Necesitamos vivir plenamente, escuchar el silencio, convivir con el río, con los árboles, con las estrellas, con los animales y con la naturaleza.

Aprovechar las oportunidades, por ello, luego de las habituales reuniones, el 18 de julio, a la hora 07.30, partimos del ACAL rumbo al departamento de Flores. Dora Ois, María Pittamiglio, María del Carmen Vázquez y yo en la camioneta de la última. Cuando llegamos a la ciudad de Trinidad, hicimos una recorrida "turística", ya que disponíamos de tiempo, y en la plaza principal nos encontramos con mucha actividad -instalación de equipos de audio, estrados, etc.- claro! era el 18 de julio, estaban preparando los actos oficiales. Las chicas tomaron un café y yo caminé un poco por la plaza curioseando. Luego partimos hacia el camping (Balneario Don Ricardo), que queda por ruta 14 cerca de la capital. Se trata de un hermoso predio con parrilleros, baños, venta de leña, bien cuidado, junto al arroyo Porongos. Nos fuimos al fondo, ya que era el lugar donde se podía hacer fuego en el piso y allí armamos el campamento.

Próximo al mediodía, llegaron Gerardo con su familia: su esposa María José y sus pequeños hijos Felipe y Federico. Allí nos organizamos y comenzamos a caminar hacia el sur, bordeando el arroyo, en busca de un embalse y unas taperas. En el camino no encontramos a nadie, tuvimos que rodear varias cañadas, sortear alambrados: de los comunes y eléctricos, subimos cerros...pero...del embalse ni noticias. Días después, explorando por el google hearth, comprobé que estuvimos bastante cerca, es un gran embalse artificial, como un gigantesco tajamar. Claro, desde nuestra perspectiva no pudimos verlo, hubiéramos necesitado un dron para abarcar más horizonte. Luego de caminar un rato más, nos volvimos al campamento, y aprovechamos para juntar leña. Una tarde hermosa y una noche espectacular nos cayó de regalo. Para la cena: colitas de cuadril asadas por Gerardo, muchos cuentos, anécdotas, buena conversación, y a dormir.

A la mañana siguiente, levantamos campamento bastante temprano, esperamos a Gerardo, que pasó la noche en un hotel con su familia, y emprendimos el camino hacia la localidad rupestre de Chamangá, que llegamos luego de recorrer un largo camino, a veces dudando su recorrido, pero, al fin llegamos.

La Localidad Rupestre de Chamangá es una concentración de pinturas rupestres localizada al este de la ciudad de Trinidad en el departamento de Flores, Uruguay. Dicha localidad ingresó al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) de Uruguay. Actualmente se está trabajando para que sea incluida en la lista de sitios de Patrimonio Mundial de UNESCO. Las 42 pinturas rupestres relevadas e inventariadas a la fecha en el área, tienen la singularidad de no estar en cuevas, aleros o lugares protegidos como en la mayor parte del mundo.

Se trata de una extensión de más de 120 hectáreas caracterizadas por un relieve suavemente ondulado y ecosistemas de praderas, con suelos de alta fertilidad dedicados a la explotación agrícola ganadera extensiva, con montes asociados a los arroyos Chamangá y Los Molles y con algunos bañados. Presenta la mayor concentración de pictografías rupestres de Uruguay, cuya singularidad está dada por su emplazamiento en campos abiertos y sobre afloramientos graníticos.

Allí conocimos a Grete, la guía, y junto con tres chicas del Dpto. de Treinta y Tres, recorrimos el lugar. No profundizaré mucho en esto: las fotos son más gráficas que nuestro relato, simplemente: admiración!!  respeto y reflexión, respecto a nuestros "ancestros" americanos. El deseo que se incremente la investigación y se proteja ese legado. Tomamos fotografías, vimos un zorro gris y una mulita que huyeron de nuestra presencia, recorrimos un hermoso lugar rodeado de piedras y árboles que es usado por grupos de meditación, todo asombroso!!

Posteriormente, recorrimos una vieja estancia, donde está sepultado su antiguo propietario, fallecido en 1942, en medio de grandes piedras graníticas con placas a su memoria, curiosidades y misterios de nuestro campo.

De allí nos trasladamos a un almacén rural donde almorzamos, compramos algunos alimentos, sorteamos dos remeras (una la sacó María y la otra yo), nos despedimos y a Montevideo.

Relato: Carlos Gougeon
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL