El fin de semana del 8 y 9 de junio fuimos a las Sierras de la Animas o de Carapé, el primer día recorrimos los saltos de agua y lagunitas que se forman en el predio de Las Cascadas y el domingo fueron a la Mina la Oriental, acampando en el camping Mina Vieja en ruta 12 y 60.
Nos encontramos en la Petrobras de la ruta 9, en la entrada de Pan de Azucar 8,30hs, la gente fue “bastante” puntual.
Éramos más de 30 personas desde niños de 4 años al abuelo Filipini de 82.
Salimos en caravana hasta la entrada de Las Cascadas donde nos encontramos con Carlitos que venia del camping y con el gaucho (Raúl) a caballo que nos esperaba.
El primer tramo que estaba pensado hacer en auto lo hicimos caminando ya que la mañana a pesar de estar muy fría (había helado la noche anterior) estaba soleada, el camino era bueno y en bajada. Los niños empezaron a correr delante de todos, disfrutando estar libres.
En el camino tuvimos que cruzar algún arroyito un poco crecido por las intensas lluvias de la semana anterior pero el gaucho nos acomodó piedras grandes para que pudiéramos pisar sin mojarnos los zapatos, además de que el tenia botas, se colocó estratégicamente para ayudarnos. Pasamos todos sin ningún problema.
Nos acompañó hasta la primera cascada, apenas represada para hacer una linda piscina donde bañarse. Si hubiésemos llegado a esta laguna más al medio día más de uno se hubiese bañado, pero era muy temprano todavía y el aire estaba muy frío.
El gaucho le presto el caballo a Fiorella para que diera un paseo.
Seguimos un poco más y el gaucho nos indicó como seguir solos. Había un camino que acompañaba el arroyo Mataojo, abierto en algunos tramos por el hombre a machetazos y en otros se veía que era trillo de animales.
Recorrimos aguas arriba el arroyo, vimos como 5 lagunitas y saltos de agua. Daba escalofríos ver a los niños treparse por los murallones de piedra que encañonaban alguna de las lagunas. Parecían “monitos”. Ellos no tenían miedo, los mayores no estábamos tan tranquilos.
Ya en el punto más alto al que se podía llegar acompañando el arroyo, nos desviamos a comer en un mirador, caminamos entre los montes y llegamos a una zona abierta, donde teníamos una vista maravillosa de la Sierra de las Ánimas, de las casas del establecimiento, y los bosques que acompañan al arroyo.
Comimos al solcito, temperatura perfecta para descansar un poco. Filipini no paro de hacer cuentos, era el menos cansado de todos.
Después de comer y descansar un rato bajamos nuevamente (estábamos en el punto más alto, no podíamos seguir subiendo, valga la redundancia) y fuimos a ver “la tapera” restos de una construcción de piedra en la que las plantas estaban creciendo entre las piedras de los muros. No quedaba ni rastros del techo que debe haber sido de paja.
Después seguimos bajando al punto de inicio, cruzamos el mismo arroyito por las piedras que dejo el gaucho sin problemas. Y empezamos a subir el repecho. Todo bien, hasta que el abuelo dijo que prefería que lo vinieran a buscar en auto. De todos modos, siguió subiendo un poco más y cuando le pareció se sentó y quedo esperando. ¡Varios se quedaron a acompañarlo y aprovecharon a subir en la camioneta del Aqua que fue a socorrerlo.
Desde el punto de inicio fuimos a ver otra cascada que estaba fuera del circuito principal, sobre un arroyito afluente del Mataojo. Esta vez Filipini dijo que prefería quedares en el auto y descansar. Los niños más chicos también se quedaron porque esta cascada que íbamos a ver es un poquito más peligrosa de recorrer.
Pasamos por las casas del establecimiento, tiene varios bloques, alquilan cabañas para pasar varios días recorriendo y descansando, tienen piscina para el verano.
Esta última cascada la recorrimos al revés, fuimos aguas abajo, tenía varios saltos, no todos pudieron hacer el último tramo, había mucha agua y no era fácil de pasar de una roca a la otra. Para los que pudimos ir hasta el final fue el broche de oro al paseo.
Luego volvimos a la portera donde quedaron los que no fueron y partimos al camping, había que llegar con luz para armar las carpas y se pronosticaba otra noche de helada.