Mi primer salida con el grupo de canotaje del ACAL pero en esta oportunidad a hacer senderismo por la Quebrada de los Cuervos, algo que hacía tiempo quería hacer y no encontraba quien me acompañara porque a veces como en mi caso la familia, amigos y amigas no se prenden a estas aventuras.

Arrancó todo en reuniones previas donde fui conociendo al grupo pero no a los “personajes” que lo integran que son varios y de diversas etnias, algunos extrovertidos y otros a los que no les hubiera conocido la voz si no fuera porque inicié una charla personal, un grupo de gente diversa y desconocida, así que me dispuse a compartir con tolerancia, empatía, respeto y por sobre todo humor.

Encontrarnos desde la esencia misma del ser humano, parte de un todo, orientando los sentidos a unirse con el entorno natural.

Así salimos a las 3 de la mañana en un bus desde el ACAL llegamos a las cabañas municipales y nos instalamos en esta oportunidad parejas en una, hombres y mujeres en otras dos, más alguna carpa para los que no quisieron dormir en las cabañas comunitarias pero se arrimaban a los desayunos calentitos con galletas de campaña, queso y dulce de membrillo más otras exquisiteces que todos sacaban de los bolsos. Así arrancamos cada día con muchos preparativos para las horas de caminata y la incertidumbre de cómo se iba a presentar el día, cargando las mochilas con lo que suponíamos se podía necesitar. Los más experimentados siempre estaban prontos antes y metían peso para apurar al resto, así alguno igual salía daba unos pasos y volvía a buscar algo más.

Llevé el GPS así que tengo el Trekking del recorrido, pero en este relato no voy a describir los recorridos, si a contar otras cosas que hicieron a esta una experiencia de esas que valen la pena vivir, porque no se trata de una reposera al sol con un trago en una piscina, lejos de eso acá se disfruta de la oportunidad de desarrollar muchos otras aptitudes que hacen a la naturaleza del ser humano y debería no ignorar. Afrontando desafíos con las aptitudes físicas y emocionales de cada uno pero entorno a una convivencia tribal.

Así fueron los 3 días de caminatas de 4 a 7 horas en las mañanas y tardes, durante las que se separaba en algunos tramos el grupo según el ritmo de cada uno para superar empinados repechos y bajadas, senderos embarrados, empedrados, con mucha vegetación, ramas y espinas, escaladas, cruces por cauces de agua sobre alguna piedra si se podía o metiéndose al agua fría, pero todos siempre atentos al grupo buscando que no se generaran divisiones que rompieran ese sentido tribal de habernos juntado para tal experiencia.

El segundo día como a las 16hs en medio de la nada de una tarde muy nublada tuve que quedarme sola porque había que pasar un cauce de agua caminando sobre un tronco y si bien había un alambre para sujetarse no me animé porque tengo vértigo y ya me ha pasado de perder la fuerza de mis rodillas, el grupo insistió en ayudarme pero no quise correr el riesgo de caer al agua y el lugar era paradisíaco ya había yo planteado querer parar más en algunos parajes a pasar ratos más largos de contemplación. Entonces era ideal quedarme un rato allí, porque el recorrido era llegar a una cascada y regresar por ese mismo lugar, así que me quedé observando el entorno y dejándome invadir por los aromas y sonidos.

A los 15 o 20 min. también me invadieron algunos pensamientos y apareció un Puma !! Para los escépticos cabe aclarar que si bien se han considerado extinguidos hay evidencias de que ha aumentado la población, ha habido varios avistamientos en el interior y en mis viajes por trabajo al interior escuchando radios locales escuché el relato de un hombre de Santa Bernardina Dpto. de Durazno de que a las 2 de la tarde merodeaba cerca de un establecimiento un Puma que habían visto varias veces inquietos los lugareños.

Así que allí me encontré de repente en mi espacio de contemplación y disfrute con la naturaleza, alerta por la aparición de un Puma en mis pensamientos y preguntándome si el grupo no se perdería y empezara a oscurecer.

No estaba lejos del establecimiento por donde habíamos entrado y bien podía regresar sola por el sendero marcado, pero estaba bueno generar adrenalina y buscar sentarme en algún lugar seguro para poder ver el Puma acercarse, jajaja. En fin todo el juego de roles terminó cuando apareció otro grupo y resolví regresar con ellos.

La anécdota acompañó la cena con un riquísimo licor de naranja casero que compramos cerca y una comida de olla elaborada por partes en las cabañas comunitarias que se cocinó entorno a una reunión donde no faltaron la charla las risas y los golpes … bueno entiéndase que el ojo medio negro me quedó cuando se cayó el banco con mesa incluida dónde algunos estábamos sentados.

No voy a recargar más este relato pero los temas tratados entorno a las comidas compartidas fueron diversos pero jamás alejados de experiencias con nuestra naturaleza de diversa índole…ja.

No he querido hacer un relato descriptivo de la salida, solo en esta primera vez compartir parte de los motivos por los que me acerqué a esta tribu del ACAL y espero poder seguir compartiendo muchas otras experiencias con los grupos de Canotaje y Senderismo, Kayak y Vela.

Quizá un día organizar una actividada institucional que agrupe a todas las actividades de los grupos entorno a algún Cerrito de Indio para homenajear a los primeros pobladores que supieron vivir en esos lugares que nosotros visitamos por unos días con el afán de replicar mínimamente algo de su esencia.

VALE LA PENA ser parte de esta Tribu ¡!

Relato: Carmen Delfino

Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL