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Grutas de Salamanca - Jun/2015 (Senderismo)


Bitacora:


Lugar: Grutas de Salamanca
Recorrido: Grutas de Salamanca
Distancia: 10 km
Estado del Cauce: n/a
Clima: Agradable
Días: 2
Lugares / acampar: Perfecto
Año: 2015
Fecha: 20/06/2015 al 21/06/2015
Departamento: Maldonado
Recorrido en Google Earth Grutas-de-Salamanca.kmz

 

 

GRUTAS DE SALAMANCA

 

portada

El lugar se ubica al norte del departamento de Maldonado, cerca del límite con Lavalleja, y a unos 8 kilómetros al este de Aiguá.  Se trata de un gran cerro que presenta muchas grutas (algunas grandes, varias más pequeñas) pobladas por murciélagos (su lugar natural).


El grupo no fue muy numeroso (de los días más fríos del año!), pero toda muy buena gente, con muchas ganas de compartir naturaleza y vida al aire libre.

 

 

Los caminantes fueron: María del Carmen, Dora, Horacio, Carlos, Mónica, Miguel, y yo, Fernando.
Fue un fin de semana muy soleado y claro, aunque como es de suponer, muy frío en la noche del sábado, pero todo eso se lleva muy bien con un buen fuego en los grandes fogones dispuestos para los acampantes. El lugar de campamento cuenta con batería de baños con agua caliente y un restorán con una espléndida terraza de madera. La zona de campamento así como el restorán, tienen una bellísima vista que se pierde en campos aledaños hasta el horizonte, realmente incomparable. También hay 2 grandes cabañas que se alquilan y una tercera que se está levantando.

 

 

Cuando llegamos no estaba el dueño del camping, pero si 2 muchachos jóvenes empleados, que por sus ropas deportivas y actitud me parecieron que eran profesores de educación física. Nos trataron muy bien, tanto que uno de ellos nos ayudó con la leña que utilizaríamos esa noche. Nos pidieron  que no cortáramos árboles en pie, sí que recogiéramos la madera caída naturalmente. Todos colaboramos juntando leña.


Al llegar armamos rápidamente las carpas y salimos a conocer la zona. Subimos por un sendero, el que se abre detrás del restorán, y llegamos a la famosa “Cueva del bandido Lemos” (personaje que en otras épocas supo tener su guarida por estos lares, donde escondía sus botines). Dicha cueva tiene una gran grieta a cielo abierto. En el camino a la cima del cerro, encontramos otras cuevas de menor tamaño a la mencionada. 

 

 

Al llegar arriba, compartimos lo que cada uno había llevado para el almuerzo con “el mundo a nuestros pies”.  Este lugar está lleno de matorrales bajos de hojas resistentes, yuyos varios, líquenes, excrementos de ovejas y bosta de vacas (calculamos que deben ser estas últimas una nueva especie de ganado trepador, je, je).


Cerca de este cerro y a dos horas de caminata hay otros, de los que se comenta que tienen grutas, pero como debíamos estar en el campamento antes de la caída del sol, desechamos esta tentación.


De noche comimos un rico asado, donde no faltaron los vegetales también a las brasas (gracias Horacio!), y compartimos lindas charlas teniendo como techo una cantidad impresionante de estrellas.


Cuando llegó la hora de ir a dormir, yo me acosté en mi colchón inflable, seguro que iba a dormir “a pata suelta”. MENTIRA, me “hice” literalmente de frío y concilié el sueño recién horas más tarde. A la mañana me enteré que hubiera sido mejor dormir arriba de colchonetas. Cosas de principiante…

 

El domingo ascendimos al cerro, por otro camino que comienza más allá de la batería de baños. A mitad de camino a la cima, encontramos a nuestros pies la boca de una gruta hacia abajo, con una abertura por la que podía pasar una persona. La misma se prolongaba en forma de túnel, hasta otra salida que encontré a unos metros de la entrada. La valiente Dora entró en ella y caminó hasta la salida. Miguel la fotografió desde la entrada.


Investigamos la existencia de otra bajada desde la cima, pero todos los posibles senderos, o bien terminaban en abismo, o bien estaban totalmente cerrados por malezas.


En esa búsqueda y en un borde de la cima, hacia abajo se veía una enramada tupida de la que subía un fuerte olor a animal salvaje (tipo “zoológico”).Fue allí donde ante el sabio consejo de Horacio, decidimos seguir por  nuestro camino dejando en paz a sus probables habitantes.


Pasado el mediodía, y luego de almorzar desarmamos el campamento y fuimos a conocer el pueblo de Aiguá, allí visitamos el bar donde se grabaron escenas de la famosa película uruguaya “El viaje hacia el mar”. Por supuesto que el suscrito entró al mismo, charló con el propietario, se fotografió y no tomó algo ”espirituoso”, porque los compañeros que esperaban afuera, empezaron a tocar bocina para irnos.


En conclusión, un lindo fin de semana en compañía de un incomparable paisaje natural, y también junto a buena gente con la que compartí lindos momentos que espero repetir.

Relato: Fernando Gonzalez
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL

 

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