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Río Negro - Abr/2014 (Mercedes - Villa Soriano)


Bitacora:


Curso: Río Negro
Recorrido: Mercedes - Villa Soriano
Distancia: 45 km
Estado del Cauce: 2 metros por encima de lo normal (corría abundante)
Clima: Nublado a mejorando, noches muy frías y días templados
Días: 4
Lugares / acampar: Varios con poco monte de abrigo, buena leña
Año: 2014
Fecha: 13/04/2014 al 16/04/2014
Departamento: Río Negro
Recorrido en Google Earth RioNegro-MVS.kmz
Fotos:   

 

 

¡RÍO NEGRO - Mercedes - Villa Soriano!

 

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Todo comenzó con las reuniones de los martes como es de costumbre, pará ir ajustando todos los pasos e integrantes a realizarla, destino río Cebollatí. Se fue armando con un grupo aproximado de unos catorce integrantes, dé los cuales llegada la fecha quedaron confirmados once. La idea era salir el sábado 12 juntándonos en el club a las 2 de la mañana, él meteo daba lluvias para viernes y sábado, domingo chaparrones mejorando.

 

Todo pronto, nos habíamos puesto de acuerdo en los víveres que tenía que comprar cada uno, la carne: clásicas colitas de cuadril que en este caso fueron picañas, la galletas de campaña, la verdura, fideos, chorizos, panceta, para el guiso y arroz y atún para el ultimo día, queso y dulce de membrillo para endulzar el viaje y las clásicas mateadas del desayuno y atardeceres, dónde después de un día de navegación uno enciende el fuego y el fogón se va templando, se sienta a ver el atardecer y descansar la espalda, se arranca el mate, recuperando fuerzas para preparar la cena, con los clásicos relatos de cada uno sobre como esta de cansado y lo que le paso durante la navegación.

 

 

Todo viento en popa hasta llegado el día viernes a la tarde, cuándo comenzó a llover y llover sin parar, como estaba establecido todo el personal se hizo firme a las dos más o menos en el club, cada uno portando sus petates, tarrinas, bidones con agua, sillas, en fin, lo indispensable para pasar los días previstos y cargar lo menos posible en las canoas, cosa que uno intenta pero siempre se pasa de kilos. Todos reunidos en el salón bastante mojados, comenzó la evaluación por parte de los integrantes que habían recorrido el río y con experiencia dijeron, el riesgo que podíamos tener al entrar al cebolla y llegando al sarandisal, dado la cantidad de agua que podía acumular el río por lo que estaba lloviendo, pudiendo quedar atrapados contra las ramas en la correntada. Después de un par de horas de ver que hacíamos y antes de perder totalmente el ánimo al quedar todo en la nada, en un arranque de vamo y vamo, decidimos cambiar el destino al Río Negro, dado que al ser más caudaloso no nos afectaría la creciente tanto. Se voto cambiar la salida para el domingo a la seis, esperando que cambiaran las condiciones del tiempo, quedando por la bajada de dos integrantes dado que ya lo habían hecho y preferían no recorrerlo otra vez, en ocho tripulantes.

 

 

Domingo trece, hora seis todos en el club, con todo el ánimo al mango dado que no llovía tanto, amarramos las cuatro canoas en el tráiler mientras otros subían todo al camión, en eso nos llega un msn de que había una baja más Mara se sentía indispuesta, ahora la cosa se complicaba de vuelta quedamos impares y con un pie en el estribo y bueno dijo rafa, nos arreglamos igual uno va solo en la canoa, le alivianamos entre todos la carga y ta. Y comenzó el viaje, todos ubicados en sus sillas, Eliana, Pablo, Rafael, Fernando, Raúl, Carlos Casella y Fernando (gallego). Al mando del transporte Mauricio y flia. Mas o menos salimos a las siete, entre cuentos, anécdotas de otras travesías y algún mate, queso, galleta y dulce se fueron yendo los km. la idea era bajar por el Arroyo Daca al Río Negro, pero Mauricio bajo a la rambla de mercedes, tomó hacia el oeste hasta que se nos corto la misma por la creciente en la plaza Guernica, totalmente inundada, solo aparecían la punta de los carteles, bajamos todo del camión a decidir largar de ahí y no dar más vueltas, el tiempo apremia eran ya las doce. La verdad que no animaba para nada meterse al agua, lloviznaba y teníamos un viento de geta que levantaban olas medias complicadas, en eso se escucho, al mal tiempo buena cara, y todo el mundo arranco a cargar las canoas, las metimos mitad al agua y cuando terminamos de cargar estaban todas metidas en el agua por lo que venía creciendo el río, impresionante así que no hubo que empujarlas solo abordar.

