Río Yí - Set/2024 (Polanco del Yí - Pedregal Grabarte)
Bitácora:
Cursos: Río Yí | |
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Recorrido: | Polanco del Yí - Pedregal Grabarte |
Distancia: | 6 km |
Estado del Cauce: | Un poco crecido |
Clima: | Caluroso y soleado |
Días: | 2 |
Lugares / acampar: | Bueno, con arenal y monte |
Año: | 2024 |
Fecha: | 19/09/2024 al 20/09/2024 |
Departamento: | Durazno - Florida |
Recorrido en Google Earth | Ver recorrido |
Fotos: | Ver fotos |
Travesía empática a través del Río Yí

14 y 15 de setiembre del 2024
El siguiente relato pretende describir mi experiencia, en la primera travesía que realicé junto a integrantes de la ACAL.
Desde hace mucho tiempo, Selva Ortiz, unos de los pilares del ACAL y mi oráculo de la navegación, denominada así ya que desde hace ya un buen tiempo la presiono para que me brinde información respecto a posibles lugares navegables en kayak que contaran con condiciones adecuadas para la búsqueda de especies de fauna nativa para fotografiar; me invitaba para realizar salidas con la mencionada asociación. Por múltiples motivos, previo a la fecha, no había podido sumarme.
Por obra del universo y gracias a que Saturno (un planeta que amo) con sus hermosas lunas (como Encélado y Titán), presentó alineación planetaria con la mayoría de sus colegas del sistema solar, suscitada el pasado 28 de agosto, finalmente logré confirmar asistencia.
Como generalmente ocurre en mis salidas en solitario, mis preparativos previos fueron de esfuerzos escasos. No leí la documentación que envió el ACAL y la tarde previa me dispuse a juntar algunas cosas. Gracias a Victoria (a partir de ahora Vicky) y Selva, sentí que, en el caso de olvidarme de cualquier elemento esencial, ellas podrían asistirme.
Viernes
Es importante señalar que la noche previa, una integrante confirmada (Astrid) tuvo que renunciar a la salida debido a un imprevisto quebranto de salud. Como consecuencia, otro participante (El santo) se vio obligado a bajarse de la travesía (para quedar pares).
La noche anterior, Vicky y yo fuimos a casa de Selva para organizar los elementos que debían ir en las tarrinas. Con pocas horas de sueño antes de la hora del encuentro en la sede de la ACAL, Vicky intentó convencer a Selva de que llegaríamos a tiempo para ganar 15 minutos más de descanso. A pesar de que finalmente tuvimos que darle la razón a Selva, llegamos a su casa aproximadamente 30 minutos después de lo acordado. Para ese momento, ya debíamos estar en la sede de la asociación. Sin embargo, Selva parecía no preocuparse; se mostraba muy feliz y entusiasmada por la travesía que se avecinaba.
Aunque ya conocía a mi compañero de tripulación, Pablo, ese día tuvimos la oportunidad de conocernos mejor mientras cargábamos los diversos elementos para la travesía. Como no conocía a nadie intenté pasar desapercibido, pero Pablo, a las 4:30 AM, bajó del camión gritando como un loco, ya que había quitado el forro de lo que creía que era su sobre de dormir y se dio cuenta de que no era el suyo. Resultó que ambos teníamos un sobre de la misma marca. Esta situación anticipaba la intensidad que tendría la travesía.
Sábado
Al llegar a la zona de salida en el camping del Polanco del Yi, recordé el estreno de mi kayak, el Going Merry. No solo era la primera vez que navegaba en ese río, sino que también era mi primera experiencia en un kayak. No quiero extenderme, pero puedo decir que terminé haciendo submarinismo.
Ese día conocí a una persona que lo llaman Aqua, un hombre alto que hablaba mucho y muy fuerte para la hora que era. Daba indicaciones y creaba contenido digital sin parar. Rápidamente pensé que podría ser el líder.
El momento tan esperado había llegado: finalmente fuimos al agua. El clima era ideal, sin nubes y con un sol radiante que indicaba la llegada de la primavera. Además, Pablo ya no estaba furioso por el malentendido con su sobre; ahora se mostraba amable y tranquilo, enseñándome aspectos esenciales sobre cómo realizar una travesía en equipo.
