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Arroyo de las Vacas - May/2011


Bitacora:


Curso: ARROYO DE LAS VACAS
Recorrido: PASO DEL CERRO - DESEMBOCADURA
Distancia: 15 km
Días: 2
Año: 2011
Fecha: 21/05/2011 al 22/05/2011
Departamento: COLONIA
Recorrido en Google Earth vacas.kmz
Fotos: www.panoramio.com

 

 

Arroyo de las Vacas

mayo de 2011 - Arroyo de las Vacas

 

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Como es habitual, salimos de madrugada. Eran tres los vehículos, cinco las canoas y 8 los iniciales canoeros -teniéndome a mí como debutante- los que conformamos la nueva caravana del ACAL rumbo a un río u arroyo. En esta oportunidad el Arroyo de las Vacas, que atravesando Carmelo culmina en el Río de la Plata.

 

Día 1 En la sede, junto al mar, Filipo indicó el lugar exacto que cada canoa, por su tamaño y estructura, debía tener en el tráiler que su coche remolcaría. Luego fue sujetándolas con esmero y mediante precisos nudos, sin permitir que nadie lo supliera en dicha labor. “En todo caso si ocurre algo, porque se pierde en el camino o hay un accidente, el responsable soy yo”, aseveró sin dejar espacio a discusión. Tiene razón pensé para mis adentros, si las ato yo, seguro que algún nudo se afloja o por el contrario hay que cortar la cuerda por la galleta que hago.

 

El viaje fue plácido. En un auto íbamos Fernando, Dora, Carla y yo. En otro Hugo y Adriana. Y Filipo llevaba a Jorge de acompañante. Cuando comenzó a amanecer comprendimos que tendríamos un hermoso día. Soleado, con temperatura agradable, bien apartado de cierta negativas predicciones meteorológicamente. Parafraseando una película me dije a mi mismo: “Buen día para navegar”.

 

Cerca de Rosario, se nos sumó el Acqua y María. Hugo, por su parte, dejó su camioneta en la ciudad. Conformada plenamente la caravana, rumbeamos para el lugar fijado como sitio de partida, Arroyo de las Vacas arriba, conocido como “Paso de la Cadena“. Encontrarlo no fue fácil. Dimos vueltas tratando de ubicarlo. Es éste! recuerdo que dijo alguno, parado sobre un puentecito y señalando un hilo de agua de mínima altura. No, no puede ser, tiene que tener más agua! afirmó otro de los compañeros. Al final, luego de consultar varios lugareños -algunos buenos informantes, otros no tanto- logramos dar con el punto.

 

Descargamos bien rápido todas las cosas del tráiler y de los autos y nos dispusimos a ir preparando la salida mientras Filipo, Acqua y Fernando llevaban los autos hasta Carmelo -próximo al lugar donde saldríamos luego de canotear- y regresaban en taxi. Retornados estos una hora después, nos dispusimos a “levar anclas” en un arroyo bajito y atravesado por ramas, troncos y espesa vegetación. Hacha p´ aquí; machete p´ allá, canoa por arriba entre barro y arena, canoa por debajo de troncos atravesados imposible de cortar a mano. Después de un par de horas -para mí muy disfrutables y divertidas- la pregunta empezó a crecer adentro de más de uno: ¿será todo así? La foto de google earth que Fernando tenia, no dejaba ver con claridad que había debajo de esa frondosa vegetación que acompañaba al arroyo en su serpentear. Un “tratemos de ver si más adelante es igual” se impuso. Un grupo expedicionario subió a la margen y, cortando camino, fue en busca de la respuesta. “Más adelante también es así” fue la dura conclusión que, luego de un rato, se oyó.

 

Ya era mediodía y hubo unanimidad para que, previo un reparador almuerzo, regresáramos al punto de partida. Se acordó que se haría “por agua” atravesando nuevamente troncos, barro, arena, etc. Pero, la verdad, creo que nadie lo vivió como una frustración sino como un sano, exigente y hasta disfrutable, desafío compartido.

 

Regresados al sitio de partida, venido el taxi a buscar a los choferes y con estos habiendo recuperados los autos, la caravana partió nuevamente, ahora en dirección de Carmelo tratando de encontrar un nuevo sitio de ingreso al arroyo.

 

La circunstancia quiso que, estando de nuevo parados en aquel puentecito sobre el débil hilo de agua, un pescador allí presente, conociendo nuestras vicisitudes, nos ofreció conducirnos hasta un lugar atractivo y “por demás adecuado para acampar” y poder empezar la travesía el día siguiente. Ya anocheciendo, hacia allí fuimos a dar.

 

El lugar efectivamente era hermoso. El río se ensanchaba, y en parte debajo del monte, que no era muy tupido, se armaron las carpas y preparó el fogón para la noche.

 

El fuego fue creciendo al influjo del “fogonero” Acqua que rápidamente junto leña en los alrededores. Agua caliente para los mates fue lo primero en obtenerse y varios recipientes con la conocida infusión comenzaron a circular. Aparecieron varios tetrapack con seductores vinos de variada calidad. Un par de kilos de chorizos así como una decena de colitas de cuadril fueron a dar encima de una mediana parrilla, que fue artesanalmente ampliada con restos de alambrada de púa encontrados en el lugar. El fuego fue alumbre de la rueda por varias horas y las brasas, producidas en abundancia, fueron cocinando nuestra carnívora cena. En ese ambiente relajado, solo apenas cortado por chistes y anécdotas, varios comenzaron a cabecear controlando el llamado de Morfeo solo por los olores que de la parrilla salían. No obstante alguno se dejó vencer –o ganar- por el llamado y luego de varios sueños entrecortados - perfectamente documentados en algunas fotos- rumbeó para su carpa tras un hasta mañana.

 

Pan había en exceso. Carla había comprado galleta de campaña como para pasar todo Turismo pertrechados y, algunos kilos, hasta volvieron a Montevideo luego de ser paseados por las rutas nacionales. Tomates y otros acompañamientos aparecieron y los chorizos y varias colitas de cuadril feteadas fueron rápidamente hechas desaparecer por 9 resistentes famélicas bocas. Serían no más de las 10 de la noche cuando la mayoría optó por dejar de “aguantar el mostrador” y retirarse a las carpas.

 

Día 2 El ruido de ramas agregadas al fuego, llegaba acompañando la creciente claridad del amanecer que atravesaba las paredes de la carpa. Era Filipo que, luego del reparador descanso, iniciado precozmente el día anterior, había recuperado terreno sobre las colitas de cuadril y antes que amaneciera había reavivado el fogón.

 

Poco a poco la gente fue levantándose. El agua caliente ya estaba disponible para termos o café. Pan tostado se preparaba en la parrilla y parte del queso y dulce de membrillo reservado de la merienda de la tardecita anterior, completaban el desayuno.

 

El cielo comenzaba a nublarse. Un pequeño arcos iris se mostraba por detrás de la orilla de enfrente y si bien lo hacía débilmente, su reflejo sobre el agua terminaba alcanzado por el atrapamundos de mi cámara. Se decidió recorrer algún tramo rio arriba como distensión tempranera, antes de volver y cargar las tarrinas para iniciar el viaje río abajo.

 

En un recoveco del río encontramos amarrado, entre algunas rocas y la frondosa vegetación costera, un moderno yate con mástil de considerable altura. Hugo aprovecho la oportunidad para demostrar sus conocimientos de vela y explicó algunas de las características y dispositivos que tenía la embarcación. Después nos enteramos que su propietario era un extranjero que hace años vivía en el país y desde ese sitio, apertura del puente móvil de Carmelo mediante, realizaba periódicas expediciones marítimas, incluso a la zona antártica.

 

Luego de un par de horas de navegar por esa parte del rio, volvimos al camping a cargar las canoas y partir hacia la desembocadura. El tiempo comenzó a empeorar y a caer una fina llovizna. Equipo de lluvia y mate encima de las canoa protegida por la vegetación costera, fue la alternativa para varios durante algunos minutos, pero visto que la situación no cambiaría se inició la travesía rio abajo. Luego de remar algún tiempo, próximo a otro yate estacionado -de menor dimensión- encontramos un buen lugar para desembarcar, hacer un poco de fuego y almorzar. Con llovizna incrementándose, retomamos el tramo final. Este se hizo largo, sobre todo porque una lluvia muy fuerte se disparó y prácticamente nos acompaño hasta cruzar el famoso puente móvil de Carmelo. Algún kilometro después y promediando la tarde, llegamos al destino, ya sobre la desembocadura del arroyo y al lado de la playa Seré. Entre paseo matinal y canoteada final dicen que hicimos como 25 km, que fueron mis primeros, y que fueron reconocidos por el grupo del modo habitual con algunos baldazos de agua. Fue algo más que un buen día, fue un buen fin de semana para navegar con amigos.

 

Relato: Edgardo
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL

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Arroyo de las Vacas - Canotaje Travesía - May 2011


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