 

 

Comienza lo bueno, entre ola y ola nos fuimos yendo navegamos como dos horas hicimos una parada para comer algo de lo que llevábamos y arrancamos lo antes posible para llegar. Navegamos unas dos horas pasando por la isla del Pichón y encontramos un lugar alto lindo para acampar, con una vista hermosa algo de monte, leña abundante, la cual nos dispusimos a juntar rápidamente antes de que se nos viniera la noche, el foguista Pablo le arrimo la lumbre y se hizo la fogata. El lugar tenía un pasto cortito pero estaba todo muy húmedo, limpiamos y armamos carpas, como venia la mano la noche seria dura humedad y fría. Se arrimaron las troperas al fuego y cuando empezaron a humear se arranco el mate, Rafa como un cirujano empezó a cortar el queso y dulce, mientras que otros armaban la parrilla para acostar las picañas, entre vuelta y vuelta se fueron cocinando, él chef Fernando con ayuda de todos se mando una ensalada de tomate y cebolla, y en un rato cenamos opíparamente, entre algún cuento, alguna risa se nos fue entrando el sueño y decidimos decir hasta mañana.

 

 

La noche fue re fría, amanecimos en medio de una niebla que apenas permitía ver la otra orilla, de a poco se fueron levantando todos, y la niebla fue dando paso a un tímido sol el que pedíamos a gritos que saliera, pará secar un poco todo. Se avivo el fogón y todo el mundo a calentarse y secar medias y zapatos. De apoco la vista de la otra orilla se fue dejando ver, que paisaje, meta fotos. Tomamos el desayuno, charlando planificando un poco la próxima pierna y levantamos campamento, largamos como a las once, no teníamos apuro dado que veníamos como los bomberos, él río corría y nos llevaba, la travesía se fue dando tranquila, río ancho sin dificultades más que algún remolino, placentero bien como para poder disfrutar del entorno pasando por la isla del Pantanoso, la creciente se había comido alguna playita que pudiéramos encontrar al paso y los lugares mejores para acampar la mayoría se encontraban ocupados, una semana complicada, a pesar de que en cuestión de caza la mano venia tranqui, escuchamos algún tiro que otro pero poca cosa, por suerte para nosotros y los bichos. Después de cuatro horas navegadas, encontramos un lugar alto el cual en un libro que tenia fernando marcaba un playa de arena con un monte, pasto cortito verde y ya había oreado, o sea que la humedad seria menor para tender las carpas, pocos árboles caminamos hacia el fondo y estaba inundado con un agua calentita por el sol que en ese momento ya se había descubierto totalmente, bañamos un rato los pies fríos. Recorrimos juntando leña y lo que marcaba en la foto como arenal era un terreno forestado con pinos el cual ya había sido talado, leña abundante.

 

 

A pesar del sol se veía que la noche se venía muy fría, no se movía una hoja calma chicha, así que dado que no habían arboles para atar toldo, Rafa, Carlos y el gallego improvisaron un tipo parada de ómnibus, pared atrás y techo un lujo, se prendió el fuego por parte de Raúl, el foguista Pablo se encontraba embromado de la columna y se había tirado a descansar un poco. Se armo campamento, se feteo la carne, y se comenzó a almorzar. La conversa estuvo dotada de todos los temas, ambientales, humanos, sobre la travesía, alguna vivencia por parte de alguno y la frutilla de la torta, la astronomía, dado que en la noche se produciría el eclipse lunar como a las dos de la mañana, surgieron chanzas de a mi despiértenme, otro el que se levante mañana me cuenta.

 

 

Nos comunicamos con aqua para pasarle los puntos en el gps que tenia Raúl y así nos diera los kilómetros que llevábamos navegados, nos paso los km. Conversamos un rato de cómo íbamos y nos despedimos hasta el otro día. Como a las nueve se comenzó la picada de la verdura y carne para hacer un guiso dietético intentando mejorar a Pablo, comimos bien caliente y la verdad que nos acostamos pipones. Como a las dos Carlos que había puesto el despertador me llama, gallego, levántate el eclipse, yo me di media vuelta le esbocé un ruido y seguí calentito durmiendo, como a la media hora me desperté y tomando coraje salí a ver qué pasaba, lo vi solo al lado del fogón, el frio estaba salado, miro la luna y la veo redonda como cuando nos acostamos, me arrimo y le pregunto ¿y?, y me contesta deja no pasa nada me voy a acostar en cualquier momento, en eso eran las tres cuando le digo mira me parece que empezó a lo cual me contesta eso es la sombras de los cráteres yo me voy a dormir, yo quede como quien dice de guardia solo como la luna, le metí más leña todo lo que había chico para hacer llama, y miraba un rato el fuego y otro la luna hasta que en una, comenzó el espectáculo, en eso apareció Raúl y hay eclipse o no, y cada vez se tapaba mas, se oscurecía todo y empezó a apreciarse el cielo, una noche limpia sin nubes, espectacular para el propósito. A las cuatro comenzó el reflejo de la tierra sobre la luna y se empezó a poner naranja cada vez más intenso, en eso apareció Rafa, comentando que bueno, nos quedamos un rato observando, no se aguantaba ni pegado al fuego, despertamos a Pablo y Eliana para que lo vieran, y después de un rato nos acostamos urgente.

 

 

Amanecimos se avizoraba un día espectacular, desayunamos, entre Raúl y Fernando, carta y gps en mano planificaban por donde tomaríamos el curso dado que teníamos dos islotes la isla del Infante y alguna entrada tipo lagunones, desarmamos y nos largamos, la navegación fue viento en popa con una corriente que prácticamente no hacía falta remar solo timonear, dio para izar alguna vela improvisada con los carreteiros usando de palo los remos, llegamos a una entrada y nos metimos, en la laguna del Infante, preciosa repleta de camalotes con flor, pájaros que hasta el momentos habíamos visto pocos, paramos en una playita tomamos un poco de sol como una hora, recorrimos un poco para ver si encontrábamos para acampar, pero el monte era espeso y sobre el río no dejaba arrimarse a la costa. Embarcamos nuevamente salimos de la laguna y remontamos el otro brazo hacia el este se puso pesado la corriente era fuerte y no encontrábamos ningún lugar para acampar, los buenos tenían gente, pasamos la isla del Naranjo después de dos horas remando encontramos un monte cerrado entre camalotes, los pasamos y el lugar estaba aceptable, piso de tierra pero seco, monte alto, con leña cortada y seca, desplegamos todos los enceres, el foguista Pablo totalmente recuperado encendió la hoguera, armamos carpas, ritual de mate queso y dulce, se armo tertulia, entro el atardecer que se metía por entre el monte, comenzó a soplar un norte, y con ello algunas olitas que movían las canoas, se amarraron bien por las dudas de que siguiera aumentado, el humo empezó a remolinear por lo cual tuvimos que hacer contención con un toldo y más o menos quedo la cosa. El chef Fernando comenzó a tramar la cena, tuco con tirabuzones, se comenzó con la picada, de los ingredientes este se venía con todo dado que Pablo se encontraba con hambre, señal de mejoría, así que panceta y chorizo abundante, tres litros de salsa de tomates, quedo de novela, se abrieron las cajitas felices y le dimos duro y parejo. Luego meta charla con un licor de anís casero cosecha de Eliana y Pablo, alguna galletita dulce, y unos dátiles cosecha de Raúl, no faltaba nada un paraíso en el medio del río Negro.

