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Río Cebollatí - Set/2016 (Paso del Rey - R8)


Bitacora:


Curso: Río Cebollatí
Recorrido: Paso del Rey (R58) - R8
Distancia: 28 km
Estado del Cauce: Un poco crecido
Clima: Soleado, frio y el agua muy fría
Días: 2
Lugares / acampar: Bueno
Año: 2016
Fecha: 24/09/2016 al 25/09/2016
Departamento: Lavalleja
Recorrido en Google Earth RioCebollati.kmz
Fotos:  

 

 

Travesíí Río Cebollatí. Desde Paso del rey - Puente en ruta 8

 

portada

Primer día, sábado.

Partimos desde ACAL como habíamos acordado el martes previo. Si bien nuestra aspiración era salir entre 5 y 6 de la mañana, partimos un poco más tarde pues no siempre las voluntades y las almas son fáciles de aunar.

 

El grupo estaba conformado por 10 personas, las cuales nos distribuimos en 2 camionetas y un auto, cuyos conductores eran Filipi (el abuelo), Javier, Pablo.

 

La madrugada trascurrió y así nos tomó la mañana en pleno viaje por la Ruta 8. Luego de una corta parada en una estación de nafta en Minas, donde estiramos las piernas y nos abastecimos de bizcochitos calentitos proseguimos nuestro viaje.

 

Más tarde, en el entorno de las 10 horas llegamos a la cabecera sur del puente (Ruta 8) que pende sobre el Río Cebollatí.

 

 

Allí hay una caseta de la Policía caminera, a la cual les informo de nuestras aspiraciones. El resto ya con grandes expectativas caminamos hasta la margen sur del río para ver qué tan manso estaba y ver si allí desembarcaríamos a nuestro regreso.

 

Seguimos por la carretera y nos desviamos a unos pocos metros a la izquierda, llegando así a Pirarajá. La camioneta líder y portadora del tráiler fue en busca del contacto de la zona, para coordinar un trasporte. Este más tarde llevaría de regreso a los choferes.

 

La idea era llegar a la margen derecha del paso del rey, bajar las canoas, el equipo y con ellas el grupo mayoritario de canoeros.

 

Los tres conductores, irían a dejar los vehículos en el puesto de la caminera y regresarían al paso llevados por un trasporte local.

 

 

Mientras tanto, el resto fuimos llevando las canoas y el equipo a la costa. Cada uno de nosotros en diferentes momentos y diferente manera miramos con respeto nuestro reto, el Cebollatí.

 

De antemano sabíamos cómo se conformaban cada una de las parejas en nuestras cinco canoas y poco a poco nos fuimos ocupando de ellas y nuestra carga..

 

Así estábamos: Javier y rosi, Alejandra y Rafa , Horacio y pablo , Carlos y Raúl , y por último El abuelo y el Tortuga.

 

 

A penas regresaron Filipini, Javier y Pablo terminamos los preparativos para navegar. Los más avezados miraron el río, evaluaron, y resolvieron partir.

 

Partimos en el entorno de las 13 horas, de una en una salieron las canoas. Primero Pablo y Horacio, ellos se toparon con el primer obstáculo, unas ramas que cortaron rápidamente y proseguimos. Así fueron partiendo las diferentes parejas, cerrando como últimos, Filipini-Malaquías.

 

Apenas avanzamos unos metros comenzaron los obstáculos, una a una las canoas fueron dándose vuelta en el sucio y sinuoso río.

 

Esta situación hizo que entre tarrinas flotando y canoas dadas vuelta, se solidificara la conciencia de grupo. Me agrado mucho como todos llevamos la situación, con buen ánimo, tenacidad y solidaridad.

 

 

No tengo muy claro los tiempos, pero luego de salvar obstáculos, pequeños rápidos y sinuosidades de río, todos mojados y con agua en nuestras canoas decidimos hacer una parada en un remanso.

 

Allí se reparó una canoa que hacía agua, era la canoa de Horacio y Pablo (la alemana) la cual era un sumergible y no una canoa.

 

Decidimos recuperarnos un poco, comimos algo ligero y partimos nuevamente.

 

El trayecto siguiente fue muy emocionante entre dadas vueltas, ramas, tarrinas, remos, y agua fría, cada vez más fría. Para las 17 horas más o menos habíamos recorrido solo 5 Kilómetros.

 

A esa hora optamos por desembarcar en una zona con arena que nos permitió bajar y armar nuestro campamento.

 

Unos más, otros menos, pero todos teníamos frío. Como se decía en el pasado, parecíamos que teníamos el (mal del zambito).

 

Con relativa facilidad se prendió el fuego, mientas unos lo prendían otros buscamos ramas y tronquitos secos.

 

 

Arreglando las cacharpas llegó la noche; mientras tanto se calentaba agua para el mate y otras infusiones, otros se secaban y el abuelo cortando su queso y dulce. Cansados y con cierta desazón pensábamos en la parrilla que se nos había hundido y el agua potable que habíamos perdido; mientras nos calentábamos y tomábamos algo caliente.

