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Relatos Canotaje travesía


Río Arapey - Mar/2016


Bitacora:


Curso: Río Arapey
Recorrido: Paso de la laguna (R4) - Termas del Arapey
Distancia: 69 km
Estado del Cauce: Perfecto (un poco bajo implico muchas correderas)
Clima: Solado y caluroso
Días: 5
Lugares / acampar: Malos (como es de costumbre en el Arapey)
Año: 2016
Fecha: 20/03/2016 al 24/03/2016
Departamento: Salto
Recorrido en Google Earth RAR4TA16.kmz
Fotos:  

 

 

¡Relato del canotaje por el río Arapey Grande!

20 al 24 de marzo 2016

ACAL

 

portada

Si existieran los “Premios ACAL A La Aventura Más Completa” (los “PACALALAMC”), esta travesía seguro quedaba nominada en todas las categorías…:

 

 

Categoría “La incertidumbre climática amenaza la realización de la travesía”

 

Sí, toda buena aventura cuenta con un toque de incertidumbre climática que pone en discusión la mismísima salida, replanteos de ajustes de fechas o incluso de destinos. En este caso, la amenaza era una enorme tormenta que cubría todo Sudamérica, el 80% del océano Atlántico y gran parte del Pacífico e Índico (advertencia, estos son valores aproximados, posiblemente algo aumentados). El pronóstico era catastrófico, y las dudas comenzaron a pulular. A pesar de esto, el intrepidísimo grupo decidió tirarse al agua (en sentido figurado, aunque más adelante veremos cómo algunos sí “decidieron” tirarse), se llenó el camión de canoas y dulce de membrillo y queso, y allá salió el ACAL a recorrer el Arapey Grande, representado por 7 canoas: Filippini-Gino, Pablo-Homero, José-Laura, Carlos-tarrinas, Fernando-Rafael, y los novatos Bruno-Carolina y, Lucía-Andrés.

 

 

Categoría “Sobreviví a la inclemencia del tiempo y ahora puedo decir: ¡¿Frío?! Psssss, frío es lo que pasé yo aquella vez en …”

 

Y bueno, llovió. El pronóstico se mantuvo hasta la salida, y la noche en el camión fue de lluvia constante. Lo que sí, casi toda la lluvia caía sobre Pablo, que estaba al fondo del camión y tenía una gotera tremenda en el techo que se complementaba con los chaparrones que le venían de entre la lona. Fernando sobrevivió también un viaje bastante desafiante, durmiendo acostado entre las patas de los demás. Aunque estábamos en Marzo y venía habiendo días calurosos, era una noche bastante fría y justo el aire acondicionado de nuestro transporte no estaba funcionando bien. Hay estimaciones que dicen que llovió menos afuera que sobre Pablo.

 

 

Categoría “Parece que va a hacer un tiempo de #¡&%!”%!, pero después tenés los mejores días que te puedas imaginar”

 

Después de un viaje largo, llegamos alrededor de las 10 de la mañana al puente de la Ruta 4. Seguía lloviendo, y algunos bajaron a ver cómo estaba el río. Esos primeros exploradores volvieron con la noticia de que no había un lugar apropiado para acampar, hicimos una votación y fuimos para Salto a quedarnos hasta el día siguiente y salir temprano. Pablo consiguió un gimnasio para instalarnos. Fue muy bueno comer un asadito y descansar después del viaje, para reponerse para lo que se venía. Nos despertamos con la ilusión de ver el sol, o que al menos no lloviera… pero no. Llovía. Al llegar al puente nuevamente, buscamos el mejor lugar para bajar hasta el río. Había mucho barro. Se optó por bajar por el lado Este del puente, saliendo al lado de los pilares. Llovía un poco cuando empezamos a descargar pero después paró y no llovió más en toda la travesía. Ya en los primeros kilómetros nos encontramos con la tranquilidad del agua, el día ya despejado de nubes, el sol saludando y José dándonos una pequeña clase de yoga “on board” para entrar en calor y disfrutar del recorrido. Fueron unos días increíbles, temperaturas ideales para la remada (incluso períodos algo nublados para atajar un poco el sol rajante), para el fogón, para todo!

 

 

Categoría “Diseño de dispositivos, mecanismos o procedimientos para solucionar el transporte de tarrinas y dulce de membrillo”

 

Para bajar todo al río se colocó una cuerda, se llevaron las cosas chicas y después las canoas haciéndolas deslizar por el suelo (algunas se llevaron con un carrito). Algunos de nosotros nos quedamos en el tramo final y organizamos una forma de bajar las cosas al río (había una pequeña barranca para llegar al río). Consistía en que dos personas esperaban abajo de la barranca, al lado del agua, las demás cargábamos las canoas con cosas livianas y la empujábamos hasta el borde de la bajada. Después la sosteníamos desde arriba con una cuerda, bajándola muy despacio y los de abajo la agarraban cuando les llegaba. Hasta ahí todo marchaba “sobre ruedas”.