 

 

Hicimos contacto con Aqua para pasarle novedades y nos dio km Navegados. En eso recibimos una llamada del Dr. Introini para tener noticias de como andábamos, nos paso algunos piques de lo que podíamos visitar en villa soriano, lugar del cual el conocía, museo iglesia, el timbo más grande del Uruguay, la casa de la alemana, museo maeso, museo casa de Marfetan, el cementerio más antiguo del país y el teléfono de un pescador para hacer un recorrido hasta el río Uruguay. Al día siguiente se levanto campamento para recorrer el tramo final de la travesía se juntaron todas las cosas se removió el fogón se apago con agua abundante como corresponde, se comenzaron a distribuir las terrinas y otros en cada una del las canoas equilibradamente sin escora y un tanto apopada para darle un planeo a la embarcación y no tener que meter tanta pala. En eso notamos algo raro en una de ellas, era que el timonel Pablo junto a su compañera Eliana, había armado un aparejo tipo cangreja con maderas del lugar y trapo carreteiro, toda una artesanía nativa. Zarpamos en una navegación con rachas de viento en popa por momentos y de través en otros dados las vueltas del río, lo cual hacia extremar la atención en la navegación a Pablo dado que venía a todo toldo.

 

 

Avizoramos dos antenas de Villa Soriano y en unos quince minutos teníamos el pueblo a la vista, Carlos y gallego seguimos pasando el muelle de madera para ver los trabajos que se están realizando por tierra no se permite entrar. Luego nos juntamos con el grupo que entro entre camalotes a la orilla, lugar de pesca, fogones y mesas para pasar el día, muy lindo, con pescadores a la caña. En eso nos encontramos con Mauricio que llegaba buscando uno de los fogones para hacerse un asadito junto a familiares. Amarramos todo entre las canoas y salimos de recorrida, primero la aduana que ahora sirve de oficina turística y refugio para los navegantes, baños, cafetería etc. luego a la iglesia, museos, casa de alemana, encontrando todo cerrado una lástima que no favorece al conocimientos del lugar y más en una semana santa o de turismo. El resto de la villa todo muy lindo pueblo chico con unos mil trescientos habitantes más o menos. Nos contactamos con el pescador para hacer una navegada hasta el río Uruguay dado que el día estaba para tomar sol y conocer, nos hubiéramos tirado en las canoas pero no nos daba el tiempo, teníamos que regresar el mismo miércoles. Calentamos el guiso almorzamos, y en eso llego la chalana salimos rumbo al río Uruguay, con los relatos del pescador que hace dieciséis años vive en la zona, sobre cómo estaba la pesca media mermada por el cambio del río, el decía que por los químicos que le ponen a los cultivos y bajan con las lluvias al río, haciendo crecer unas algas que muchas veces le hacen perder las artes de pesca. Entramos en el paso del Yaguarí y la isla del Vizcaino hasta llegar a la boca donde se junta con el río Uruguay. Luego retornamos y bajamos en las playas de la isla de Lobos, un lugar muy lindo, recorrimos un poco la isla y la playa o lo que quedaba estaba muy crecido. En la isla se encuentra una casa, con algún ganado, nos conto el pescador que es de un holandés. Luego de un rato iniciamos el retorno para cargar todo al transporte y regresar al club, el viaje fue malo la carretera se encontraba en mal estado y con un gran tránsito de camiones, pero llegamos, bajamos todas las cosas, acomodamos las canoas en el varadero, nos despedimos hasta el próximo martes, y este es el fin de una travesía mas, para contar.

 

 

Con la conclusión de cómo dice el refrán, más vale empezar mal y terminar bien.

 

Relato: Fernando Garcia
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL

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Río Negro - Canotaje Travesía - Abr 2014


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