Este relato va a ser un poco especial. Primero, el lugar no lo podemos difundir, por respeto a la naturaleza, a los dueños y a su voluntad bien normal de preservarlo contra las hordas de turistas que dejen basura en cualquier lugar. A partir de ahora en este relato lo llamaremos « el misterillo ».;
Segundo, las fotos tampoco se pueden difundir, por las mismas razones.;
Tercero...no hablamos muy bien español...Esperemos que van a entender algo del relato...
Entonces el plano era hacer caminatas a la cascada, a la gruta y en las sierras del misterillo durante 4 días, llegando al Club a medianoche entre el miércoles y el jueves para cargar los coches y la camioneta, y a la una el jueves, arrancamos, « pase que pase ». Al llegar al portal del misterillo, el tal « Diego » nos mostraría a donde ir para acampar y encontrar los lugares de interés.
Hasta la llegada al Club a medianoche, todo pasó según el plano. Y después...Bueno. Un plano existe para ser adaptado.
Arrancamos a las 12:30 (más o menos media hora antes de que toque el despertador de las 3 personas que teníamos que encontrar en camino) ya que sin canoas, se cargó todo bastante rápido.
Somos dos y mi pareja quería participar del relato, pero a partir de este momento se durmió. Entonces voy a seguir a solas...el sueño también me tocó, pero me despertaba de vez en cuando y me parece que la ruta constó de una mezcla de imágenes de luces rojas de parques eólicos, de luces amarillas y blancas de estaciones Ancap y Esso, de salidas en el frío implacable de la noche para cargas de agua caliente, de cielos con increíble cantidad de estrellas, de una estatua gigante de un toro (y no soñaba), y más que todo rutas sin fin y con solo oscuridad alrededor, acabando en una panadería comiendo unos biscochos para tomar fuerzas antes de entrar en las carreteras más difíciles de los campos.
Entonces, entre las 9 y las 10 de la mañana, manejando entre portales y ñandus, entre « puentes en mal estado, capacidad max ton » y charcos de barro delicados para los coches más pequeños, empezamos la « búsqueda de Diego », que iba a ocupar un poco más tiempo que lo previsto. A medio día todavía no estábamos con él y hasta habíamos perdido el contacto por teléfono. El grupo comenzaba a sentir el sueño, el hambre y el deseo de echarse a caminar. Mientras un coche de varones valientes se fue a buscar ayudad por alguna parte, los demás nos quedamos en un lugar muy agradable, un claro entre árboles, salimos unas sillas y el almuerzo y aprovechamos la naturaleza, charlando, haciendo siestas hasta que regresen los varones. Regresaron finalmente, con información valiosa. Aquí entran en escena Diego y sobre todo Eloi, que nos ayudó mucho a partir de ese momento.
Ya era tarde y el grupo decidió acampar en el mismo lugar, el claro del almuerzo. Parece nada esta frase, pero no fue tan fácil...decisiones en un grupo siempre toman su tiempo. Entonces empezamos a armar las carpas y el campamiento, a buscar leña, a encender el fogón, y ya se acostaba el sol. La parrillada fue riquísima, hasta incluía ensalada de verduras, y pasamos un momento agradable...la verdad es que no sé si pasaron otras cosas después, porque mi pareja y yo nos fuimos a dormir los primeros...ya sé, dormimos mucho...pero es como la naturaleza, es bueno para la salud !