La remada
Poco después de partir quedamos al lado de la canoa en la que se encontraba Daniel, nos pusimos a charlar sobre un montón de cosas vinculadas con animales. Su compañero se puso tan celoso que advirtió que debíamos cambiar los equipos y que nosotros deberíamos ir juntos.
No pudimos terminar la charla cuando notamos que un grupo que había ido al agua tuvo problemas para volver a su embarcación. A pesar de los intentos de otros equipos por ayudar, no tuvieron éxito hasta que Pablo y yo, sin dudarlo, decidimos ir al rescate. Por pura suerte, logré posicionarlos sobre un banco de arena. Este incidente mostraba por qué había calificado a nuestro equipo como empático.
Cabe destacar que, al inicio de la travesía, muchos pensaban que yo sería el primero en caer al agua. Lo que no esperaban era que mi equipo, formado por Pablo y yo, rescatara a otro grupo con kilómetros de experiencia.
Motivado por el rescate, me sentía con fuerzas para ayudar a otros si era necesario. Pocos minutos después, se presentó la decisión de elegir una dirección: izquierda o derecha. El que parecía ser su líder optó por la izquierda, alegando que siempre tomaban ese camino. Más tarde, una asociación de travesías (CanoYi) de la zona confirmó que ese camino ya no era seguro, ya que el río estaba muy crecido y podía causar accidentes. Era denominada como la “corredera del diablo” (esto creo que lo inventé yo).
La primera canoa (Selva y Aqua) pasó sin problemas, pero quienes venían detrás se volcaron, y una segunda canoa también fue al agua. Es importante mencionar que una de estas canoas terminó partida en dos. Al llegar nosotros, pensamos que podríamos pasar sin inconvenientes, pero, recordando el título de este relato, sin dudarlo decidimos intentar otro rescate. Intentamos detenernos agarrándonos de las ramas, lo que resultó ser un error en medio de la fuerte corriente, y caímos al agua.
Cuando salí a flote, me reí de la situación hasta que me di cuenta de que tenía una cuerda enredada alrededor de un pie; era la cuerda que unía nuestras tarrinas, que estaban siendo arrastradas por la corriente. Finalmente, las tarrinas chocaron con unas ramas y logré liberarme. Cuando logré salir de esa situación, vi que muchos compañeros habían tomado control de la situación, ayudando a los que se habían volcado y recuperando sus pertenencias. Me sorprendió ver a todos organizados y en puntos estratégicos en el medio del caos. Así, todos logramos salir de la “corredera del diablo”. Un único equipo no apareció por algo así como una hora y media, ya que tomó el camino por tierra.
En este punto es importante señalar que mientras estaba en el agua vi pasar una de mis tarrinas, recordaba que había llevado la cámara. A la otra tarrina no la vi pasar. Asumí la pérdida sin provocarme ningún descontento, ya que lo importante todos estábamos bien. Más tarde vi que todas las tarrinas estaban ahí, por lo que agradezco a los super héroes anónimos que lograron rescatarlas.
Una vez reunidos en un hermoso lugar, algunos integrantes comenzaron a iniciar un fuego. Mientras todos estaban concentrados en lo ocurrido y en cómo seguir, noté movimiento en una pequeña isla de árboles en medio del matorral. Gracias a que alguien recuperó la tarrina que contenía mis binoculares y cámara, pude observar un dormilón tijereta (Hydropsalis torquata) macho muy de cerca sin que se espantara y capturar algunas fotografías.
Después de un largo debate y llamadas telefónicas de Aqua a remeros locales, decidimos acampar en ese lugar, que contaba con condiciones ideales (altura, árboles, etc.). Dado que una canoa se había partido, optamos por acampar allí y salir al día siguiente por un campo privado del que habíamos conseguido permiso gracias a la gestión del líder. Sin descanso Selva y Aqua fueron a trepar la corredera en busca de lo que había sido una embarcación, además de algunas cosas que no habían vuelto. Al final solo fue posible rescatar media canoa.
