Relatos Canotaje travesía
Paso del Centurión - Jul/2018 (Senderismo)
Bitácora:
Lugar: Paso del Centurión |
Recorrido: |
Varios recorridos |
Distancia: |
10 km |
Estado del cauce: |
Crecido |
Clima: |
Frio |
Días: |
2 |
Lugares / acampar: |
Excelente (Escuela 16) |
Año: |
2018 |
Fecha: |
21/07/2018 al 22/07/2018 |
Departamento: |
Cerro Largo |
Recorrido en Google Earth |
Paso-Centurion.kmz |
Fotos: |
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Fin de semana en Paso Centurión
Sábado 21 y domingo 22 de Julio de 2018
Desconozco cómo se gestó el proyecto del paseo a Paso Centurión en Cerro Largo. Mi amiga Alexandra me invitó a esta aventura que ACAL estaba organizando desde unas semanas antes. Lo importante es que había gran entusiasmo y me contagió, y poco a poco llegó la semana previa a esta aventura, con pronósticos meteorológicos que “metían” miedo.
Durante los días anteriores a la partida el whatsapp del grupo explotaba con mensajes cuestionando si ir o no ir, si las cañadas de la Ruta nos darían paso, si no nos íbamos a congelar, o volar con los vientos intensos…. En fin, llegó el momento en que Eduardo puso orden con sus frases “No demos más vueltas. Para los que dudan, sepan que no se habla más. Vamos que vamos!!!”, “12:30 en el Club y no se hable más.”
Punto de partida: el ACAL. Hora de salida: la 1:00 am del sábado 21. Nos fuimos encontrando todos para subir al bus de Juan de Dios, el Kaminante. A las corridas llegó el último, Alejandro, y partimos 1:01 a buscar al resto del grupo que esperaba un trechito más adelante y seguir viaje hacia Paso del Centurión por Ruta 7 sobre el río Yaguarón, límite con Brasil.
El viaje llevó 7 horas, recorrimos unos 460 kms y llegamos pasadas las 8 a la Escuela Nº 16, nuestro alojamiento. Es una escuelita con dos salones de clase donde ubicamos nuestras bolsas de dormir, mochilas y colchones. Otro salón más pequeño hace las veces de cocina-comedor con mesas largas, banquetas, cocinas a leña y de las comunes. Nos esperaban unas señoras con un desayuno increíble, con todo recién hecho!! Tortas fritas, pan casero, bizcochuelo, manteca, dulce de membrillo, jugo de naranjas recién exprimidas, café y leche. Digamos que en ese momento comenzó un fin de semana a pura delicia gastronómica.
El tiempo estaba frío pero seco, hermoso, un cielo azul increíble y nos apuramos para hacer nuestro primer paseo por la zona. Con el bus recorrimos un trecho de campo donde vimos palmeras pindó, vacunos bastante flacos y ovejas. La primera parada fue en las ruinas de la Aduana de Paso del Centurión. El edificio conserva su estructura y aún tiene piso y un aljibe al medio. Leí que su instalación es de 1875 cuando comenzó siendo una sub receptoría de Aduanas para atender "las exportaciones de ganado a los saladeros de Pelotas (Brasil)". Paso Centurión fue la zona por donde ingresaron los ejércitos brasileños para invadir Uruguay entre 1801 y 1816. Luego, en la Guerra Civil de 1897, la Aduana funcionó como hospital de campaña para atender a los heridos.
La Aduana está al borde del río Yaguarón. Lamentablemente estaba demasiado crecido y no daba paso, pues al otro lado está Brasil. Laura - la guía que nos acompañaba – nos hizo ver la diferencia entre el campo de nuestro lado del río y el del lado brasileño. El nuestro está más ralo, desnudo y se ven menos árboles y plantas. Eso es porque del lado brasileño no hay ganado en esos campos. El resto de la mañana la pasamos a pura caminata por campo donde pastaban ovejas corridale con sus corderitos recién nacidos, caballos, y alguna vaca. Cada tanto nos topábamos con cañadas que no daban paso y también con rocas con aristas cuyos ángulos están todos en la misma dirección. ¿Será por el efecto de los vientos? Creo que Laura dio una explicación pero seguro me la perdí. Se nos posó cerca nuestro una viudita blanca, un pajarito que yo nunca había visto. Precioso! A todo esto Rosi muy amablemente ofreció protector labial. Alexandra aceptó y resultó que sus labios quedaron de un intenso fucsia neón, muy gracioso para alguien que jamás se los pinta.
Vuelta a la Escuela, a un almuerzo que rápidamente nos hizo entrar en calor y devolvió todas las energías: un delicioso guiso de porotos negros con chorizo casero y arroz. Creo que nadie quedó sin aceptar un bis. Lo acompañaba jugo de naranja. Cuando pensamos que habíamos alcanzado el paraíso, llegó el postre, un arroz con naranja que dio que hablar de allí en más! Se trataba de arroz cocinado en jugo de naranja, almíbar y pizca de clavo de olor, veteado con merengue.
Habiendo almorzado nos preparamos para un nuevo paseo de senderismo. Descubrimos que Eduardo posee un potente pito que sirvió para que raudos subiéramos al bus y partiésemos a una caminata de 3 horas. Filipini prefirió quedarse en el bus y hacer una reparadora siesta. Caminamos a lo largo de cercos de piedra construidos por esclavos traídos por Rivera desde Brasil, atravesamos campo con quebradas y pasamos por cañadas. Apreciando la vegetación, Laura encontró un espécimen de sucará (dasyphylum spinescens), nada fácil de ubicar por estos lugares porque es un árbol que crece más en Brasil e incluso allí es difícil de encontrar.
Otro árbol que nos llamó la atención fue un tembetarí con su tronco lleno de espinas cónicas como las de un palo borracho, aunque el tronco es distinto.
Durante nuestra caminata divisamos a lo lejos un animal de aspecto extraño, y de hecho, de varios colores. Nos pareció que era un caballo, o más de uno….pero luego parecía que tenía cuernos.. Laura tomó sus binoculares y dijo “es un animal desconocido”, yo miré a través de los binoculares y primero dije que era un caballo con una capa, y luego me pareció que era un burro y finalmente vimos que era un grupo de cabras. Lo más increíble es que estando a unos 500 metros nuestros o más, ellas pararon para mirarnos a nosotros.
Regresamos a la Escuela donde nos esperaba una merienda con tortas fritas que iban saliendo en el momento, pan casero, dulce, y café con leche caliente. Pensamos que no íbamos a tener hambre para la cena….era solamente un pensamiento… ja.
Fue cayendo el sol y afuera asaban lentamente dos corderos a las brasas. Nos fuimos arrimando al fogón y armamos un juego de preguntas y respuestas con premios diversos. Rosi propuso el juego de la “barata” (cucaracha) donde quien adivinaba qué persona había recibido la barata ganaba premio. Santiago tocó su guitarra y cantó con mucho éxito, y poco a poco quedó pronto el cordero, riquísimo, que se acompañó con ensalada y tortilla de papas, y crema de naranjas de postre.
Llegada la hora de dormir algunos decidimos pasar la noche en carpa. La gran preocupación de la noche era no poder dormir por los ronquidos de algún compañero de habitación.
Anecdótico fue que Alexandra y yo preferimos una carpa para poder dormir en silencio y ocurrió que una perrita se nos acurrucó a la carpa, toda, toda la noche, y no paró de roncar! Igual estábamos fundidas y no nos impidió descansar.
A las 7 de la mañana del domingo nos fuimos encontrando todos en el desayuno. Fue allí que se nombraron a varios “culpables”: en uno de los salones los que mejor durmieron…. roncando… fueron Fernando, Martín y Julio. En la otra habitación hicieron lo mismo Alejandro y Sergio. También se comentó de la “violencia a menores” sufrida por Santiago por parte de Pucho, que dormía al lado y que lo “atacó” toda la noche.
A las 8 sonó el pito de Eduardo para nuestra última caminata del fin de semana. La mañana estaba helada y prueba de ello fue cuando tuvimos que pasar por un puente de troncos sobre un arroyito. Los troncos estaban cubiertos de hielo y nos ayudamos a pasarlo con una cuerda a modo de pasamanos que sostuvieron tirante desde cada extremo dos de los caminantes. Gracias! Porque la pasada estaba difícil.
Caminamos cerca de un monte de árboles junto a una casa de campo y Filipini decidió quedarse tranquilo por allí y esperarnos, y eventualmente pediría entrar en la casa, cosa que hizo, y nos lo reencontramos al regreso, muy amigo con el hombre muy gaucho de la casa y sus perros, que eran bastantes.
Nuestra caminata fue extensa y duró unas cinco o seis horas. Pasamos varios obstáculos de quebradas y cañadas con gran caudal, algunas de las cuales requerían descalzarse a quienes no fuimos con botas altas. La más importante fue la del salto de la Tigra. En un punto a lo lejos vimos una importante caída de agua y hubo quienes caminaron a mirarla más de cerca pero el curso de agua no permitía acceder a ella. Nos subimos al bus no sin antes estirar los músculos de piernas y espalda porque esta última caminata fue la más exigida. Y volvimos a nuestro lugar de alojada a disfrutar del último festín gastronómico, esta vez un riquísimo puchero y, para nuestra alegría, de postre volvieron a ofrecernos arroz con naranja!
Llegó la hora de partir, gordos y contentos de haber pasado tan lindo. Fue preciosa la despedida de las señoras que nos mimaron mucho durante todo el fin de semana, y también estaba allí para despedirnos el esposo de una de ellas, quien fue uno de los asadores del cordero del sábado. Nos obsequiaron pizza y torta para nuestro viaje de regreso en el bus.
Juan de Dios nos trajo sanos y salvos a Montevideo a donde llegamos a eso de las 23:00. Un fin de semana redondo y digno de recordar.
Relato: Marcelle Vasan
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL
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