 

Cuando llegaron los demás que estaban trayendo cosas se pudrió todo. El mecanismo de precisión suiza que se había logrado se desbarajustó, con perdón de la palabra. Por un lado, las cosas se pasaban mano a mano por la bajada, entre el sistema de cuerdas. Por otro, caían tarrinas por la bajada a modo de tobogán entre las ramas y las piernas de los que bajaban caminando. Otras bajaban en canoa. Y en el medio, alguna caída infaltable de culo al barro.

 

La primera noche acampamos en la bomba de agua, que fue donde mencionaban en el relato anterior que habían acampado. Para llegar al lugar y armar el campamento tuvimos que subir una pendiente bastante importante, con mucho barro y poco agarre. Pese a algunos intentos, no logramos coordinar una cadena para trasladar las cosas, y el mecanismo terminó siendo el viejo y querido “cada uno lleva lo que se le cruza”. Se dice que alguien, en la ecatombe, llegó a subir a otro al hombro con tarrina y todo…

 

 

Categoría “Y ahora, y ahora, se me hunde la canoa” (presentada por el “Dúo Tumbao”) www.youtube.com/watch?v=Xy9Zh0bxepY

 

A pesar de que hubo varias tramos del recorrido que tuvimos que pasar caminando porque el río estaba bajo, hubo caídas y/o hundimientos de todo tipo y franja etaria.

 

El camino empezó tranquilo. El primer tramo estaba lento y bajo, y tuvimos que pasar esquivando las piedras para no encallar. Algunos soltaban aire y metían panza para pesar menos y safar mejor… Hubo alguna pequeña sumergida como primera experiencia de algunos de los novatos, pero no mucho más. Ya confiados de lo tranquilo del recorrido, de pronto la corriente aumentó y apareció una curva cerrada a la derecha y otra seguida a la izquierda, con fondo de ramas. Las primeras canoas pasaron expresas, no sin esfuerzo. Pero vino el turno de los novatos. Lucía y Andrés pasaron primero, y al verse acelerados hacia el ramerío, con una colosal maniobra y muestra de agilidad y destreza náutica lograron solamente quedar enganchados en las ramas del fondo cual bolsa de nylon después de la crecida. Mientras intentaban avanzar tirando de las ramas y evitando tumbar la embarcación, los otros novatos, Carolina y Bruno empezaban a encarar el desafío. El bólido recorrió el tramo a una velocidad infinita, y la escena siguiente dejó chiquito al incidente del Titanic. Tarrinas flotando por todas partes, siendo atajadas río abajo por Lucía y Andrés, que todavía estaban saliendo del lugar y hacían sonar el silbato como en cotillón de cumpleaños de 15, remos entre las ramas, Caro y Bruno medio adentro y medio afuera de la canoa intentando no ser devorados por la vegetación y salvar todas las pertenencias posibles. En eso llega el apoyo. Todo el grupo ayudando a desenganchar la canoa de las ramas (recordatorio: no atar las cosas a la canoa, porque después se complica para liberar la canoa con todo atado) y juntando cosas por ahí… después de un rato ya estábamos con todo recuperado y prontos para seguir.

 

Los novatos tuvimos un tremendo apoyo durante toda la travesía, con comentarios de todos para ayudarnos a maniobrar mejor, Rafa siempre con la mejor disposición y en el mejor momento para que tengamos el mejor viaje. No hubo más caídas en curvas con esa dificultad, pero sí en otros más complicados!!!

 

En una dada vuelta de Filippini y Gino, su canoa sufrió una pequeña fisura. Aprovechamos a parar en ese momento para almorzar, arreglarla y darnos un baño, algunos con jabón y todo, porque hacía mucho calor y la noche anterior nadie paso por el agua, cual aliscafo. Pablo y Homero también tuvieron su situación, en la que su canoa paso a modo submarino, pero sin mayores dificultades para reponerse. Laura y José tuvieron un incidente de “derrape” excesivo hacia unas ramas que los dieron vuelta, pero el lugar era abierto y fue fácil recuperar todo.

