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Cañón del Laureles - Jul/2019 (Senderismo)


Bitácora:


Curso: Arroyo Laureles
Recorrido:

Día 1: Cascada del Indio y Cascada Grande

Día 2: Cañón del Laureles

Día 3: Salto de Armua y Salto de Soña

Día 4: Caminata hasta lo de Darío

Distancia: 30 km
Estado del terreno: Bajo
Clima: Frío a caluroso
Días: 4
Lugares / acampar: Espectaculares
Año: 2019
Fecha: 18/07/2019 al 21/07/2019
Departamentos: Rivera y Tacuarembó
Recorrido en Google Earth scl19.kmz
Fotos:  

 

 

¡CAÑÓN DE LAURELES!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La propuesta de éste senderismo es recorrer el Cañón de Laureles de oeste a este. La ubicación geográfica es en el límite entre los departamentos de Tacuarembó y Rivera. El Cañón tiene aproximadamente de 30 kilómetros de extensión, por lo cual se estipuló realizarlo en 4 días (jueves a domingo)

 


DIA 1. JUEVES

Comenzamos éste senderismo partiendo de Montevideo el día miércoles 17/julio/2019 a las 22 hrs.

 

El punto de encuentro fue en la rambla en el Acal a dónde arribó el bus y partimos, contra todo pronóstico, puntualmente rumbo a Rivera.

 

El bus contratado era para 17 personas. En el grupo éramos 13 personas: Abelardo, Alejandro, Alexandra, Carlos, Gabriela, Gino, Horacio, Miguel, Mónica, Pablo, Rocío, Santiago y Vanessa.

 


A pesar de ese número de pasajeros, los asientos vacíos fueron rápidamente ocupados, estilo tetrix, por el equipaje y suministros, aun cuando la consigna era llevar lo menos posible. Sucede que éste tipo de bus carece de bodega.

 

Junto al conductor fueron rotando 2 compañeros para hacerle el camino más ameno y cebarle mate.

 

Las paradas fueron en Durazno (1 AM) y en Tacuarembó (4 AM), incluso se paró allí 1 hora porque íbamos muy adelantados en los tiempos.

 


Llegamos al punto de encuentro en Masoller a las 7 y 30 hrs. donde nos esperaba Darío, nuestro guía y una camioneta donde fueron depositados todos los bultos. Desde el punto de vista logístico, la camioneta se encargaba de llevar todos los bultos pesados a los puntos, previamente estipulados, donde armaríamos los campamentos y pernoctaríamos. De ésta manera cada uno de nosotros sólo cargaba una mochila chica y así poder disfrutar del recorrido.

 

Esos primeros kilómetros fue un recorrido ameno, tradicional de los senderismos del Acal llegando a la Cascada del Indio y disfrutando del paisaje de cascadas y rocas increíblemente talladas por la naturaleza.

 


A partir de ahí la caminata fue aumentando en su grado de dificultad, ya que no existen senderos en las paredes rocosas del cañón y debíamos trepar, bajar, tirar cuerdas en los lugares más peligrosos. Darío (mitad hombre-mitad gato) avanzaba delante del grupo, guiándonos. Siempre se caminaba en fila india, con Darío delante y Horacio detrás, cubriendo la retaguardia.

 

En lo que me es personal, sí caerse es igual a comprar terreno, puedo decir sin lugar a dudas, que soy la dueña del Cañón de Laureles.

 

Las rocas, aparte de lisas, muchas de ellas estaban mojadas y musgosas lo que facilitaba resbalarse, y es imprescindible llevar calzado adecuado, aún botas de tracking pueden no ser aconsejables. No quedó ningún compañero sin participar de la experiencia de caerse.

 


En el interior del Cañón se crea un microclima particular, con una temperatura, aún en invierno, de unos 20° C. o más. Y sumado a la falta de lluvias, puedo decir que fuimos unos privilegiados. En realidad nadie usó todaaa la ropa de invierno que habíamos llevado.

 

Luego llegamos a la Cascada Grande y más tarde, al mediodía, almorzamos sobre una gigantesca losa de piedra.

 

De tarde conocimos la Cascada La Timbauva y la cueva de Chico Bargas (conocido matrero de la zona en tiempos pasados)

 

Luego de unos 8 kilómetros de caminata, y de una empinadísima subida de una colina, atravesando monte indígena llegamos a los Balcones de Laureles. Inmensa explanada de pasto sin árboles desde la cual teníamos una privilegiadísima vista en altura del Cañón y sus paredes de piedra. Impresionante.

 


Ahí la camioneta ya había dejado todo el equipaje y así comenzamos a armar el campamento y acondicionar un lugar que serviría de cocina y de encuentro del grupo para matear, tomar un café reparador, comer deliciosas galletas de campaña con queso y dulce de membrillo , charlar y descansar nuestro dolorido esqueleto . jaja

 

La primera cena fueron colitas de cuadril, deliciosamente asadas por Horacio (genioooooo) y fue en esa noche que Darío escuchó el canto de la lechucita canela, una variedad de lechuza muy difícil de ver pero que vive en nuestros campos del norte. Fueron infructuosos los intentos de Darío de fotografiarla.

 


DIA 2 .VIERNES

Éste día comenzamos la caminata a eso de las 9 AM después de desarmar el campamento y cargar la camioneta que vino a llevarse los bultos al próximo punto de acampada.

 

De ésta manera comenzamos el descenso hacia el fondo del Cañón y oh maravilla, todo el recorrido fue a través de un monte subtropical. Era un mar de helechos que nos llegaban a la cintura. Maravilloso.

 


En esa zona el monte indígena no es tupido pero pudimos observar distintas especies de árboles de nuestro monte. En especial nos asombró la presencia de Guayabos gigantes, muchos de ellos como colgando al vacío. También descubrimos árboles de naranjas y mandarinas, que no son nativos sino que nacieron de semillas tiradas por visitantes. A partir de entonces nuestras mochilas siempre estuvieron cargadas de frutas que estaban frescas y muy dulces. Un placer.

 


Caminamos a través de éste mar verde unos 8 kilómetros alternando en algunos momentos por la vera del arroyo Laureles y siempre acompañados de un clima excepcional. Bello muy bello.

 

A eso de las 16 hrs. , y luego de subir el Cañón, llegamos a la casa de unos lugareños que estaban ausentes pero como conocidos de Darío habían dejado el permiso para acampar en las cercanías de la casa. Obviamente no entramos en ella pero en el exterior había canilla y así pudimos lavarnos y lavar la vajilla. Un lujo verdadero. Ja ja.

 

Luego de los consabidos cafecitos, dulce de membrillo y galleta de campaña, de noche cenamos fideos y mandarinas de postre.

 

 

DIA 3. SABADO

Éste día logramos comenzar la caminata a las 8 AM.

 

Caminamos por terreno llano hasta un cerro en cuya cima los compañeros encontraron un panteón de 1892 y restos óseos diseminados por el lugar.

 

A ésta altura del relato me parece interesante aclarar que tanto mi esposo como yo habíamos llegado a la conclusión y/o certeza que nuestros compañeros de aventura no eran humanos convencionales sino metahumanos con poderes dados sus características de velocidad, agilidad y al ausencia total de temor al acercarse a los abismos o saltar de piedra en piedra atravesando en altura las cascadas. Nosotros, simples humanitos normales, al ver la verticalidad del cerro, preferimos cobardemente (lo admito) rodearlo. El campo estaba liso, plano, tan agradable y además alguien debía sacar fotos desde abajo a los valientes. ja ja.

 


De todos modos a pesar de sus increíbles privilegios físicos, todo, todo el grupo humano fue excepcional y realmente la pasamos muy bien, resaltando la inmensa amabilidad de todos y la de Pablo que tenía una mochila mágica, de la cual sacaba miniaturas que luego se convertían en carpa, sobre, colchón, etc. y una maravillosa cocinilla a gas en cual en segundos calentaba agua y así podíamos disfrutar de calentitos café con leche que fueron siempre muy reconfortantes.

 


Continuando con la caminata llegamos a la Cascada de Armua , muy muy bella y cuyo lago tiene una profundidad de 11metros , rodeada de un paisaje rocoso hermoso. El agua absolutamente transparente, he invitaba a beberla y refrescarnos.

 

En toda ésta zona el monte no era tan denso pero de todos modos Darío iba como siempre delante del grupo guiando y con machete abriendo camino. Siempre de un lado u otro del arroyo al punto que pasábamos de Rivera a Tacuarembó permanentemente.

 


Llegamos así al arroyo Lunarejo caminando por verdaderas playas de canto rodado en donde encontramos hermosas piedras tipo amatistas o similares. Y ahí aparte de que algunos compañeros aprovecharon para nadar, almorzamos.

 

En ésta zona vimos yerba Pajarito que es parásito de los árboles y lo puede matar y su característica es que viene de arriba para abajo. También había árboles de limón brasileño pero parecen tangerinas.

 

Tipo 17 hrs. llegamos a la estancia del primo de Darío y su esposa Susan Lobo, antropóloga norteamericana que se enamoró del Uruguay y decidió quedarse a vivir aquí. En un montecito, cercano a la casa, armamos nuestro último campamento y fuimos agasajados por Darío y su familia de un riquísimo cordero a las brasas. Compartimos así una preciosa noche de charla y cuento de anécdotas con todos los miembros de la familia. Preciosas personas.

 


DIA 4 DOMINGO

Último día. Día de sentimientos encontrados, por un lado la satisfacción de haber logrado vencer algo que fue, para algunos de nosotros, un reto. Por otro lado una cierta nostalgia de que la aventura llegaba a su fin.

Al levantarnos, oh maravilla, Darío y su hija menor nos esperaban con el fogón prendido con agua caliente para mate ,café y deliciosas tortas fritas recién recién preparadas. Una maravilla. Y, luego de desarmar y que la camioneta por última vez se llevara la carga pesada, comenzamos la última caminata rumbo a la casa de Darío. Y ahí creyendo que estábamos cerca (ahí nomás) caminamos por varios kilómetros con subida a un cerro super empinada incluida (sospecho que fue una última broma de Darío jaja)

 


Finalmente a eso del mediodía llegamos…….. Precioso lugar, en su casa Darío y su familia están desarrollando un emprendimiento turístico con alojamiento (súper agradable), una pérgola dónde pudimos después de muchos días descansar nuestro esqueletos y una cocina comedor con balcones hacia la inmensidad del campo impresionante.

 

Allí nos agasajaron con pizzas, pasta frola, cremas y frescos jugos de frutas. Un lugar súper acogedor con cocina a leña y horno de pan. Precioso.

 


A las 14 hrs. arribó el bus y luego de un tranquilo viaje llegamos finalmente a Montevideo a las 19 hrs.

 

En resumen, fue una gran experiencia. Cómo caminata se acerca bastante a un reto. Se recorren en definitiva unos 40 kilómetros. El clima, aún en invierno, permite preciosos baños en hermosas aguas transparentes. Y la presencia de un guía es imprescindible.



Relato: Mónica Perera y notas de Santiago Ferreira

Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL

 

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Cañón del Laureles - Canotaje Travesía - Jul 2019


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