamos a la sombra del monte a que bajara el sol. Ya que estamos con el monte, vale la pena decir que el Rosario tiene muy lindo monte sobre sus márgenes, con árboles bastante altos, pero, al igual que en buena parte del país, hay gran cantidad de árboles invasivos como el ligustro. ¿Y cuál es el problema? El problema es que a menos que los ligustros, moreras y las espinas de corona sean los árboles elegidos para el consumo de leña, nuestras especies nativas están condenadas si no a desaparecer, al menos a ser muy escasas. Los árboles exóticos van ocupando el lugar de las nativas.
Con el sol ya bajo, la gente del ACAL solía dar el espectáculo de un partido de Canopolo, más o menos amenazado por alguna moto acuática que andaba por las cercanías…
El 8, nuestro último día de navegación nos trasladamos al Cufré donde navegamos 12 km. Partimos desde el puertito y remontamos el curso de agua hasta donde lo permitieron las rocas y luego retrocedimos de nuevo hasta el puertito. Un monte mucho menos contaminado con árboles exóticos, mas aves para alegrar la vista y mucha camaradería.
Me alegro mucho de haber aceptado la invitación y de haber participado en tan lindas actividades. La gente del Club ACAL me hizo sentir como si lleváramos años de amistad, quizás el compartir los gustos haga adelantar mucho las amistades.
En el campamento grande me encontré y fui encontrado por visitantes del Monte de Ombúes y muchos me decían ¿y quién vigila el Monte cuando usted no está? Yo me hago la misma pregunta.
Relato: Juan Carlos Gambarotta
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL
