Sierra de las Animas - Ago/2024



Bitácora:


Lugar: Por la Ruta 60
Recorrido: Día 1: Cantera de piedra Laja
Día 2: Castillo de Batlle
Día 3: Cerro Betete
Distancia: 12 km
Terreno: Facil y dificil
Clima: Calido a muy frio y lluvioso
Días: 2
Lugares / acampar: Aceptable
Año: 2024
Fecha: 24/08/2024 al 25/08/2024
Departamento: Lavalleja - Maldonado
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Sierra de las Animas - Ago/2024


Foto de portada del relato

Por la Ruta 60 buscando maravillas escondidas y o perdidas.

Cambio de planes.
El calendario marcaba “Castillo Morató”, pero debido a que habíamos suspendido la salida de junio por unas lluvias que, al final, no fueron tan importantes como las habían pronosticado, decidimos reagendar nuestro destino para agosto de 2024 cuando el tiempo parecía que iba a estar muy bien, pero finalmente estuvo algo fresco, nublado y con algunas lloviznas.

Cantera de Piedra Laja.
El sábado por la mañana, unos salimos más temprano, otros un poco más tarde, y nos pusimos en camino rumbo a la primera parada. Nos encontramos en un puesto de información turística cerca de Minas, en total éramos casi treinta adultos y doce niños o adolescentes.

Nuestra primera parada era la cantera de piedra laja Santa Elena de la Sierra. Ninguno de nosotros teníamos grandes expectativas, ya que no contábamos con mucha información del lugar. Aunque algunos compañeros habían mirado algún video previamente, otros preferimos ir sin ninguna expectativa y dejarnos sorprender.

Todos hemos pisado alguna vez una piedra laja, pero… ¿Cómo es el proceso para extraerla? Al llegar, nos recibió una familia de mujeres, de manos grandes y fuertes, como las de quienes han trabajado con ellas toda su vida. La madre y su hija y nieta, nos fueron contando, cómo es el proceso de obtención de la piedra. Nos enseñaron a usar el cincel para cortarla siguiendo las vetas, obteniendo piezas de distintos grosores y tamaños.

Creo que, sin lugar a dudas, todos quedamos sorprendidos y maravillados al ver esos paredones enormes y el trabajo artesanal que se realiza allí, un trabajo del que hasta ese momento sabíamos poco o nada. Seguro que, ahora, cuando miramos una piedra laja, lo hacemos con otros ojos, reconociendo el esfuerzo y la dedicación que hay detrás de cada una de ellas.



Castillo.
Después de almorzar (en un lugar bastante inhóspito), nos dirigimos a nuestra próxima parada: el Castillo de Batlle. Su construcción comenzó en 1936 y finalizó en 1948. Su dueño original fue César Batlle Pacheco, hijo de José Batlle y Ordóñez (expresidente de Uruguay), y se cuenta que financió la obra al ganar una lotería de fin de año. Tras su muerte, la construcción quedó abandonada durante varios años.

Hoy en día, el castillo es propiedad de Rafael Camou Batlle, quien, junto con su esposa Alejandra —quien divide su tiempo entre Uruguay y Suecia— se han embarcado en la restauración del lugar. La torre que le da su característico aspecto de castillo fue construida originalmente para alojar un tanque de agua elevado, ya que enfrentaban problemas con la presión del agua. Para ellos, el castillo es su hogar, y, con los recursos obtenidos de los visitantes, la contratación de personal y su propio esfuerzo, están trabajando en la restauración de sus instalaciones.

Su arquitectura exterior es simplemente hermosa, se encuentra en un lugar privilegiado, rodeado de naturaleza y ofreciendo impresionantes vistas panorámicas que hacen del lugar aún más especial.

El castillo cuenta con varias estufas a leña, esenciales para calentar los numerosos recovecos que lo conforman. En uno de los baños, tras el espejo, se encuentra un pasadizo secreto que conduce a una pequeña habitación, un escondite que permitiría escapar del castillo en caso de ser necesario.

Al terminar el recorrido, que fuimos realizando en pequeños grupos, nos convidaron con carne de chivito y luego de despedirnos y con un arco iris que nos acompañaba, nos dirigimos al camping de AEBU, donde nos alojamos en las cabañas rústicas (una experiencia atípica para este grupo acostumbrado a acampar) hasta el día siguiente.



Cerro.
A las 9:30 de la mañana del domingo, nos encontramos con Luz María Espinosa (excelente guía), en la terminal de Pan de azúcar, quien nos acompañó en el embarrado ascenso al cerro Betete. Aunque el cerro está muy cerca de la Sierra de las Ánimas, no forma parte de ella. Tiene una altura de 451 m, su nombre en guaraní significa “hombre verdadero, indio puro” y si bien el terreno es de propiedad privada, su dueño permite el acceso coordinado previamente con guías autorizados.

El ascenso al cerro tiene tramos que son fáciles y otros más desafiantes. Dado que las condiciones climáticas no fueron las mejores, contar con el calzado adecuado fue esencial para mantener los pies secos, aunque llenos de barro, y obviamente, siendo tantos, hubo alguna patinada…

Al llegar a la cima, se puede ver una piedra puesta como mojón, que marca el punto de llegada. La vista es hermosa, aunque lamentablemente no fue posible disfrutarla, ya que el día no nos acompañó. Lo único que pudimos ver fueron nubes que se movían y, por momentos, dejaban entrever algo de la panorámica. El viento soplaba con fuerza, el frío se hacía sentir y, de vez en cuando, una ligera llovizna caía sobre nosotros.

A pesar de no haber podido apreciar la vista en su totalidad, la experiencia nos dejó con el deseo de volver en el futuro, con la esperanza de tener un día más claro y despejado, sobre todo para quienes nunca habían subido.

Al bajar, pasamos por la Cantera Carrara, por los puestos de los artesanos y cerramos nuestro fin de semana con una visita al mirador "Sentir de las Ánimas", despidiéndonos de un lugar lleno de encanto y belleza natural.



Relato: Fiorella Giovannini
Fotos: Grupo Canotaje Travesía club ACAL