En busca del retorno
Como para llegar al punto de recogida del camión había que atravesar monte ribereño, me ofrecí como explorador para verificar el terreno y medir la distancia con una app. Aprovecho para contar que más allá de colaborar quería ver si aparecía algún animalito para observar. La distancia era de 450 metros. Informé al grupo que, aunque hasta el alambrado había esa distancia, parecía poco probable que un camión pudiera acceder y trasladar el equipo, personas y canoas por ese terreno que parecía un cerro.
En el camping, todos colaboraron. Yo me dediqué a recoger leña y cortar troncos. La noche fue única; disfrutamos de buena comida y compartimos experiencias con personas que no conocía. Daniel amablemente me permitió beber vino del cáliz sagrado, la copa de Monseñor del ACAL. Me sentí muy honrado. Además, uno de los integrantes (Abelardo) cumplía años y, sorprendentemente, había tortas de cumpleaños. No entiendo aún como llegaron tortas de cumpleaños sanas y salvas a ese sitio. Un momento especial fue cuando Vicky y yo intentamos reconocer constelaciones y Pablo nos ayudó a identificar la del escorpión. Daniel compartió una excelente aplicación que facilita la identificación de astros de forma muy didáctica.
Más tarde, cuando todos se retiraron a dormir, tomé una linterna y mi cámara para buscar especies nocturnas. Aún recuerdo los sonidos y olores del bosque. Tras atravesar la espesura del monte, llegué a un claro donde se podía ver el inmenso cielo estrellado. En el centro del claro había unas rocas, así que me tiré sobre ellas para contemplar el paisaje. En medio de la noche, vi movimiento y, al alumbrar con mi linterna, descubrí que era un zorrillo (Conepatus chinga). Logré acercarme lo suficiente para no perturbarlo y tomarle algunas fotos; fue un encuentro mágico con un espíritu del bosque. Cuando alumbré momentáneamente al zorrillo me di cuenta que estaba cayendo helada hace rato, por lo que fue momento de emprender el retorno.
Domingo
A la mañana siguiente, comenzó el traslado del equipo hacia el punto de encuentro. Primero tuvimos que cruzar el río. Vicky fue la única intrépida que se lanzó a nadar. Además de admiración, sentí muchas ganas de intentarlo.
Iniciamos las pasadas por el bosque hasta el punto de encuentro: primero las canoas, luego las tarrinas. Me tocó formar equipo con Selva y Aqua. Aunque Aqua me duplicaba en altura y peso, me sentía confiado para desafiarlo. Así que tomé dos tarrinas grandes, una sobre cada hombro. El líder pensó que era un desafío por el liderazgo, pero para mí era solo un juego. Entonces, también tomó dos tarrinas grandes y salió primero. A mitad de camino, se le cayeron las tarrinas. Aproveché la oportunidad para pasarlo y comentarle que, a alguien de menor estatura, peso y sin experiencia no se le habían caído. Al escuchar esto, Acqua rápidamente tomó las tarrinas e intentó alcanzarme desbordado de ira. Aunque se esforzó, ya no tenía posibilidades de alcanzarme. Todo terminó en el punto de encuentro entre bromas, risas y con los hombros desechos.
Luego del esfuerzo me dirigí a darme un baño en el río, Selva y Vicky también fueron. En el lugar ya se encontraba Fiorella. Aprovechamos el regalo del río y disfrutamos un buen rato no solo del agua, también de los sonidos del lugar. También fue un momento mágico.
Al volver estaba todo organizado, había almuerzo. Aprovechamos a picar el asado de la noche anterior que tan rico estaba.
¡Apareció el camión! Quedó claro que lo había subestimado. En realidad, no conocía su verdadera identidad: el camión era Optimus Prime, el jefe de los Autobots que luchan contra los Decepticons. Superó los obstáculos del terreno sin ningún inconveniente.
El retorno fue increíble, vinimos charlando y riéndonos todo el viaje con Vicky. Para mi pasó demasiado rápido. Ahora que me doy cuenta creo que no dejamos dormir a nadie.
Al finalizar la travesía, comprendí que los objetivos de la remada pasan a un segundo plano. No es importante lograr los kilómetros de remo propuestos inicialmente.