 

En una tormenta de ideas como método, pensábamos como asar nuestra carne. Horacio como hombre de acción, rápidamente pasó del dicho al hecho y fabricó nuestro asador con dos horquetas largas enterradas en la arena y un travesaño verde donde se ensartó la carne. Esta se asó y comió, entre comentarios, risas y la emoción de lo vivido.

 

Poco a poco nos abatió el cansancio y nos fuimos yendo a dormir. Unos pocos se quedaron para cerrar la noche y apagar las luces del cielo estrellado.

 

 

Segundo día, Domingo.

Poco a poco nos fuimos despertando, luego de una noche benévola pues no había caído helada. Uno a uno se fue acercando al fogón y preparamos nuestros respectivos desayunos y picoteamos carne de la noche anterior.

 

Ya en el transcurso del día pasado habíamos evaluado la posibilidad que el dios kronos fuese tirano y no nos diesen los tiempos para llegar el domingo a nuestro destino. Como primera medida decidimos no asar toda la carne, beber agua con moderación y levantarnos temprano, ante la eventualidad que no pudiésemos concretar nuestro recorrido en el tiempo programado.

 

 

Luego de desayunar, fuimos levantando nuestros equipos, con la tranquilidad necesaria para que todo cupiese nuevamente en su lugar. Luego colocamos nuestros equipos en las canoas, dimos un vistazo a la zona de nuestro desembarco y nos cercioramos de haber apagado correctamente el fuego, partimos nuevamente a la aventura matinal.

 

Si bien el caudal del río era menor, la velocidad con la que corría seguía siendo la misma. Rápidamente comenzamos a sortear ramas y troncos semi sumergidos, bucles, curvas y todo tipo de figura que muestro río dibujaba.

 

 

Nuevamente ante nuevas adversidades como una repetición del día anterior, nos dimos vuelta, nos mojamos, nadamos al igual que nuestras tarrinas.

 

El día había amanecido lindo, con el sol que nos calentaba y nos daba el ánimo para seguir bogando con alegría, entusiasmo y esfuerzo.

 

Por momentos el grupo se dispersaba en el río, pero siempre alguna voz nos reagrupaba. Las dificultades seguían y (la alemana) ya era un “Graf spee”. Pablo y Horacio por momentos debían parar, para desagotar su canoa.

 

Transcurrió así gran parte la mañana, hasta que nos fuimos reagrupando poco apoco, naturalmente como guerreros en la batalla.

 

 

Pasado un rato vimos que una canoa se había retrasado mucho, que ya había pasado un rato y no aparecía.

 

Al principio lo tomamos como algo normal pero poco a poco nos fuimos inquietando. Algunos compañeros miraban desde el extremo del arenal, tratando de traerlos con la mirada. Otros se adentraron en el monte tratando de ver si por la costa se podía acceder a una vista más amplia. Esto fue tan así, que alivianamos una canoa quitándole las tarrinas y demás implemento para que Rosi y Javier remontaran el río, con el sacrificio que eso conlleva.

 

Por suerte, apenas comenzaron a remontarlo tras un grito se los vio aparecer. Por lo que relataron, debieron parar y remendar nuevamente la canoa para seguir.

 

 

En eses momento reevaluamos nuestra situación y algunos pensamos que no podríamos llegar hoy a destino y otros con la casi certeza de que sí llegaríamos en tiempo y forma. Ante la duda los que tenían señal en sus celulares hicieron las llamadas necesarias y cedieron los celulares al resto del grupo, a los efectos de que avisáramos sobre la posible tardanza y el retraso en un día nuestra llegada a Montevideo.

 

Posteriormente optamos por comer algo rápido y ligero y proseguimos nuestra aventura. A esa altura el grupo tenía más ánimo y fuerza que nunca. Como en la obra de Dumas, “uno para todos y todos para uno”.

 

De allí en más, todo fue más fácil. Más adelante hubo un enroque, se redistribuyeron los pesos y Alejandra y Horacio conformaron una nueva dupla, al igual que Pablo y Rafa. Por delante nos quedaron algunas caídas más, donde una compañera nos enseñó; “que más vale prenderse a una tarrina que a un rencor”.

 

 

Seguimos nuestra travesía surcando lenguas de agua cortadas por amplias curvas. Al final vinos gente pescado y posteriormente alguna casa. Luego avistamos la red eléctrica y posteriormente, el puente. Estallamos en gritos de alegría y silbidos; finalizando nuestro recorrido de 34 o 32 Km (según GPS de Javier o el de Rafa).

 

Así desembarcamos al atardecer en la margen derecha del Cebollatí al pie de la cabecera del puente sobre la ruta 8.

 

 

Con la alegría de “tarea cumplida”.

Juntamos nuestras pertenencias, remoloneamos un poco y tomamos la carretera de regreso. Como rito final, paramos en el camino en un restaurantito donde tomamos café, comimos dulces tortas y realizamos la tradicional rifa que habíamos pospuesto.

 

Regresamos plenos de alegrías, sensaciones y emociones que guardaremos y la atesoraremos por siempre. Resaltando la unión, solidaridad y muy buena onda generada en este grupo. Gracias compañeros de travesía y ya listo para: Y? ¿Cuándo será la próxima ?.

 

 

Relato: Malaquias Souza
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL

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Canotaje Travesía - Río Cebollatí - Set 2016


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