Relato de una Travesía a la Isla de los Albardones
Frente a las costa
de Santa Lucia del Este
Isla de los Albardones- Abril 2008
El sábado 19 de abril, a la hora más o menos acordada Dora nos pasa a buscar por la casa de Donaldo. El día se presentaba lindo, caluroso para la fecha y despejado, lo que aumentaba las ganas de salir a remar.
Tomamos la ruta hacia Sta. Lucia del Este (Km. 68 de la InterBalnearia),La conversación se centró en lo que iba a ser para nosotros la primera salida en canoa después de por lo menos 40 años. El trayecto se pasó rápido y llegamos al mismo tiempo que los compañeros que traían las canoas.
Allí nuevas presentaciones y primer contacto con la mayoría del grupo. Llevamos todo el material hasta el lugar del camping donde debíamos instalar nuestras carpas e inmediatamente las armamos cada uno en el lugar que le pareció más adecuado. A partir de ese momento el espíritu de grupo comenzó a hacerse sentir, entre bromas, recuerdos y alguna cargada a uno u otro, un buen ambiente se fue creando.
Una vez el campamento instalado y como ya no había tiempo para remar decidimos ir hasta la playa, unos con mate y termo, otros con una botellita de agua, otro que con su radio nos iba dando el resultado del partido minuto a minuto, no falto la caña de pesca ni la de tomar (no es cierto pero pudo serlo). Por supuesto que la pelota de fútbol estaba presente y fue la que mas tarde dio lugar a un muy comentado partido.
A éste punto queremos hacer una aclaración, el primer problema con el que se enfrenta un novicio, principiante o recién llegado como nosotros es el de retener los nombres de cada miembro del grupo donde recién se integra. Fuimos llegando a la playa en forma un poco dispersa, cuando llegamos nosotros, la caña de pescar ya estaba instalada, y un pobre camarón se salvó de terminar mas tarde en la paellera, en todo caso sus restos terminaron también de una manera cien por ciento ecológica, lo que para algún miembro del equipo es una buena cosa. Cuando gracias a una especie de "faro con dos patas" logramos ver donde estaba la parte más numerosa de los compañeros, y decimos esto porque era la única cabeza que sobrepasaba las rocas que escondían al resto del equipo, nos dirigimos hasta allí para reunirnos y aprovechar de esa tarde maravillosa.
Las rocas grises, de formas planas y afiladas, dispuestas paralelamente, hacían casi imposible el poder sentarse cómodamente, la mayoría quedaron parados, uno pescaba, los mas intrépidos y menos friolentos se zambulleron en un agua transparente que en verdad no nos tendía los brazos pero sí algunas olas con sus crestas blancas de espuma. A tan pocos kilómetros de Montevideo debemos cuidar lugares tan naturales como ese. Con la llegada de los últimos se dio rienda suelta a lo que podíamos llamar una picadita, queso y dulce, galleta, mate y té todo eso a voluntad. Un poco mas tarde salieron a relucir vino y güisqui, se fue a comprar más vino, refrescos y agua mineral. Estos fueron momentos muy agradables donde la unidad del grupo se hacía notar cada vez con más fuerza.
A medida que el tiempo pasaba las anécdotas de otras salidas se hacían presente en los relatos de algunos de los compañeros y es ahí donde el segundo de los problemas de un novicio o recién llegado se hace sentir , ponerse en la misma onda, al diapasón o ritmo de un grupo que lleva años y salidas juntos, no es como se dice moco'e pavo (cosa fácil) creo que a todos les debe haber pasado alguna vez en la vida de integrar por una primera vez un grupo donde no conocen a nadie o a una o dos persona, el derecho de piso se paga, y se puede pagar caro si por abrir la boca cantas desafinado. A pesar de las entradas que nos daban los comentarios nuestra participación fue casi inexistente. Preferíamos escuchar, no siempre todos estaban de acuerdo sobre un mismo tema y lo manifestaba, los otros escuchan, se ríen o lo toman en serio pero nadie se enoja, y es eso lo que enriquece a un grupo, lo forma y lo une cada vez un poco más.
Apenas habíamos terminado de merendar, la paella estaba casi pronta, y recién eran las ocho de la tarde o de la noche. Ahora si se puso serio, los platos cubiertos vasos y otros instrumentos apagaron por un corto instante las discusiones, el aroma de la paella nos volvió a abrir el apetito y a pesar de lo temprano de la noche nos repartimos formando un círculo alrededor del fogón y nos callamos un rato para deleitarnos saboreando la paella.