El segundo día, después de una Marseillaise adaptada (que no hemos escuchado...lo siento), del desayuno y de haber cargado carne del día previo en los tapers, nos fuimos a caminar más o menos a las 9 para encontrar a Eloi, quién iba a ser nuestra guía. Atravesamos con ella campos lindos y sierras divinas, encontrando a Diego y a sus compañeros que estaban al puesto, a caballos y con su periquito en un hombro. En camino, algunos de nosotros vimos gusanos negros repugnantes que caminaban en un grupo aglutinado y que, según aviso posterior de experta, son tóxicos para animales...también vimos muchas vacas, caballos, ovejas. Al final de la mañana, llegamos, con Eloi, a la cascada, que era divina. Algunos se quedaron arriba, aprovechando el agua, otros bajaron escalando las piedras mojadas de la cascada, y los demás seguimos a Eloi para bajar caminando en la sierra hacia la laguna abajo de la cascada. Con la ayudad de una cuerda conseguimos la laguna, nos bañamos en el agua helada para alcanzar la cascada, que era, por su parte, de agua calentita. Fue divino! Entonces vino el tiempo de almorzar, y el lugar era perfecto para eso. Aprovechamos mucho la pausa, y arrancamos para juntarnos con los demás y regresar al campamiento por un sendero distinto, subiendo el cerro, ya que el sol ya no era tan fuerte como durante la mañana.
Llegando al campamiento poco antes de la puesta del sol, comimos galletitas con queso y dulce, compartiendo impresiones e ideas. El fogón no tardó en estar encendido, y nos preparamos para la cena. Fue una cena excepcional con dos sorpresas: un guiso de lentejas preparado con mucho amor (o sea con un poco de amor de muchas personas), y un sorteo bien divertido. Todo eso y unas botellas de vino acabaron de llevar sonrisas en todas las caras y nos pusimos muy felices y satisfechos de este día de caminata por las sierras.
El día siguiente el clima decidió cambiar nuestro plano. A las 9, hora de partida, aún estábamos hablando con mucha intensidad para decidir la mejor solución. La lluvia iba a llegar, pero a qué hora? Desarmar las carpas parecía razonable, ya que la lluvia no parecía querer esperar el fin de la jornada. Pero el desacuerdo era a propósito del contenido del día. Algunos querían encontrar a Eloi tal como previsto para ir a la gruta, y después volver al campamento (ya desarmado) y salir con los coches. Otros pensaban que la lluvia estaba inminente y que sería demasiado difícil sacar los coches del barro después de un día de lluvia fuerte...finalmente, se decidió desarmar las carpas y salir en coche, aprovechando paradas para visitar lugares de interés tales cómo el único túnel ferroviario de Uruguay (me encantó!!), y San Gregorio de Polanco.
Entonces arrancamos para el muy lindo túnel. Lo recorrimos ida y vuelta tranquilamente y cuando salimos, la lluvia estaba. Nos fuimos para un parque con parrillas donde pudimos calentar el guiso y almorzar tranquilamente, abrigados de la lluvia. Después del almuerzo, parece que cada coche siguió su propio camino...algunos se fueron directo para Montevideo. Nuestro coche y uno más nos fuimos para San Gregorio de Polanco. Lo pasamos lindo. La lluvia paró un momentito para dejarnos aprovechar la ciudad colorada y sus tortas fritas muy bienvenidas en este frío. A penas fueron listas las tortas que regresó la lluvia. Nos fuimos en coche hacia la rambla hasta la puntita y la balsa para ver si la travesía era posible con los coches. Pero no emprendimos la travesía por 2 razones: primero era peligroso por el viento que ya empezaba a soplar fuerte sobre el río negro, y también porque la ruta a partir de la otra orilla era muy mala, según la gente de la ciudad que nos aconsejaron regresar por la ruta 5 y el paso de los toros. Entonces hicimos eso.
La noche estaba llegando. El dueño del coche puso música buenísima, muy ayudado por su proveedora de maté, y...regresamos por las mismas luces rojas, ancaps y essos, y por las mismas rutas oscuras...sin duda, no tardemos en dormir, y así se acabó, poco después de medianoche, esta salida de senderismo, un día más temprano que lo previsto pero dejándonos muchas imágenes de naturaleza y recuerdos de buenos momentos que nos permitirán aguantar hasta la próxima salida!
Relato: Anais Morallet
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL
