Río Araíguay - Nov/2018 (9na. Familiar)

Bitácora:

¡TRAVESÍA CANOERA PADRES E HIJOS!

El cielo estaba gris, y parecía que no iba a parar de llover. Así comenzó mi primera travesía canoera…

Como llegamos un poco tarde a parador Tajes, pasadas las 8.30, nos encontramos con que ya estaban casi todos… Al bajar del auto, un chaparrón nos ensopó, y el viento estaba fresco. Por suerte, Gerónimo percibió nuestra inseguridad, y en menos de 1 minuto nuestras tres tarrinas estaban ubicadas en diferentes canoas. La canoa que nosotros íbamos a usar con mi marido y mi hijo fue cargada con una tarrina “del grupo”. No había marcha atrás! Así que subimos, y comenzamos a remar, con viento y río picadito. No me sentía muy segura… pero más que un chapuzón no iba a ser y estábamos rodeados de un buen número de canoeros, posibles rescatistas, con gran experiencia. Como decimos en mi familia, “obligado cualquiera pelea”. Y seguimos remando…

Y por suerte fue así, porque contra todas las expectativas, a los 15 minutos estábamos remando mansamente bajo sol radiante. No sé cómo pasó, pero así fue. Remamos una media hora, y paramos brevemente en una pequeña playita a descansar. Luego seguimos remando, no recuerdo cuánto tiempo más, porque fue muy entretenido en viaje y la compañía, y llegamos al destino indicado sin inconvenientes. Ya en tierra firme, todos ayudamos a bajar las cosas, y en un monte bien tupido cada familia armó su lugar. Filipi, Gerardo, Leo y alguno más, armaron el fogón grupal con un toldo inclinado que paraba el viento. Entre todos buscamos leña, y se formó un clima bien lindo. Un árbol con varias ramas horizontales ofició de parque de diversiones para los más chicos, que se treparon y se movían como monos. El almuerzo y la merienda fueron muy distendidos, cada cual a su tiempo. El queso y dulce de membrillo cortado a lo “Filipi” fueron la estrella de la tarde… y creo que nadie quedó sin comer. No faltó entretenimiento en ningún momento. Hubo fútbol a nivel casi profesional, con unas caídas inolvidables de “Malaca”. También hubo expediciones de reconocimiento y para mí la máxima del entretenimiento fue el “salto a la cuerda”. Pero no cualquier salto a la cuerda: hubo salto individual, teatralizado y grupal sincronizado! Desde el más pequeño hasta los más grandes, todos participamos! Daniel fue sin dudas un participante destacado en ese “deporte”. Creo que el único que no saltó fue justamente el abuelo “Filipi”, pero los demás, saltamos todos.

El momento más álgido de la tarde, fue la competencia entre equipos, con pruebas que incluían destrezas de medición, geometría, búsqueda, creación escultórica y composición de canciones. Claro que como todo resultado fue discutido, y sobre todo, el jurado estuvo realmente complicado con la decisión. Por supuesto, creo que mi equipo ganó justamente, pero el equipo contrario seguramente tenga otra historia que contar. La tensión mientras se esperaba el veredicto del jurado y un tiempo después de darlo, se sentía en el ambiente… hasta que la cacería del tesoro nos puso a todos a buscar… Una vez que el tesoro fue encontrado, diminuto entre la hojarasca, ya era de noche y esperamos en torno al fogón la cena. Una parrilla completa, con chorizos, colitas de cuadril, bondiola y hamburguesas. Todo a punto y calentito. Ya para ese momento, el cansancio era grande… muchos nos habíamos acostado tarde, y levantado temprano para llegar en hora a la travesía… así que no fue hasta muy tarde el fogón. Para ser sincera, no sé si el fogón duró mucho, porque el sueño me venció, y me fui a dormir…

Al día siguiente ya sentíamos el campamento como nuestra casa. Desayuno “tradicional” con tortas fritas caseritas, queso y dulce estilo “Filipi”. Los niños comandados por Filipi intentaron pescar, y lo lograron. Claro que una sola mojarra no alcanzó para el almuerzo de todos, así que recurrimos a lo que quedó de la cena del día anterior. Algunos, mientras tanto, salimos a navegar, porque estaba hermoso. Soleado y con poco viento. Este para mí fue un día especial: mi bautismo. Los detalles de este evento, no los puedo develar. Pero puedo decir, que no la pasé mal y para mí fue un honor, porque como todo bautismo implica el ser parte del grupo. Y qué grupo! Así que agradezco a Daniel y Alfredo que se encargaron de su organización. Nunca entenderé porque no fue bautizada la cuñada de Alfredo, y yo sí, pero de todas formas, yo ya me siento parte del equipo! Ya sobre las 15 horas, debíamos estar saliendo, así que todos dedicamos tiempo a limpiar, guardar y organizar todo nuestro equipaje en las tarrinas originales. Un momento cargado de emociones encontradas: contentos por lo vivido y tristes porque se terminaba. Lo que siempre sucede cuando uno pasa bien.

Para terminar, Adriana y María organizaron la entrega de medallas. Todos los niños tuvieron su merecido reconocimiento y los no tan niños también. Uno especialmente sentido, el cual celebro ampliamente, fue el entregado por los niños al abuelo “Filipi”.

Fue sin dudas una muy buena experiencia, que espero poder repetir. Todos los que compartimos esa travesía sabemos que pasamos muy bien y que no faltó nada. Aunque algunos seguramente lo recuerden diferente. Tal vez, faltaron tomates para acompañar el asado y las hamburguesas, pero tampoco hubo una tabla de madera donde picarlos. Asumo que yo era la responsable de llevar 40 tomates, entre otras cosas. Los tomates quedaron en la heladera de mi casa, pero cuando lo recordé ya estábamos en el lugar de campamento. Las bromas y comentarios al respecto, no faltaron. Sobre la tabla de picar, no tengo nada que ver!

La vuelta remando fue excelente. El río tranquilo, poco viento y sol pleno. A nosotros en particular nos resultó más larga que la ida, pero en sí duró lo mismo. En este momento final, con la tranquilidad del río, el silencio de los humanos, el sonido de la naturaleza y de los remos en el agua, y con la experiencia previa de navegar en canoa, pude disfrutar de la gran cantidad y diversidad de verdes que nos rodeaban, los ceibos en flor sobre la orilla del río con su color rojo intenso, las aves cantando y sobrevolando nuestras cabezas, y las zarzamoras florecidas por doquier. Una perspectiva del río Santa Lucía que pocos afortunados tenemos. Imponente y generoso. Llegamos a parador Tajes en paz, y con mucha agilidad todos ayudaron a guardar lo usado. A eso de las 17hs. partíamos para nuestra casa. Para los demás, parecía que nada había sucedido, pero para nosotros sí pasaron muchas cosas, que quedaron guardadas en nuestra memoria.

Relato: Ivanna Tomasco
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL

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Río Araíguay - 9na. Travesía Familiar - Canotaje Travesía - Nov 2018

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