 

Al tercer día paramos para darnos un baño, pasaron unos pescadores y en la charla nos regalaron 5 pescados: dos viejas del agua y tres supuestas bogas, aunque esto dio lugar a debates. Eran de buen tamaño y ya estaban limpios, prontos para la olla. Nos los dividimos entre las canoas para no tener que llevar uno sólo todo el peso (y el olor). Además nos avisaron que había algunas “pequeñas” correderas más adelante. En el recorrido nos separamos. Nos encontramos con un rápido ancho pero con corriente fuerte. Los primeros fueron Laura y José, que no llegaron a entrar en la corriente y quedaron retenidos contra una roca. Les siguieron Bruno y Carolina, que al bajar por la casi cascada volcaron y fueron separados por la corriente. Bruno se fue corriente abajo con canoa y todo, tratando de agarrar las cosas que se iban flotando (y la olla llena de arroz que quedó flotando perfectamente y no le entró nada de agua!). Andrés y Lucía, que era los siguientes en la fila, miraban de lejos el desastre, y en un arranque de glorioso heroísmo se mandaron al rápido queriendo rescatar a sus compañeros (aunque otros dicen que iban tras el arroz)… Como el niño que trata de bajar la pelota que quedó enganchada en el árbol tirando un champión, que también queda enganchado, el equipo de rescate llegó al sitio del incidente en submarino, en condición de rescatables más que de rescatantes. Así que tenemos 2 canoas hundidas, muchas tarrinas y cosas por todos lados, y todos yendo de acá para allá a rescatar lo que se pueda. José se dejó llevar por la corriente para ayudar a los que estaban en el agua y tuvieron que sacarlo agarrado de una cuerda. La canoa de Carolina y Bruno esperaba más abajo, en la playa. Las demás canoas pasaron el rápido no sin dificultad pero con mucha habilidad. Igualmente, el balance fue muy bueno. Las pérdidas de la hazaña no fueron tantas: un zapato, un protector de labios que apareció flotando en medio del río más adelante y, lo más lamentable, 2 de los 5 pescados. Ganancias de la hazaña: una experiencia inolvidable, y un Filippini que se pegó un susto que no se le fue hasta que volvimos a Montevideo.

 

 

Categoría “Gastronomía 5 estrellas, lugares 5 estrellas, estrellas 5 estrellas”

 

Almorzamos en una pequeña playa de piedra. Teníamos algo de carne de la noche anterior que Pablo transformó en fetas para refuerzos, tremendos!. Terminamos el almuerzo con lo que iba a ser el infaltable de todo momento, la exquisitez nacional, y especialidad de Filippini: el queso con dulce de membrillo. Si tuviéramos que elegir una imagen que represente la travesía, sería la de Filippini tabla enfrente, cuchilla en mano, elaborando todo tipo de canapés y picaditas. No había quien le sacara ese oficio, cocinero oficial del Martín Fierro. Pablo con sus tremendos guisos, arroces de emergencia y parrillas, y José con sus exquisitos preparados de pescado regalado/rescatado fueron la base culinaria que nunca dejó de sorprender y merecer aplausos.

 

La segunda noche la pasamos en un lugar precioso. Con una playa de piedras sobre la margen izquierda del río. Armamos las carpas todos en lugares muy cómodos. Algunos en la zona alta (zona exclusiva bautizada “Altos del Arapey”), al lado del fogón. Otros en terrazas más abajo (las famosas “Terrazas del Arapey”). La vista al río y el cielo eran increíbles, y la noche estuvo espectacular. La tercera noche acampamos en un lugar donde el río hacía una pequeña entrada hacia la derecha, generando una laguna y una especie de isla. Armamos el fogón en la isla y acampamos hacia atrás, bajo las ramas de los arbustos de la margen del río. Esa noche, la última noche, José preparó los pescados que quedaban. Fue una noche muy disfrutable, con mucha comida, chistes y largos debates, pero a la mañana siguiente, sabiendo que el tramo que faltaba era corto, salimos más tarde que los días anteriores. El recorrido restante fue más corto de lo que esperábamos y llegamos al medio día a las Termas del Arapey, para terminar la aventura rompiéndonos la boca en el restaurant (muy bueno, pero mucho que envidiarle a la cocina de Pablo, José y Filippini) y bañándonos en las piscinas (mucho que envidiarle a los chapuzones en el río).

 

Los novatos queremos hacerles llegar un gran agradecimiento y gran abrazo a nuestros compañeros de viaje, fue una tremenda experiencia! Y queremos agradecer especialmente a Filippini que nos proveyó de todos los elementos necesarios para el viaje.

 

Relato: Andrés Ligrone

Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL

 

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Canotaje Travesía - Río Arapey - Mar 2016


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