Arroyo Solís chico - Abr/2018

Bitácora:

¡Escapada al Solís chico!

Crónica del “nuevo”

Ser el nuevo comúnmente es difícil… lograr integrarse en un grupo que prácticamente es un todo. Esta historia comienza a mediando de abril del 2018, el “nuevo” llamado Andrés, descubre en medio de su rutina, que un amigo (Rafa) lo integra a un grupo de whatsapp, que está organizando una travesía por el Arroyo Solís Chico. Andrés integrado pero al margen de las conversaciones, viendo que los más expertos manejaban los hilos de una manera admirable. En pocos días ya tienen todo organizado para el domingo 22 del mismo mes, donde será el encuentro, quienes irán, quien lleva las canoas y fundamentalmente quien se encargaría de la carne y el pan, para un merecido asado.

Llega el día y Andrés que tiene que encontrarse a las 7 hs en el club Acal, se duerme… que raro… A las 6:45 se despierta, en 5 minutos milagrosamente esta pronto, por suerte el club no estaba lejos y sale corriendo hacia ahí. Al llegar, se encuentra con Rafael y Horacio, terminan de cargar el vehículo y salen rumbo al arroyo situado casi a 60 kms. Con los nervios o la inconsciencia, Andrés no piensa de cómo se iba a adaptar y/o como iba a canotear tanto… Casi las 8 am llegan, allí se encuentran con el resto del grupo, y es participe de una cálida bienvenida con los demás integrantes…

Casi 20 minutos más tarde se emprende viaje por el arroyo, Andrés tuvo el honor de ir con Horacio en su canoa que justo ese día la reestrenaba, y el nombre de la embarcación hacía notar su experiencia arriba y debajo del agua… “Otra Oportunidad”. A pocos kms. se le acercan por babor Susana y Filipo, por estribor Fiorella y Pablo, por la popa Pucho y Malaquias muy solapados, distrayendo con una conversación que no viene al caso, de repente empezó una guerrilla de agua hacia “Otra Oportunidad” para darle su apropiado bautismo. Se sigue la marcha rumbo al puente de la ruta 8, en el camino se disfrutaba la fauna y flora que iba emergiendo en el horizonte, las vacas situadas a la orilla del arroyo contemplaban el pasar de 13 intrépidos que iban emitiendo sonidos en hispano-vaca. En un momento que se paró a realizar una parada “técnica”, se pudo ver cuatro erguidas llamas que vigilaban su territorio, y no falto las bromas, que sin duda se prestaba para cientos de ellas… Horacio, de las tantas que expresó dijo “si nos agarran cazando a una, se le dice al dueño, no la queremos matar, solo queremos prender el fuego para el asado”

En ese punto, la mitad de los integrantes decidieron regresar y montar un campamento en un punto estratégico… en fin… donde había leña! La otra mitad (los valientes) decidieron continuar, entre ellos se encontraba Fiorella que cada vez que intentaba sacarles fotos a los caballos huían, y escondidos entre los árboles se quedaban mirando a los paparazzi… Luego de un largo estrecho los valientes llegaron al puente de la Ruta 8, y antes de volver hicieron una parada “técnica”, pero en esta ocasión se dejó un guante como recuerdo… que cuando la naturaleza llama, olvida todo y anda!!! En el camino de retorno ya se notaba el cambio natural del Arroyo, había bajado su cauce y aparecieron los cangrejos, cientos de ellos emergiendo del barro. Las llamas se habían alejado de la orilla, los caballos seguían sin querer aparecer en una portada, quizás sería por los gritos desesperados de “tengo hambre” de algunos integrantes. Al horizonte se visualizó el campamento, canoas por un lado, fogata y charla amena por otro.

Cuando el segundo grupo llega al campamento se encuentra con un debate entre los que ya estaban en dicho lugar… Una parte decía: jugamos al truco y no hubo ganador, lo dejamos para comer; la otra parte decía: empatamos porque abandonaron justo a tiempo…! Entre charla y risas, el asado estaba pronto, y como una pantalla de cine se encontraba un paisaje: cielo casi despejado con las nubes necesarias para decorar, en el medio de una curva del Arroyo, el campamento en un punto elevado para apreciar el escenario. Casi al termino del almuerzo tres caballos enfilan hacia el campamento, un ejemplar era una yegua y como tal se paró a unos metros y les dejó un montón de regalitos…

Luego de un merecido descanso el grupo se aprontó para el regreso, con la organización que lo caracteriza, cada integrante se encargaba de dejar el lugar como si no huévese habido un campamento. Al prender viaje de retorno, ya se sabía por dónde ir, aunque una canoa para explorar un camino alterno termina en un banco de arena, luego de sortear ese terreno regresa al pelotón. Dejando la fauna silvestre atrás y casi llegando, se veía gente pescando a la orilla, niños jugando y un auto estacionado con la música un poco alta… quizás se pueda comparar con las vacas emitiendo ruedos a nuestro pasar, el juego de los niños como las escondidas que hicieron los caballos. Faltando pocos metros Susana y Filipo realizan unos breves embalajes, quemando energías, dando un espectáculo de un buen pique… o al menos lo intentaron!!!

Cuando llegaron no hubo uno que no participara en cargar todas las canoas al remolque, en pocos minutos dejaron todo como si no hubiesen ido a ningún lado, y siempre con sonrisa de por medio. Pero antes de una despedida, no faltó la foto grupal, junto al sapo Ruperto que fue cómplice visual de la partida y llegada de la travesía. Luego Claudia, Seba, Pucho, Malaquias, Laura, José, Fiorella, Pablo, Susana, Filippini, Rafa, Horacio y Andrés, se despiden llevándose un lindo recuerdo de aquel domingo que amaneció nublado y que luego se abrieron los cielos…

Relato: Carlos Andrés Valanzano

Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL

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