Un punto importante del que casi nos olvidamos fue el desarrollo de la cocinada de la paella, a medida que el cocinero iba vertiendo los diferentes ingredientes de la receta en la paellera, los plásticos que los envolvían terminaban sistemáticamente en el fuego, lo que desató una casi violenta polémica sobre el tema de la ecología y recalentamiento del planeta, al final quedamos algunos calientes y la cosa quedo ahí. Asistimos también a cátedras de navegación a vela, escuchamos nombres nuevos, o más bien palabras que para los marinos y amantes de la navegación de todo tipo tienen un significado particular, como nudo, pies, precios en palos verdes largos y anchos que para traducirlos al español había que multiplicar y/o dividir. Luego a dormir y al día siguiente las cabezas empezaron a salir de las diferentes carpas, los más tempraneros ya habían hecho fuego y calentado agua, lo que facilitó y aceleró el tiempo del desayuno.
Tres nuevos (o viejos) compañeros se agregaron, dentro de una algarabía general, para participar de la
remada. Una vez el desayuno terminado y a la voz de VAMOS, todos nos dirigimos al lugar donde las canoas
habían pasado la noche y los recién llegados fueron designados para ir a buscar un lugar donde fuera más
fácil echar las canoas al agua. El resultado fue excelente pues pudimos acercarnos hasta el borde del Río de
la Plata y de ese modo guardar todas las energías para remar.
La consigna era estricta, remar pero quedarse siempre juntos (en conserva), es la regla principal del canotaje, y así fue recorrimos los Km. y medio hasta la isla en un tiempo relativamente corto, en un mar calmo y sin viento. Por un día y 15 personas más hubiéramos podido decir El Desembarco de los 33, Buscamos una playita (la unica) donde poder sacar las canoas y una vez que todos pusimos pié a tierra nos largamos a la descubierta de la isla, unos se bañaron, otros pescaron, otros seguían recorriéndola.
Acelgas o lechugas silvestres, hormigas, pájaros y mucho guano, una maravilla más de nuestra naturaleza a pesar de la basura existente traída por el mar, a pocos pasos de la capital. Nos encontramos con un lobo al que le rompimos su siesta matinal y se alejó echando humo.
Al cabo de un largo momento decidimos (siempre por minoría absoluta) que había que volver. Daríamos la vuelta de una pequeña isla no muy lejos de donde estábamos con el fin de sacar algunas fotos y pasaríamos a lo largo del canal flanqueado por los albardones (de ahí el nombre de la isla), para después volver al punto de partida. Hasta ahí todo bien, aunque uno volvió a la playita donde habíamos llegado y otros no pasaron por el canal. En un momento volvimos a encontrarnos todos en la punta de la isla desde donde debíamos arrancar para regresar y, al grito de derecho al humo, nos largamos todos a remar. El problema fue que el humo (Argentino) estaba por todos lados y además creemos que todos nos imaginamos el humo del asado que nos íbamos a comer a mediodía y fue el desbande, unos rumbo a Punta del Este, otros derechos al punto de partida, otros alejándose más o menos rápido y por diferentes caminos, otros esperando a los que se quedaban atrás, la consigna por primera vez fue desobedecida
Se nos complicó más la vuelta pues, como suele suceder a esa hora, se levantó un viento suave del Este ( La virazon) que picó un poco el mar. Este fenómeno provocó que la vuelta resultara más lenta pero igualmente disfrutable. Fueron llegando uno tras otro, nosotros fuimos los últimos y, como alguien dijo una vez por ahí, lo importante no es llegar primero, lo importante es participar.
Ya eran como la una de la tarde, llegamos al campamento derecho a juntar leña para preparar el asado. Mientras se hacían las brasas el aperitivo circuló, los comentarios, todo siempre dentro de ese espíritu de camaradería que reinó desde el principio. El tercer momento difícil para un iniciado, del que no puede escapar nadie y en que casi todas las asociaciones o grupos de individuos que se reúnen alrededor de un tema, actividad o idea, tienen casi siempre un lado físico, y por lo que creímos entender nos salvamos del "bautismo". Llegó la hora de sortear cuatro camisetas del club y dos juegos de platos de madera, resultando ganadores seis de los participantes, muy felices y agradecidos por el lindo gesto de la comisión organizadora.
El viaje de retorno se pasó bien, esta vez la conversación fue más animada y nos fuimos conociendo un poco mejor.
Nos despedimos frente a la casa de Donaldo con un hasta pronto. Nos quedamos con la linda impresión de haber entrado en un grupo de amigos reunidos alrededor de un mismo tema, donde nadie se cree más que nadie y donde todos participan con distintas opiniones para hacer que este grupo avance. Terminamos con lo que es el cuarto problema de un principiante, poner sobre el papel lo que fue su primer contacto con el grupo.
Relato: Alfredo
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL
